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Es un hombre de familia, con un amor indescriptible hacia su esposa y sus dos hijas, a quienes cuida, consiente y mima. Ellas son su inspiración, su razón de vivir, de sudar y dar hasta el último esfuerzo sobre una bicicleta. Por ellas subiría nueve o diez veces al día La Línea y el alto de Minas si fuera necesario para que no les faltara nada. Así es Camilo Gómez, ciclista del equipo Coldeportes Claro, quien además se destaca en el pelotón de la Vuelta por su buen humor y su barba: “A mi esposa le gusta que yo ande así y me aconsejó que me la dejara”.
Siempre anda sonriente y es muy expresivo, cualidades que lo han ayudado a ser un buen líder dentro de la competencia y que hoy, cuando faltan dos etapas para finalizar la Vuelta a Colombia, lo tienen entre los pedalistas con opción de ganar la edición 65. Pero todas las fortalezas que se le han visto a lo largo de estos días se las debe al trabajo que realizó desde niño con su padre, Celso Gómez, en Sogamoso.
Desde muy pequeño fue él quien lo guió para que se enamorara del deporte de las bielas, y el bicicrós fue su primera opción. La cuarta posición en un campeonato nacional juvenil en Bogotá hizo que se enamorara más de este deporte e incluso, junto con sus amigos de infancia, Mauricio y Diego, solía salir a montar en una pista de motocrós. “Saltábamos el morrito de siempre y jugábamos a ver quién llegaba más lejos”, recuerda.
Nada lo había frenado en el bicicrós, ni siquiera una fuerte caída que terminó con el manubrio de la bicicleta incrustado en su pierna. No obstante, cuando quiso participar en los intercolegiados, este deporte no era una de las competencias, así que, para no perder el rumbo, se inclinó por el ciclismo, algo que puso contento a don Celso Gómez, quien siempre fue un aficionado de montar en bicicleta. Tanta fue la alegría que un día invitó a Camilo a andar con él e incluso llegó a prestarle su sagrada cicla de carreras para que se entrenara.
Los resultados llegaron rápido. En su primer intercolegiado logró quedarse con dos medallas, en su segunda participación se colgó seis preseas y después, a los 12 años, corrió su primera carrera en una clásica salesiana en Duitama, en la cual terminó décimo. Sin embargo, esto no le impidió disfrutar su infancia, aunque una de las actividades siempre fue salir a montar en bicicleta sin rumbo. En la cuadra, con sus amigos, jugaba fútbol, escondidas, bodoqueras y guerra con pistolas de agua.
Pero Camilo siempre fue estricto con su formación y de la mano de su padre siguió la carrera como ciclista. Hasta que el equipo Lotería de Boyacá sub-23, que no lo había firmado, lo llevó para que corriera la Vuelta de la Juventud. “Tuve una buena presentación. Gané la primera etapa y fui líder parcial. Terminé noveno”, recuerda con una sonrisa Gómez, quien en ese tiempo corría con Edwin Parra, Abacú Vargas, Freddy Piamonte, John Martínez y Freddy Montaña.
Curiosamente esa fue la primera vez que corrió con un equipo de Boyacá, porque después Coordinadora se lo llevó. A los 17 años le hizo un contrato por un millón de pesos, pero lamentablemente, debido a unos problemas con los patrocinadores que terminaron disolviendo al equipo, tan sólo le pagaron la mitad del año: “Fue difícil porque mi esposa (en ese entonces mi novia) ya estaba embarazada y el gasto fue en pañales, leche, cuna y todo lo que necesitaba la niña”.
Fueron momentos duros porque estaba lejos de su hija. Debido a la falta de ingresos, su novia vivía en su casa y él en la de sus padres, pero con el tiempo, y tras demostrar sus capacidades sobre una cicla, EBSA se interesó en él. Entonces encontró un lugar donde vivir con su esposa. “El sueldo nos permitió organizarnos”. A pesar de ser papá tan joven siempre tuvo todo bajo control, incluso se dio la oportunidad de tener una segunda hija. Ahora Valentina, con 13 años, y Jimena, con 8, son la luz de sus ojos.
Después pasó por el GW Shimano, gracias a Luis Alfonso Cely, y también corrió con Formesan y Coldeportes Claro. Las puertas para Europa se entreabrieron gracias a Libardo Leyton, pero por un papel nunca se dieron las cosas; sin embargo, ese es un viaje que no trasnocha a Camilo Gómez, por su familia: “Si se da la oportunidad, claramente la aprovecharé 100%, pero no es que tenga que estar allí. Aquí me siento bien, estoy en un buen equipo, así que no veo la necesidad”.
Con todo cuadrado en su vida personal y con un buen palmarés a nivel profesional, en el cual se destaca la victoria del Clásico RCN en 2013, Camilo Gómez corre la Vuelta a Colombia con la ilusión de una victoria. Aunque su inicio de temporada no fue el mejor, ya logró una etapa en Riosucio y ahora lo desvela el trofeo de campeón. “Ya me metí entre los favoritos y hasta el último instante no daré el brazo a torcer”, finaliza con ilusión el pedalista que sueña con hacer el doblete: Vuelta a Colombia y Clásico RCN.