Marlon Pérez y la satisfacción de ser los ojos de Nelson Javier Serna

El ex ciclista antioqueño tomó la decisión de ser el guía de su coterráneo en el tándem y, hoy en día, tras dos años de trabajo, son los campeones del mundo en esta modalidad.

Redacción deportes
22 de marzo de 2018 - 11:00 a. m.
Serna (izq.) y Pérez luego de obtener el oro en Sudáfrica, en 2017.  / Fedeciclismo
Serna (izq.) y Pérez luego de obtener el oro en Sudáfrica, en 2017. / Fedeciclismo

Más allá de los dos metros de distancia, Nelson Javier Serna ve muy poco, casi nada. Así tuvo que aprender a vivir desde los ocho años, así ha vivido durante 24, con la necesidad de la cercanía para identificar formas, colores, personas. Nelson Javier y Marlon Pérez se conocieron hace dos años. Uno y la historia de la violencia en Urrao, Antioquia, el huir para sobrevivir. El otro y su positivo por dopaje, el hábito de la bebida, las rondas interminables de alcohol, el tomar sin pudor.

Ambos se encontraron en el momento preciso, pues Nelson se la pasaba contra el asfalto por su incapacidad de ver, y Marlon estaba buscando un cambio en su vida. Y aunque el medallista de oro en la prueba contrarreloj en los Juegos Panamericanos de Guadalajara, en 2011, tuvo opciones para correr en un equipo colombiano, hasta de formar parte del cuerpo técnico de una escuadra, dijo que no para ayudar a Nelson Javier, para ser sus ojos, para ver por él. (Le puede interesar: Nelson Serna y Marlon Pérez, campeones del mundo en tándem)

“La sincronización va más allá de los cambios y del pedaleo. También tenemos que estar concentrados en los momentos, en las fuerzas del otro, la alimentación, todo. Nelson Javier ha aprendido, en este tiempo que llevamos trabajando juntos, que no siempre, en la vida, es necesario ver las cosas. A veces basta con sentirlas para entenderlas de una mejor manera”, dice Pérez, el hombre que regresó al ciclismo para beneficio de sí mismo y, tiempo atrás, para la gracia de alguien más.

Nelson Javier, licenciado en educación física de la Universidad de Antioquia, lleva siete años montando bicicleta; Marlon, más de 20. Han logrado que la preparación sea un tejido de hábitos, de comer lo mismo para tener el peso adecuado, de entrenar juntos para que el cuerpo de uno entienda el ritmo y la intensidad con los que puede andar el del otro. “Tenía el cuerpo lleno de raspones, por las caídas que tenía mientras conocía un nuevo lugar de entrenamiento. Ya después, sabiendo los obstáculos, era más fácil rodar. Ahora, con Marlon, eso ha cambiado, porque él va adelante, es más fuerte, tiene más experiencia”.

En Sudáfrica, hace un año, esta pareja fue más rápida que las europeas, rodó con mayor tranquilidad y logró el título mundial en el tándem, una modalidad que era poco conocida en Colombia y en la que se compite con una bicicleta de dos puestos. “Ya les llevábamos más de un minuto de ventaja y quedaban ocho giros en el circuito. Sabía que no nos iban a descontar ese tiempo y entonces le tocaba la pierna a Nelson Javier para que mantuviera el ritmo. No me dijo nada hasta el final, cuando cruzamos la meta”.

Ha sido tan buena la experiencia, que Nelson Javier y Marlon ya no sólo compiten en pruebas paralímpicas. De hecho, hace un año participaron de una carrera élite en la que compartieron con los mejores pedalistas de nuestro país. “La idea era que la gente conociera esta modalidad. Que se dieran cuenta de que también somos corredores profesionales, que nos preparamos como los demás y que podemos estar a su altura”, apunta Pérez.

El matrimonio del deporte, como lo llama Marlon, tendrá un 2018 muy activo. Por eso, en estos momentos, participan en el Mundial de Pista del tándem en Río de Janeiro, Brasil, pues su capacidad de rodar no sólo es en la ruta, sino también en el velódromo. “Es diferente, pero hemos entrenado para esto y sé que podemos tener una gran actuación”, dice Pérez. Nelson Javier Serna y Marlon Pérez, dos personas que se encontraron en el momento que ambos se estaban necesitando. Uno para tener un guía, alguien de experiencia que lo llevara por el camino del trabajo, y el otro una segunda oportunidad de sentir la adrenalina de la competencia, el frenesí de pelear cosas grandes. Y juntos, con una sola mirada, lo están logrando.

Por Redacción deportes

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