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Primoz Roglic, el águila del ciclismo

Este domingo conquistó el Giro de Italia, en el que Colombia tuvo una destacada actuación con Éiner Rubio y Santiago Buitrago, ganadores de una etapa cada uno y metidos en el “top” 15 de la general.

Carlos de Torres
28 de mayo de 2023 - 11:38 p. m.
El ciclista esloveno Primoz Roglic (de 33 años) ganó el Giro de Italia 2023. Hace cuatro años había sido tercero. / AFP
El ciclista esloveno Primoz Roglic (de 33 años) ganó el Giro de Italia 2023. Hace cuatro años había sido tercero. / AFP
Foto: AFP - LUCA BETTINI

Primoz Roglic, ganador del Giro de Italia y tres veces de la Vuelta a España, es por derecho propio el águila del ciclismo. También se le podría considerar el ave fénix que siempre resurge, aunque no haya llegado a ser pura ceniza, pues acaba de salir de Roma con la maglia rosa. Desde 2021, con la ronda española, no ganaba una grande y ahora suma la cuarta. Las decisiones y el ADN del águila esloveno lo hicieron posible.

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Roglic tiene en su web un logotipo de una rueda de bicicleta con alas. El ganador del Giro voló siendo juvenil con los esquíes hasta los 22 años, y después siguió volando; primero con la imaginación, y luego con la bicicleta. En el águila eslovena impera la ambición, nacida de un reto personal y pulida con el trabajo.

El águila real americana vive hasta 70 años, pero para llegar a esa edad, hacia los 35 tiene que tomar una decisión, ya que sus uñas y su pico no tienen suficiente capacidad para atrapar a las presas. Las alternativas son enfrentarse a la muerte o asumir un proceso de renovación de cinco meses para recuperar su poderío.

Un hombre que nunca se rinde

En los últimos años Roglic ha alternado éxitos con decepciones muy serias, pero su vuelo nunca se ha detenido para tomar impulso, ni cuando era saltador de esquí, o duatleta, ni al empezar a montar en bici a los 21 años, cuando nadie creía en él. Algunas dificultades lo han frenado, pero siempre salió reforzado, como las águilas.

Apenas 10 años después de dedicarse en serio al ciclismo, su palmarés habla por sí solo: tres vueltas a España, segundo en el Tour 2020, Giro de Italia, Lieja Bastoña, dos vueltas al País Vasco... Unos logros que llevan el sello de su ambición.

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El esloveno es un tipo calculador, metódico, frío, aunque no se puede decir que sea antipático porque no sonría con facilidad en público o ante la prensa. Prefiere la discreción y expresarse en la carretera. Se hizo ciclista en el entorno de Liubliana, en el equipo continental Radenska, donde entró en 2012. El excorredor esloveno Andrej Hauptman fue el primero en escuchar al corredor. “Me dijo que había dejado el esquí, que había descubierto el ciclismo y quería ser profesional. Pensé que eso era imposible, pero él insistió. Lo mandé al equipo aficionado y le dije que tenía que comprarse la bici y pagar la licencia, y que eso le iba a costar 5.000 euros. Era una excusa para quitármelo de encima”, recuerda Hauptman.

Pues no se lo quitó de encima y recibió una llamada de Roglic: “Hola, soy Primoz Roglic, ¿se acuerda de mí? Tengo el dinero y la bicicleta”. Le pidió los 5.000 euros a su padre y se puso a trabajar en un supermercado para reunir la cifra.

El técnico apenas daba crédito al ver los primeros pasos de aquel proyecto de corredor. “Llegó con una bici Wilier que pesaba un kilo más que las de sus rivales. Se caía mucho, no sabía comer sobre la bici, era un poco desastre”.

Estudió en la escuela secundaria de economía en Kranj y luego en la Facultad de Ciencias Empresariales. Nunca pasó a recoger los diplomas, prefirió probar seis meses en el equipo Adria Mobil y convertirse en profesional.

“Hizo unos ensayos impresionantes; lo fichamos, claro, y estuvo dos años con nosotros. Recuerdo que para él cada carrera era una final, lo daba todo”, comenta Bojdan Fink, quien era el jefe de la escuadra.

Roglic aterrizó en 2016 en su equipo actual —entonces llamado Lotto Jumbo—, y en sus dos primeras temporadas dio muestras de su gran clase, sobre todo en los esfuerzos a cronómetro. En el Giro de Italia ganó una crono de 40 km y se proclamó campeón nacional en esa modalidad.

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En 2017 lanzó otro aviso al ganar una etapa en el Tour, la Vuelta al Algarve, dos etapas en el País Vasco y plata mundial contrarreloj. Un año después volvió a ganar en el Tour, y la general de Romandía y País Vasco.

Ya estaba lanzado, hasta que se proclamó ganador de su primera grande en la Vuelta 2019. Y además alcanzó otro galardón de oro: se convirtió en el padre de Leo.

En el Tour de Francia 2020 el objetivo era el maillot amarillo en París. Él y su equipo dominaron la carrera y estuvo 10 jornadas de líder, pero el penúltimo día su compatriota de 21 años Tadej Pogacar le cortó el vuelo. Fue segundo en aquella maldita crono de La Planche des Belles Filles.

Un sablazo terrible para Roglic, pero que le duró aquella tarde y poco más, ya que un águila nunca deja de volar. En 2020 y 2021 volvió a ganar la Vuelta y el oro olímpico en Tokio.

En 2022 ganó la París Niza y el Dauphiné, pero abandonó el Tour y la Vuelta. No fue su año, pero buscó el reciclaje para afilar las uñas, como el águila.

Este año ganó la Tirreno Adriático y la Volta a Cataluña como aperitivos antes del Giro, adonde llegó como favorito al lado de Remco Evenepoel.

El covid sentenció al joven belga antes de la décima etapa cuando vestía la maglia rosa. Entonces el protagonismo lo asumió Geraint Thomas, líder casi la mitad del Giro, pero Roglic, quien sabía mejor que nadie lo que podía significar la cronoescalada del Monte Lussari, se guardó en la manga la carta ganadora.

No brilló en las cumbres, pero el águila eslovena apareció el día D a la hora H, la de clavar las garras en la presa que todos perseguían: el Giro de Italia. El vuelo de Roglic continúa.

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Por Carlos de Torres

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Hannibal(11732)29 de mayo de 2023 - 11:51 a. m.
Inexcusable la improvisación en el columnista. La alusión al enorme cambio que vive el águila real americana quedó en la introducción. Parece improvisación.
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