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El noruego Alexander Kristoff, el mismo que sorprendió en la última Milán-San Remo, sacó oro con un ataque lejano en el esprint que le condujo al triunfo en la duodécima etapa del Tour de Francia, la antesala de los Alpes, donde el italiano Vincenzo Nibali entrará con el maillot amarillo.
Kristoff, de 27 años, entró eufórico golpeándose el pecho. El Tarzán de Oslo soltó antes que nadie el órdago y no admitió más discusión. Les sacó casi una bicicleta al eslovaco Peter Sagan y al francés Arnaud Demare. Era el estreno en el palmarés del Tour para el compañero del español Purito Rodríguez en la escuadra rusa.
El trayecto de 185 kilómetros entre Bourg en Bresse y Saint Étienne era una llamada a los aventureros y a los esprínters antes de las etapas alpinas. Los favoritos se reservaron en una jornada que se cerró con una media de 40 por hora, de intenso calor, que no afectó la general.
Los Alpes se abren con dos llegadas en alto consecutivas. Nibali entra de capo con una renta de 2.23 sobre el australiano Richie Porte y 2.47 con Alejandro Valverde, sus rivales directos, sus enemigos, los que anuncian ataques para tratar de acabar con un Tiburón que de momento nada en aguas tranquilas.
Nibali va entrando en la historia, paso a paso, camino de París: con 10 días de amarillo, ya es el sexto corredor italiano en cabeza de la general históricamente, superado por ilustres como Magni, Botecchia, Bartali, Coppi y Gimondi.
Ayer, el líder del Tour de Francia se vio obligado a responder a preguntas sobre el dopaje y el sombrío pasado de su equipo, el Astana, en ese capítulo: “En el pasado se han cometido errores, pero es el pasado. Ahora hay una nueva generación que está demostrando que quiere cambiar el ciclismo y que se somete al pasaporte biológico, a los controles por sorpresa, incluso en tu propia casa. Creo que es un ciclismo mejor, más limpio”.
Nibali reconoció que sigue habiendo casos aislados de “imbéciles” que dan positivo, pero sin querer ser el portavoz de todo el pelotón afirmó que hay una clara voluntad de cambiar las cosas.
El italiano justificó su presencia en el Astana, un equipo que fue excluido en 2008 del Tour de Francia por la multiplicación en su seno de casos de dopaje, incluido el de su actual director, Alexandre Vinokurov: “Si estoy en el Astana es porque ha invertido mucho en crear un equipo de italianos para devolver el crédito al equipo. Estoy en el Astana porque me han dado la posibilidad de construir un grupo importante que me permite luchar por el Tour, el Giro y la Vuelta”.
Nibali afirmó no conocer bien las dos etapas alpinas que se avecinan, pero señaló que la más peligrosa será la segunda, con final en el puerto de Risoul, de categoría especial.