Fabio Parra, el primer campeón moral del Tour de Francia

El boyacense fue el primer colombiano en subirse al podio de la carrera por etapas más importante del mundo. Los dos hombres que le ganaron tuvieron problemas de dopaje. Eso ya no importa, ya soltó lo que pudo ser y no fue.

Thomas Blanco - @thomblalin- tblanco@elespectador.com
15 de diciembre de 2019 - 03:00 a. m.
El boyacense, tercero en un Tour de Francia, también fue subcampeón de la Vuelta a España de 1989.  / Nelson Sierra Gutiérrez
El boyacense, tercero en un Tour de Francia, también fue subcampeón de la Vuelta a España de 1989. / Nelson Sierra Gutiérrez

A esta altura de su vida, con seis décadas encima, Fabio Parra, con la sapiencia que dictan los años, aprendió el valor de soltar. Desprenderse de lo que pudo, tal vez debió, e injustamente no fue: ser el primer campeón colombiano del Tour de Francia en 1988, un bálsamo de esperanza en el año antesala de 1989, el más violento y burdo en la historia de nuestro país.

En los papeles quedó como el primer escarabajo en subirse al podio de la carrera por etapas más importante del planeta, en el imaginario colectivo como el primer campeón moral del Tour de Francia, migaja de premio de consolación en un país acostumbrado a los casis, a los “nos robaron”, a los triunfalismos antes de participar. Que este año rompió ese árido statu quo: Egan Bernal se quedó con el título. Y todavía parece una vil mentira.

Fabio fue tercero en ese Tour de 1988, por detrás del ganador, el español Pedro Perico Delgado. Y del subcampeón, el holandés Steven Rooks.

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Perico, en la tercera semana de carrera, dio positivo en el control al dopaje, hubo oscurantismo, no se develó la sustancia. Susurros en los hoteles, en el pelotón, pero a fin de cuentas un silencio cómplice. Nadie quiso hacerle daño al pedalista español. No pasó nada. Y una década después el neerlandés, sin pudor, sin vergüenza, admitió en un programa de televisión de su país, en vivo y en directo, haberse dopado con testosterona y anfetaminas. Tampoco pasó nada, Fabio siguió tercero. “Uno ya entiende todo: esos eran superhumanos, por más que uno se preparara, no podía resistirles el ritmo. Hoy las cosas son diferentes, ya podemos ganarles”, dice en entrevista con este diario.

Lo han buscado abogados, dirigentes y periodistas. La verdad es que sí lo han llamado; propuestas, nada más que eso. Diligencias para entregarle ese Tour de Francia, pero Fabio los ha mandado al carajo, no le interesa, ya se liberó de esa carga innecesaria. “Eso ya pasó, lo que fue fue y toca dejarlo así, tengo la conciencia tranquila. Se intentó, era una época distinta. Sí, campeón moral de pronto, pero no más. A esta altura tener esa disputa no me parece bien, la idea era ganar en franca lid”, agrega.

Una competencia en la que tuvo todo en contra suya. Desde antes de partir, pues la hoja de ruta tenía cinco pruebas contra el reloj, repartidas en un total de 185 kilómetros. Una locura. Y luego, en la novena jornada, sufrió una dura caída, puntos en la cabeza. Tiempos en los que no se usaban cascos. Otra locura. Después, en la etapa del mítico Alpe D’Huez, cuando iba a tope para ganarla, unas motos de la organización se le atravesaron y lo frenaron, le quitaron el impulso. Lo pasaron y nadie dijo una palabra. No pasó nada, otra vez. Pero luego, en silencio, ganó la etapa 11 y terminó en la tercera casilla de la clasificación general. “No sé cómo no me retiré, estuve a punto. Seguí y pasó de todo: tal vez son cosas que son destinadas a pasar”.

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-Fabio, no fue usted, ¿pero cree que ese triunfo de Egan es una deuda saldada de Colombia, también suya, con el Tour de Francia?

-Sí, para mí fue una gran alegría ese triunfo. Cada vez se veía menos lejos, creo que dejamos algo nosotros desde hace 30 años. Era un triunfo que había sido muy esquivo.

Hay quienes dicen que fue más lo que le quitaron a Fabio que lo que celebró. En 1989, un año después de ese cataclismo nacional, en la penúltima etapa de la Vuelta a España era virtual campeón. Sobre el cierre de la jornada, cuando Perico -otra vez Perico- estaba vencido, sin fuerzas, el ruso Iván Ivanov, de otro equipo, con otros españoles, formaron una coalición particular y lo llevaron a la meta, le dieron el título. Las cámaras de televisión captaron cómo después el español le entregó un sobre con dinero al ruso. Lo que sí no es debatible es que Parra merece un lugar más amplio en los estantes de la historia.

El artífice de un primer podio que tardó 25 años en emularse: Nairo Quintana fue segundo en la edición del Tour de 2013. Ese es el valor de Fabio Parra, homenajeado con el premio de Vida y Obra en el Deportista del Año de El Espectador. Hoy por hoy, su despertador sigue sonando a las cinco de la mañana para salir a montar bicicleta por las carreteras de Sogamoso, su Sogamoso, y las periferias de Bogotá. Como si el tiempo no hubiera pasado, pero solo que ahora, con la piel de traje y corbata, desde las ocho y media, pues ahora trabaja por los deportistas de su departamento como gerente de Indeportes de Boyacá. Pero el tiempo pasó y Fabio soltó, se quedó con lo que fue y no con lo que pudo haber sido.

Thomas Blanco - @thomblalin

Por Thomas Blanco - @thomblalin- tblanco@elespectador.com

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