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Tenía que ser el 20 de julio, cuando celebramos nuestra fiesta nacional. El día en el que en cada hogar se iza la bandera tricolor fue el que Nairo Quintana escogió para convertirse en héroe de la patria.
Ayer, 30 años después de la primera participación colombiana en el Tour de Francia, la carrera por etapas más importante del mundo, el boyacense, de 23 años, logró una de las mayores hazañas deportivas de la historia: ganó la vigésima etapa, ascendió al segundo lugar en el podio general y se aseguró los título en las clasificaciones de la montaña y los jóvenes.
Mejor, imposible. El colombiano fue la gran figura de una jornada transmitida en directo para 148 países, con una audiencia potencia de mil millones de personas. En la subida a Semnoz demostró la experiencia y madurez de un veterano, pero también el hambre y la picardía de un juvenil. Planteó perfectamente la carrera y se quedó con todos los premios a los que podía aspirar.
De paso, completó la mejor actuación individual de un escarabajo en la Grande Bouclé y superó el único podio nacional hasta el momento, el de Fabio Enrique Parra en 1988.
La de ayer, fue la victoria de etapa número 14 de un colombiano en el Tour. La primera la consiguió Lucho Herrera en el Alpe-d'Huez y la más reciente había sido la de Mauricio Soler, en 207, con llegada en Briançon.
La diferencia con todas las anteriores, sin embargo, radica en que la de Quintana le sirvió además para consagrarse campeón de la montaña, con 147 puntos, 11 más que el británico Chris Froome, líder de la carrera; y asegurar el título de los jóvenes, categoría en la que le sacó más de 13 minutos al estadounidense Andrew Talansky y cerca de 15 al polaco Michal Kwiatkowski.
Como si fuera poco, también le permitió desbancar del segundo lugar de la general al español Alberto Contador, doble ganador de la prueba, a quien le sacó dos minutos y 28 segundos en la fracción.
Gracias a su brillante actuación en las 19 etapas que iban del Tour, Nairo tenía paralizada a Colombia. Ayer, millones de personas siguieron en directo su actuación con la esperanza de que las fuerzas le alcanzaran para brillar.
Pero el pedalista, nacido en Cómbita el 4 de febrero de 1990, superó todas las expectativas. Ni el más optimista de los aficionados o especialistas presagiaba una jornada tan gloriosa. El colombiano no solamente ratificó su enorme talento, sino que presentó su candidatura al título de una carrera grande en el futuro, tal vez más temprano que tarde.
Y lo hizo además porque contó con el respaldo de un equipo sólido y de mucha categoría, el Movistar, que durante más de 100 kilómetros le preparó el camino para el ataque final. Incluso su jefe de filas, el español Alejandro Valverde, a quien un pinchazo le costó la cerrare, festejó el éxito del colombiano como propio.
“Se lo merece. En este Tour ha demostrado de qué está hecho. Es un corredor con un tremendo futuro que se merece todo lo bueno que le está pasando”, señaló el ibérico, quien apenas trabajó para el boyacense en la última semana.
Ayer, Nairo, quien corre su primer Tour, les dio una lección a todos sus rivales y llegó en solitario a la inédita cima de Semnoz, un premio de montaña fuera de categoría.
En la fracción, el británico Chris Froome, del equipo Sky, confirmó su liderato y el español Joaquim Purito Rodríguez, del Katusha, ascendió al tercer puesto de la general.
La batalla entre Froome, Quintana y Rodríguez comenzó a 12 kilómetros de la meta, cuando el español rompió con un ataque el lote de los favoritos. Quintana respondió primero y luego Froome los alcanzó, pero nadie más fue capaz de seguirles la rueda.
Así continuaron durante casi media hora, cada uno pensando en su beneficio. Froome aseguraba el título, Quintana ascendía al tercer lugar y Purito, que era el que ponía el ritmo, se metía en el podio.
Y en el último kilómetro el británico lanzó un ataque, pero no fue contundente. Nairo se dio cuenta de que el hombre vestido de amarillo no venía tan fuerte y contragolpeó a 700 metros de la meta. El español lo había dado todo y no respondió.
El colombiano se fue entonces por la gloria. La etapa que le había sido esquiva, estaba ahí, a la vuelta de la esquina. Pedaleó tranquilo, casi sin pararse en los pedales. Con una facilidad asombrosa, pero seguramente con mucho esfuerzo. Y, eso sí, con la energía que le mandaban desde Colombia 47 millones de compatriotas.
Cruzó la meta, levantó los brazos y miró al cielo. Misión cumplida. El boyacense les respondió a su equipo y a su país. Apenas ahí mostró un gesto de alegría, porque durante el ascenso su rostro no evidenció sentimiento alguno.
El cóndor colombiano, ese mismo que se impuso en el Tour de L’Avenir en 2010, se posó en la cima de Semnoz, cerró sus alas y, tras un muy breve descanso, comenzó un ritual al que se ha acostumbrado, el de la ceremonia de premiación.
Después fue a atender a la prensa durante casi una hora y luego a descansar, porque hoy, en los Campos Elíseos de París, tendrá una cita con la historia. Su nombre y el de Colombia estarán en el podio de la Ciudad Luz, para orgullo de una nación humilde y luchadora como él. Quintana, es el hombre del momento, pero apenas tiene 23 años. Hay Nairo para rato.