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"No tenemos resultados analíticos adversos", declaró la directora de la Fundación, la italiana Francesca Rossi, en Aigle, Suiza, sede de la Unión Ciclista Internacional.
Con la prudencia habitual, se negó a afirmar que la edición 2013 de la Grande Boucle haya sido "limpia", teniendo en cuenta que los progresos de la ciencia podrían demostrar lo contrario si se realizan las muestras, que en general se conservan ocho años.
Según ella, la falta de positivos se debe a una política audaz de controles que ha tenido un efecto disuasivo, y no a las lagunas de la lucha antidopaje, como algunos podrían creer.
"Hemos cambiado de estrategia. Hemos sido impredecibles, y los corredores se han dado cuenta de ello", añadió.
"En general controlábamos al maillot amarillo, al vencedor de la etapa y a otros dos elegidos al azar, pero este año hemos cambiado todo. Hemos estado más presentes por la noche, y hemos insistido en controlar a corredores a partir de informaciones que teníamos. Estábamos ahí cuando no nos esperaban. Y esto ha estado claro desde el principio", explicó.
En total se recogieron 622 muestras, de las cuales 443 sanguíneas y 179 de orina.
En cuanto a las sospechas sobre el ganador, el británico Chris Froome, respondió: "Lo hemos controlado mucho".
"Es importante que un corredor que va bien sea controlado en consecuencia", argumentó.
Pat McQuaid, presidente de la Unión Ciclista Internacional (UCI), dijo que no tiene dudas sobre el gran líder del equipo Sky.
"Chris Froome es un corredor limpio, y pienso que seguirá siéndolo", dijo el presidente de la federación.
El irlandés, presidente de la UCI, valoró como "una buena noticia" la ausencia de resultados positivos en los controles.