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La temporada de 2021 será inolvidable para Egan Bernal. Probablemente no se recordará tanto como la de su consagración, que fue la de 2019, cuando ganó el Tour de Francia, pero para él significó una especie de “resurrección”, de regreso a la gloria, luego de un 2020 para el olvido, producto de las lesiones y los problemas físicos.
Cuando se subió al primer escalón del podio en París, hace casi dos años y medio, el ciclista cundinamarqués dijo que así ya no ganara nada más, se sentía realizado. Lo dijo en serio, pero no pensó en el alcance de sus palabras. Un año después, cuando los dolores en la espalda le impedían subirse a la bicicleta, entendió que esa victoria en los Campos Elíseos era apenas el comienzo y que, contrario a lo que expresó, necesitaba seguir ganando para sentirse pleno.
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Por eso se enfocó en la recuperación y para 2021 se puso como meta ganar el Giro de Italia, la segunda carrera por etapas más importante del mundo. Respondió a las expectativas y celebró vestido de rosa en Milán, no sin antes vivir un par de semanas de contrastes. Las primeras, sólido, fuerte, intratable. Y la última, de sufrimiento, aguante y coraje.
Ganó con clase, sacó su casta de campeón, pero también mostró su lado humano, el de un deportista disciplinado que, sin embargo, tiene momentos de debilidad.
Líder desde la novena jornada, llegó a la crono de la 21 con la ventaja suficiente para rodar con tranquilidad y terminó un minuto y medio por delante del italiano Damiano Caruso, su inesperado rival. Más atrás quedaron el británico Simon Yates y el ruso Aleksander Vlasov, antes que el colombiano Daniel Felipe Martínez, el salvavidas de Bernal en la llegada de la etapa 17, en Sega di Ala.
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Pero más allá del resultado, títulos de la general individual, por equipos y de los jóvenes, dos victorias de etapa y subcampeonato de la montaña, para Egan la Corsa Rosa significó el regreso triunfal a la élite, la confirmación de su enorme talento, la ratificación de que es uno de los ciclistas llamados a dominar el deporte de las bielas en la próxima década, seguramente al lado del esloveno Tadej Pogacar, el belga Remco Evenepoel, el holandés Mathieu Van der Poel y un puñado de jóvenes más que han desplegado su condición en las mejores carreras del mundo.
“Estoy de vuelta”, dijo aliviado al cruzar la meta a los pies de La Madonnina, la estatua de la Virgen que se encuentra en la cima de la Catedral de Milán.
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En ese momento, todavía con algunas secuelas de los dolores de espalda, pero con el manejo adecuado a punta de terapias, sintió que habían quedado atrás los malos momentos, los problemas físicos, las críticas implacables y los fantasmas que rondaron por su cabeza durante muchos meses de querer y no poder sobre la bicicleta y abajo de ella.
Sufriendo, con el dolor de piernas en las montañas italianas, recuperó el gusto y la pasión por el ciclismo, volvió a disfrutar de las largas jornadas de pedaleo y sufrimiento, de sus apocalipsis.
“Egan es un joven muy talentoso que alcanzó el éxito demasiado temprano. Cuando llegó al equipo tenía una gran sonrisa siempre que corría. Lo primero que tú pensabas al verlo era su gran sonrisa. Y su forma de correr era muy agresiva, hablamos de un corredor carismático. Es importante que encuentre esa alegría de correr otra vez. En mi opinión, todo se resume en recuperar esa sonrisa, el amor al deporte, a los rivales, a competir”, le dijo Dave Brailsford, cabeza del Team Ineos, a El Espectador a principios de año. Un presagio.
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Antes del Giro, Egan Bernal había terminado tercero en el Tour de La Provence y la Strade Bianche, detrás nada menos que de Mathieu van der Poel y Julian Alaphilippe. Y había sido cuarto en la Tirreno-Adriático.
Después de la carrera rosa y de un merecido descanso, corrió la Vuelta a España, esa que buscará ganar en algún momento para igualar a las leyendas que han conquistado al menos una vez las tres grandes: Jacques Anquetil, Felice Gimondi, Eddy Merckx, Bernard Hinault, Alberto Contador, Vincenzo Nibali y Chris Froome. Vaya lista.
G I R O pic.twitter.com/ibdK6rHVDF
— Egan Arley Bernal (@Eganbernal) May 30, 2021
En la ronda, ganada por Primoz Roglic, quedó sexto y en buena parte de la prueba estuvo peleando podio. Cerró la temporada trabajando en Alemania, preparando en velódromo las etapas contrarreloj, que son su talón de Aquiles frente a los grandes rivales que tendrá en el Tour 2022 –su meta, según el equipo Ineos–, Tadej Pogacar y Primoz Roglic.
Por ese maravilloso 2021, Egan Bernal es uno de los nominados al premio del Deportista del Año de El Espectador y Movistar, que se entregará el 6 de diciembre en Connecta, en Bogotá.