El hermanito de Egan Bernal sigue sus pasos

Ronald, de 14 años, marca mejores resultados fisiológicos que los del corredor del Ineos a esa edad. Se prepara con Fabio Rodríguez, el primer entrenador que tuvo el nuevo campeón del Tour de Francia 2019.

Thomas Blanco- @thomblalin
30 de julio de 2019 - 08:54 p. m.
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La mano a la frente del otro, la línea que se dibuja en el pecho y el sentido beso a las manos con los ojos clausurados. El saludo de los dos hermanos de sangre y alma, que más que un saludo es una bendición que llevan como patente desde hace varios años.

Una vez Egan Bernal cruzó la meta en los Campos Elíseos y su sueño de ser campeón del Tour de Francia se hizo tangible, al primero que buscó fue a Ronald, su hermano menor. Un ser humano calcado al ciclista más importante del momento. Instante sublime: los flashes adornaron el círculo más emotivo que se armó en la carrera por etapas más importante del mundo.

A sus catorce años, Ronald está a la estela de Egan. A diferencia de él, arrancó en la ruta y no en ciclomontañismo. Lleva desde marzo pasado entrenando en forma en la escuela de Zipaquirá de Fabio Rodríguez, el primer entrenador de su hermano. Quiere seguir sus pasos, porque Fabio sabe que tiene todas las condiciones.

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“Tengo ilusión en que sea un gran profesional. No por el camino que se le abra por Egan. No lo veo como el hermano consentido del campeón, sino como su propio protagonista, como siempre se lo he dicho. Creo que lo va a lograr”, apunta Rodríguez en diálogo con El Espectador.

Todo empezó en unos intercolegiados de ruta en los que finalizó en la segunda posición. En ese momento, Egan le envió bicicletas de mejor calidad y decidió hacerle exámenes fisiológicos para conocer sus condiciones físicas.

Sorpresa: los resultados arrojaron números inesperados. Fabio sacó su tabla, que es más bien su biblia, y los comparó con los de Egan a esa edad. “Eran muy parecidos, incluso mejores”.

Lo que ha hecho a Egan Bernal un escarabajo moderno es su biotipo. No es el típico pedalista de 1,65 metros de estatura, mide 1,75. Una humanidad que le permite defenderse de gran manera en los terrenos llanos y las pruebas contra el reloj. El largo del fémur es el factor diferencial entre los ciclistas completos y los que no lo son. De hecho, el último pedalista con una estatura menor a 1,70 metros que ganó un Tour de Francia fue Lucien van Impe, en la edición de 1976. La altura de los múltiples ganadores de la ronda gala delata esta premisa: el tetracampeón Chris Froome (1,86), el tricampeón Greg Lemond (1,78) y los bicampeones Alberto Contador (1,76) y Laurent Fignon (1,74).

Y Fabio estima que Ronald, quien ya rasguña la estatura de su hermano, tendrá un mejor biotipo. Las condiciones genéticas y naturales las lleva impresas en su ADN.

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Los números y la ciencia fueron los que catapultaron a Egan al ciclismo profesional. Más específicamente en Italia en el equipo Androni Giocattoli, de Gianni Savio. Un momento trascendental en su carrera. Ocurrió el 16 de septiembre de 2015 en Lissone (Italia), en la llegada de la Coppa Agostini. En un diálogo entre el agente Paolo Alberati y Savio, quien le dijo que buscaba un escalador para su escuadra. “Te lo tengo”. Y señaló a Egan, que miraba al marco de su bicicleta y solo tenía rodaje en el ciclomontañismo. Una hoja de vida que no convenció del todo al italiano.

“Gianni, te voy a enviar los resultados del examen que le hicimos en el Centro Mundial de Ciclismo en Aigle (Suiza) y me dirás lo que piensas”.

Esa noche, al mirar los números, quedó obnubilado. El resultado de VO2Max, que comprende la capacidad de oxigenación de un deportista, era inverosímil para alguien que acababa de cumplir la mayoría de edad: 88,9 de kilo por peso, era mejor que el test de Chris Froome, cuatro veces campeón del Tour de Francia, a los 22 años (84,6).

Lo citó cuatro días después a competir en la Il Piccolo Fiandre. El escepticismo se desvaneció de un tacazo: en la subida final, que era sin asfalto, los dejó a todos tirados y ganó por un margen superlativo. “De inmediato me di cuenta de que tenía una mentalidad madura. Parecía un hombre de treinta años y siempre mostró un gran equilibrio emocional”, señala Gianni. Tres años y medio en la ruta le bastaron para coronarse campeón del Tour de Francia.

Son muchos los hermanos que militan en el pelotón mundial. Los británicos Simon y Adam Yates, los españoles Ion y Gorka Izagirre y los colombianos Dayer y Nairo Quintana, entre otros.

Y son varios los hermanitos de pedalistas colombianos que esperan ganarse su lugar en el World Tour. Los tres de Miguel Ángel López: Luis Alfredo, Diego Andrés y Juan Carlos; Brayan, el de Esteban Chaves; y Julián, el de Juan Sebastián Molano, son algunos de ellos.

Y ahí aparece Ronald, sin hacer mucho ruido, probándose a sí mismo que su futuro es la bicicleta. Aunque aún no lo sabe del todo. “Sufrí mucho al comienzo, pero con el tiempo le he ido cogiendo amor”, sentencia. (Le puede interesar: Egan, un campeón antes de nacer)

Lo único que se sabe, por ahora, es que con sus condiciones fisiológicas y los consejos de su hermano tiene los argumentos para ser un buen ciclista profesional. El futuro es suyo.

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Por Thomas Blanco- @thomblalin

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