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Con una victoria inapelable en la etapa reina del Giro de Italia, que lo encamina hacia el rosa en el podio final, el bogotano Esteban Chaves se metió ayer en la gran leyenda del ciclismo nacional, la que guarda las hazañas de esos pocos privilegiados que lograron victorias memorables en la historia del ciclismo mundial.
Chaves se mete de un portazo a esa galería en la que apenas entran nombres como los de Martín Emilio “Cochise” Rodríguez, Luis Herrera, Martín Ramírez y Nairo Quintana. Aún no ha ganado el Giro y tendrá que sostener un duelo a muerte con el holandés Steven Kruijswijk, pero todo hace pensar que el colombiano tiene todas las de ganar y que con ello superará lo que consiguió en la Vuelta a España del año pasado en la que se impuso en dos etapas y en la que mantuvo por varios días el liderato. Ya Nairo Quintana no será el único colombiano que buscará dominar las grandes vueltas…, a su lado estará otro muchacho de su misma edad y con la misma clase y la misma sed de grandeza que lo caracteriza.
Y al lado de Chaves otro colombiano escribió una página gloriosa, Darwin Atapuma, quien se devoró los 210 kilómetros de la etapa con seis durísimos puertos de montaña, al frente de la carrera. El pedalista de Nariño consiguió puntos en los ascensos y en los kilómetros finales batalló solitario con la fuerza y el alma de un coloso para tratar de ganar la etapa. Logró mantenerse al frente cuando se desató la lucha entre los primeros de la general y solamente fue alcanzado en los metros finales por el trío que encabezó la etapa. Atapuma se olvidó del desgaste que ha tenido en la carrera porque se había metido casi todos los días en las escapadas y se batió como un león herido hasta los metros finales.
Manda la nueva generación
Los especialistas del ciclismo centraban el favoritismo del Giro en el español Valverde y el italiano Nibali. Técnicos y periodistas estaban seguros de que llegarían al final en un cabeza a cabeza por el título. Una opción mínima se le concedía a Landa, Majka, Pozzovivo, Kruijswijk, Zakarin y Urán. Chaves, sin un equipo poderoso para la montaña, no contaba.
Y en una etapa por las Dolomitas como la de ayer, en un recorrido en el que aún se siente el olor del sudor de Fausto Coppi, paseándose victorioso y solitario por sus cimas, el Giro Iba a explotar en mil pedazos. De entrada había la sensación de que no iba a pasar nada al ver que por el legendario Pordoi pasaba un lote de más de cien pedalistas acompañando al líder. Pero ese subir y bajar incesante que lo siguió iba tensando la carrera que dominaban inicialmente los corredores del Movistar y luego los del Astana