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Ciclismo colombiano en Europa, a unos pasos de la gloria

Urán y Henao son considerados ya corredores con opción de título por los periodistas del Viejo Mundo.

Rafael Mendoza, especial para El Espectador
15 de mayo de 2013 - 01:10 p. m.

Mientras miraba en la televisión el ataque victorioso de Rigoberto Urán en el ascenso final de la décima etapa del Giro de Italia volvió a mi memoria una escena que muy pocos conocen del Tour de Francia de 1983, en el que por primera un equipo colombiano enfrentó a las principales figuras del profesionalismo.

Fue en Pau, tras la primera etapa de montaña en los Alpes, en la que José Patrocinio Jiménez había pasado en cabeza por el mítico Tourmalet y por otros tres premios de montaña y había terminado segundo, tras Robert Millar. El descalabro sufrido ese día por grandes figuras del ciclismo mundial, que perdieron demasiados minutos, hizo temblar el más portentoso escenario del ciclismo mundial. Ese día el ataque frontal de los colombianos causó estragos y dejó bien claro que cuando la carretera se encamina hacia las cumbres siempre habría que temerlos. Es que ni siquiera el que hubieran llegado con las piernas rotas por unas etapas llanas interminables (una de 350 kilómetros en la que se pedaleó por 12 horas), por una larguísima cronómetro por equipos y por el infierno del pavé del norte, les impidió romper la carrera en mil pedazos.

Estaba cenando en el hotel en el que se alojaba el equipo nacional cuando se me acercó Saulo Barrera, gerente de Pilas Varta, quien se había metido en esa loca aventura de La Conquista de Europa, y era el “patrón” de la escuadra, para comentarme que habían llegado unos ciclistas profesionales que le habían asegurado que el “Viejo Patro” podía ganar el Tour si contaba con la colaboración de sus rodadores que lo llevarían cómodo en el llano… Naturalmente habría que pagarles una buena suma de dólares…
Sin pensarlo dos veces le contesté que Patrocinio no podría ganar la carrera de ninguna manera, que los corredores profesionales europeos harían lo que fuera para impedir que un ciclista aficionado acabara derrotándolos en su primera participación en el Tour… Ya habían obligado a Félix Levitán a endurecer el recorrido al máximo para asegurarse de que los escarabajos estuvieran vueltos cisco al comenzar la montaña. Sin embargo le dije que lo consultáramos también con ‘Cochise’ Rodríguez, uno de los asesores del técnico Rubén Darío Gómez y quien conocía bien el mundillo del ciclismo profesional y el antioqueño así mismo le aseguró que “ni de vainas los profesionales nos dejarían ganar el Tour”.

Desde entonces, durante la época de oro del ciclismo nacional, fueron centenares de personas las que me preguntaron si ‘Lucho’ o Fabio podrían ganar el Tour. Siempre mi respuesta fue negativa… Ellos y los corredores de su generación fueron grandes protagonistas y Parra logró subir al podio como tercero pero no estaban en capacidad de vestirse de amarillo por varios motivos: eran muy limitados y perdían demasiado tiempo en las diez etapas iniciales, siempre por terreno llano, pues no rodaban demasiado y ni siquiera se atrevían a andar bien situados en los lotes; no sabían bajar y ello les ocasionaba la pérdida de tiempo importante y sobre todo porque no caminaban en las cronómetros en las que cedían seis o siete minutos.

Lo mismo se podía decir entonces de sus opciones en la Vuelta a España y en el Giro de Italia en las que más o menos ocurría lo mismo pero con otras dos desventajas formidables: el frío espantoso, la lluvia y la nieve en las jornadas de escalada y además el viento en la prueba ibérica. Si Luis Herrera pudo ganar la Vuelta de 1987 se debió a que quienes la planificaron se “equivocaron” y desde la tercera etapa se encontró la montaña y unos días después, en los duros ascensos a Andorra y Cerler, con un ritmo infernal los escarabajos acabaron con las piernas de los pocos rodadores que no quedaron fuera de tiempo… En esa ocasión la fórmula entre llano y ascensos operó al contrario y además el frío y el viento solamente molestaron en una etapa.

Tras esa primera dupla de oro llegó otra con la que se logró un avance… El boyacense Oliverio Rincón siguió siendo el escarabajo neto mientras que Álvaro Mejía dejaba ver que los colombianos también podían andar contra el cronómetro. Uno de sus grandes éxitos fue imponerse en la contra reloj llana del Dauphiné Liberé. Aunque el risaraldense era mirado con respeto porque algunos expertos decían que sus condiciones eran excepcionales, ninguno de los dos pudo subir el listón hasta la altura de los grandes campeones… Mejía fue cuarto en un Tour y cuarto en un Mundial. Ya en ese momento se había superado el primer escollo de los colombianos que pronto arriesgaron como sus rivales y aprendieron a bajar.

Tanto ‘Lucho’, como Fabio, Rincón y Mejía fueron jefes de filas en sus equipos. Luego, cuando los grandes patrocinadores nacionales –Café de Colombia, Postobón y Pony Malta- abandonaron el ciclismo por la puerta de atrás nuestros corredores debieron engancharse como gregarios en equipos europeos en los que sus posibilidades de figurar eran mínimas pues debían trabajar por sus líderes y apenas se les dejaba mostrarse ocasionalmente en las jornadas de montaña. Quizás el único que pudo ser cappo en ese Kelme español que acogió por largos años a los colombianos fue Santiago Botero quien era un escarabajo atípico pues andaba muy bien en las cronos pero sufría lo indecible en las cumbres empinadas. Quizás el que estaba acostumbrado a subir “enfierrado”, es decir usando relaciones muy pesadas hacía que sucumbiera ante corredores de un pedaleo más ágil cuando la cuesta se endurecía.

Pero si alguien me pregunta hoy que si podremos ganar el Tour de Francia, o el Giro, o la Vuelta, no me atrevería a dar una negativa y por lo menos podría contestar con absoluta tranquilidad que tres de nuestros muchachos están en condiciones de pelear el título: los antioqueños Rigoberto Urán y Sergio Luis Henao y en especial el boyacense Nairo Quintana. Estos tres corredores, que forman parte de equipos europeos de primera línea, han logrado lo que considerábamos un imposible, andar bien en las cronómetros y así mismo están mostrando que en la gran montaña tienen excepcionales condiciones.

Urán y Henao –que además han logrado buenas figuraciones en las durísimas carreras de un día de la Copa Mundo- son considerados ya corredores con opción de título por los periodistas del Viejo Mundo y con su actuación en el Giro suben sus acciones. Hay que esperar que el técnico del Sky les permita ponerse al frente de su escuadra.
Nairo Quintana, quien a sus 23 años se prepara en su tierra natal para ir por primera vez al Tour, y que en este momento es cuarto de la clasificación mundial de la UCI, aún tiene tiempo para endurecerse y ganar experiencia con la que se puede convertir en el ídolo nacional de un futuro muy próximo. Sube como ninguno y acaba de mostrar en el País Vasco que puede defenderse con éxito en las cronos. Y tiene algo más a su favor: es dirigido por un técnico que con paciencia y sabiduría sabe forjar campeones, Eusebio Unzúe, quien fue el que convirtió al navarro Miguel Induráin en el superastro de la carrera francesa.

Han pasado 30 años desde aquella primera y legendaria aventura en el Tour y, tras múltiples alegrías y tremendas decepciones, ese sueño de ver de amarillo a uno de nuestros muchachos en los Campos Elíseos parece que está al alcance de la mano…
 

Por Rafael Mendoza, especial para El Espectador

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