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La Vuelta a España llegó a Formigal y, con ella, una vibrante etapa en la que Nairo Quintana y Alberto Contador rompieron la carrera en dos con un ataque a un poco más de 111 kilómetros de meta, en el que Chris Froome y Esteban Chaves se vieron sorprendidos y no pudieron hacer mucho para recortar tiempo. Pero una vez la fracción terminó se vio un gesto que fue más allá de lo deportivo.
La perseverancia de Pablo Sanz
Desde muy pequeño, Pablo Sanz padeció de cáncer. Sin embargo, nunca se desalentó. Siempre fue un enamorado de los deportes, en especial el de las bielas y los pedales. Ese deporte extenuante que lleva a un hombre hasta el límite era su favorito, el que lo desvelaba. Así que ingresó a la Escuela Ciclista de Zaragoza. Su sueño era uno: convertirse en ciclista profesional. Pero el destino seguía ensañándose con él. La enfermedad llevó a que le amputaran una pierna, pero siguió compitiendo. Nada ni nadie le impidieron practicar su deporte favorito, por lo que continuó pedaleando solo con su pierna izquierda.
Tenía todas las cualidades que debe tener un deportista. Era perseverante, constante y luchó sin cansancio. Pero lo que más sobresalió en este joven fue su pasión. Esa fue la que lo llevó a luchar contra todo por cumplir su sueño. Porque para Pablo, rendirse no era una opción. “No me pasa nada, soy un niño normal, simplemente déjame ir en mi bicicleta con mis amigos. Si me caigo me levantaré como todos y seguiré, no quiero lágrimas, quiero vivir el momento y disfrutar”, le dijo alguna vez a su siempre preocupado padre.
Su ciclista favorito era Esteban Chaves. La sonrisa del colombiano lo cautivó en La Vuelta a España de 2015 y desde entonces siguió al bogotano y al equipo Orica. Quería ser como el bogotano. Seguir sus pasos y cruzar la meta sonriendo, como siempre lo hace el actual líder de la escuadra australiana. “He vivido a tope he sido muy feliz y he realizado todo lo que me gustaba. A todos los que me conocieron les mandó mi fuerza para que sean felices y nunca se pongan límites, siempre no se gana, pero hacerlo, intentarlo y sobre todo disfrutarlo es la mayor de las victorias”, fue el mensaje de vida de este joven de 12 años.