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Óscar Sevilla, el español que se enamoró de Colombia

El último bicampeón de la Vuelta se radicó en 2008 en el país y desde entonces ha logrado brillar con equipos como Orgullo Antioqueño, Formesan y EPM Une en tierras nacionales gracias a la inspiración de su esposa.

Jesús Miguel de la Hoz, enviado especial
15 de agosto de 2015 - 01:00 p. m.

Dicen que muchos extranjeros se enamoran de Colombia cuando vienen a ella, de sus paisajes y de la atención de la gente. Y es cierto, este país tiene cualidades de sobra para quererlo y una de las que más se destacan es la belleza de sus mujeres. Esto lo puede confirmar Óscar Sevilla, ciclista español que corre en el EPM Une y quien en su primer día en la Vuelta a Colombia de 2008 quedó flechado por los dardos de Cupido.

“Desde que llegué a Barrancabermeja me cambió la vida para bien. Allí conocí a Ivonne Agudelo, quien me ha hecho más positivo, más feliz, con quien formé una gran familia, y estoy contento de ese destino que me dio la vida”, resalta con un brillo peculiar en los ojos. Al comienzo sólo se sentaba en el lobby del hotel a verla pasar, la miraba y se reía, hasta que un día se decidió:

—Voy a ganarme una etapa para que me des dos besos —le prometió.

El destino tenía todo fríamente calculado, puesto que ese 20 de mayo, en una etapa que empezó en Caldas (Antioquia) y terminó en Manizales, con 173 kilómetros de recorrido, Óscar Sevilla ganó e Ivonne lo recompensó con dos besos. Ese momento fue vital para que, después de finalizada la competencia con un circuito en Cali, el español fuera más contundente.

—Voy a quedarme a conocerte —dijo.

Ese fue el comienzo de un cambio de 180 grados en la vida de Sevilla. La conoció y el gusto fue mutuo. Después de varias cenas, almuerzos y viajes decidieron unir sus vidas y conformaron una familia, la cual se les creció con el nacimiento de dos niñas, Luna y Mia, que son la luz de sus ojos.

El nacimiento de una pasión

Ossa de Montiel (Albacete, España) no es un pueblo muy conocido en España. Apenas supera los 2.500 habitantes. No obstante, este lugar vio nacer el 29 de septiembre de 1976 al último bicampeón de la Vuelta a Colombia. Óscar Sevilla se crió en las pequeñas calles con un sueño en mente: ser ciclista profesional.

Ese gusto nació con la televisión. La Vuelta a España de 1988 es su primer recuerdo de haber seguido una competencia y a partir de allí se le metió en la cabeza que quería ser como esos hombres que parecen inmunes al dolor y la exigencia. Quería montar un caballito de acero y triunfar: “Crecí viendo y siguiendo a Lucho Herrera, Miguel Induraín y Fabio Parra, así que se me metió en la cabeza que quería hacer lo que ellos hacían”.

Esa pasión lo llevó a las calles de Ossa de Montiel. Aunque ese deporte no era muy común allí, salía a montar con una gorra antigua de ciclista y en una bicicleta que le quedaba un poco grande, a imaginarse que era pedalista y ganaba una grande. “Alzaba las manos después de la línea de llegada. Yo era el ganador de la Vuelta”, resalta Sevilla, quien en ese tiempo no sabía nada del deporte, sólo tenía las ganas y la pasión.

Y eso le bastó para ir paso a paso, ascendiendo categoría tras categoría, para hacer que todos los ojos se posaran en él, después de pasar por Seguros Solís y la selección de España sub-23. Pero el servicio militar obligatorio lo frenó, dio con un sargento antideportivo que siempre lo miró despectivamente y lo puso en la policía a hacer guardias de 24 horas (de 3:00 a 3:00 p.m.), y su calendario era 27 días en el monte y cuatro días en la casa, de los cuales pasaba dos viajando, así que ganó peso y vio cómo su sueño se iba diluyendo.

Cuando volvió, aunque no tenía las mismas condiciones, a punta de ganas y berraquera ganó la carrera Clásica Alama de Murcia (circuito por la mañana y cronoescalada por la tarde) con el equipo Kelme sub-23, que lo aceptó sin contrato, única y exclusivamente para que le trabajara al líder del equipo en esa carrera. Por esta razón volvieron a lloverle ofertas y se quedó con ese equipo, donde debutó como profesional.

Allí ganó la clasificación de los jóvenes en el Tour de Francia y fue segundo en la Vuelta a España en 2001. Se convirtió en capo del equipo. Conoció a uno de sus mejores amigos, Alejandro Valverde, y también a Santiago Botero, quien le enseñó las primeras colombianadas. “La primera palabra que aprendí fue ‘marica’. Era una de las que más utilizaba Santiago”, recuerda con una sonrisa.

Desde su llegada a Colombia lo ha ganado todo, se ha caracterizado por ser un pedalista que nunca da el brazo a torcer. Su mira siempre estuvo en ganar una Vuelta a Colombia y en 2013 y 2014 lo logró. “Había querido ganarla, y cuando lo hice en 2013 quedé en paz, me dije: objetivo cumplido. Porque a mi parecer esta es una de las competencias más difíciles del mundo, por su recorridos, por sus ascensos, descensos, y porque no te da descanso: durante los 15 días vas a 1000 por hora”, finaliza el español, quien hoy tiene la última oportunidad con la cronoescalada para vestirse de amarillo y lograr el triplete.

Por Jesús Miguel de la Hoz, enviado especial

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