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Daniel Felipe Martínez: “Uno no puede pedalear y preocuparse al mismo tiempo”

Hace unos meses, El Espectador estuvo en Antioquia para hablar con el corredor del Education First, que este viernes ganó la etapa 13 del Tour de Francia 2020.

11 de septiembre de 2020 - 03:13 p. m.
El ciclista Daniel Felipe Martínez cerca a su casa, en el oriente antioqueño.
El ciclista Daniel Felipe Martínez cerca a su casa, en el oriente antioqueño.

Apenas Daniel Felipe Martínez pudo salir a entrenar se fue para el Alto de Las Palmas, pasó por Los Topos, vía Santa Elena, y se devolvió para hacer el ascenso que tiene 15,5 kilómetros (promedio de 6,3 % de inclinación y 984 metros de desnivel) y desde el que se ve una espectacular panorámica de Medellín. Las piernas no estuvieron tan mal como él creía, pero el cuerpo no respondió como se esperaba, y Daniel se fatigó y por el repecho de Carrizales, tras

dos horas de pedaleo, sintió frío y casi se va a negro. En palabras de ciclistas: le dio la pálida. Apenas llevaba una barra de cereal y mucha agua. Y tuvo que bajar el ritmo e irse con una relación 39-30, es decir, plato pequeño, piñón grande. Y la energía se fue acabando y hubo susto de que le diera mareo. Y Martínez pensó en parar, pero no había dónde comprar comida, todo estaba cerrado y prefirió seguir sufriendo hasta llegar a su casa en Rionegro.

“Se me pasó por la cabeza llamar a mi mujer y decirle que bajara por mí, pero por fortuna pude llegar”. Fueron 70 kilómetros, quizá pocos para lo que estaba acostumbrado, muchos luego de dos meses de rodillo, de estar encerrado y de no tener la sensación de la carretera. Cuando habló de lo sucedido con la gente del equipo Education First, entendió que había sido un episodio normal, así como el aumento de peso por la quietud. Daniel volvió a sentir los dolores, pero también la emoción de que estos van desapareciendo y que el cuerpo es agradecido. Basta con recordarle un poco para que recupere la memoria.

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“Uno entiende, con los años, que si padece en los entrenamientos, la tortura en las carreras será menor. Por eso hay que ser disciplinado y constante, y llevar al máximo el umbral cuando no hay presión de ir adelante, de tener que estar en una fuga o de embalar”, dice Martínez, quien habla con la seguridad del que sigue montando por montar, o mejor, por disfrutar, sin la presión de hacerlo para ganar.

El campeón nacional de la contrarreloj (le ganó a Egan Bernal y a Nairo Quintana) atendió a El Espectador en Llanogrande, en el oriente antioqueño, donde está radicado hace dos años con su mujer y su hijo, y donde fue complicado encontrar un espacio para sentarse y dialogar por la rigurosidad con la que los establecimientos hacen cumplir las normas de aislamiento preventivo. El lugar escogido: unas bancas al lado de una estación de gasolina donde es habitual que se reúnan los corredores de la región a tomar tinto y comer algo, donde paran los primos Sebastián y Sergio Luis Henao (Ineos y UAE Emirates), Alejandro Osorio (Caja Rural) y Fernando Gaviria (UAE Emirates), solo por nombrar algunos.

Después del Tour Colombia logró un pico de rendimiento. ¿Cómo ha sido ese proceso para volver a comenzar?

Muy duro. Fue botar a la basura el trabajo hecho desde diciembre. Me sentía bien para la Vuelta a Cataluña, el País Vasco y el Critérium del Dauphiné, carreras en las que iba a participar al comienzo de mi temporada, pero con todo esto tocó frenar en seco y pensar en arrancar de nuevo.

¿Cuántos días duró sin montar bicicleta?

Uy, como 15 para bajar ese pico. Después mi entrenador, que es el mismo de Urán, Tanel Kangert y Simon Clarke, me dijo que podía iniciar con dos horas de rodillo y así paulatinamente. Pero ya estaba desesperado de Zwift y las plataformas, ya quería salir.

¿Subió mucho de peso?

Sabes que no. Apenas un kilo. Y comía un montón. Eso era abra la nevera a toda hora. Estando en la casa a uno le da más hambre. Después empecé a bajarle. Y el cuerpo lo entiende. Ya te llenas con una arepa y un café al desayuno, una ensalada con arroz y proteína al almuerzo, y así. Llegué a comerme hasta cuatro arepas de un batacazo. Ahora ya estoy en mi peso ideal.

¿Cuál es?

59 kilogramos, perfecto para una prueba de tres semanas.

¿Han hablado del calendario de este año?

Nada. Fijo sé que una grande, pero no sé cuál de las tres. Esperar a que se arregle primero lo del vuelo humanitario para llegar a Europa y después sí mirar adónde me mandan. Me gustaría el Tour, claro, pero si voy para el Giro también lo haría con agrado.

¿Cuál es su plan de entrenamiento?

Ruedo tres horas, a veces cuatro. Y cada día hay ejercicios de fuerza. Por ejemplo: me dicen que haga tres subidas prolongadas de 20 minutos a tope, después que haga repeticiones más cortas y sostenidas. Y así va variando la cosa. Ellos te mandan un plan para 15 días y, cuando ven y analizan los resultados, miran en qué hay que fortalecer o a qué hay que bajarle.

¿Qué le ha dicho el equipo de la crisis?Tengo entendido que han despedido a algunos mecánicos

Me esperaba lo de la rebaja salarial, y no era para menos. Todos tenemos que colaborar para seguir adelante. Lo bueno es que la empresa está muy comprometida con el proyecto, quiere continuar en el mundo del ciclismo y eso es una ventaja. Todavía no se sabe el impacto económico total que ha tenido, las pérdidas y demás, pero seguramente saldrá a flote.

¿Hasta cuándo tiene contrato?

Finales de 2021. Eso me da tranquilidad. Como dice Rigo: ya iremos viendo qué pasa. Uno no puede pedalear y preocuparse al mismo tiempo. No tendrías paz y tranquilidad para hacer lo que más te gusta

¿Es verdad que no tiene muchos uniformes acá?

El mismo día que se acabó el Tour Colombia viajamos a la concentración en Girona, España. Nos dieron la indumentaria y pensando en que volvía solo por unas semanas apenas traje cinco. Y claro, dejé la gran mayoría allá, entonces me está tocando rendirlos.

¿Y bicicletas?

Tres: la de crono, la de ruta y una para echar trocha cuando toca.

¿Hace cuánto no se ve con sus papás, o mejor, hace cuánto no va a su pueblo, Vergara?

Voy para los seis meses. Si tengo permiso más adelante, y antes de que tenga que viajar, trataré de ir. Allá está la familia, la finca, los cultivos de caña, las gallinas, todo. Me hace falta el calor y rodar por Guaduas y Villeta. Lo bueno es que no hay nada plano: o se sube o se baja. Y esas carreteras las conozco desde pelao.

*Artículo publicado en junio de este año

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