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Rigoberto Urán corre a contracorriente. En un ciclismo obsesionado por los datos que ofrecen los potenciómetros instalados en las bicicletas, el colombiano afronta el Tour de Francia 2020 sin esos aparatos, fiándose exclusivamente de sus sensaciones.
Para ello cuenta con su experiencia, labrada en 19 grandes vueltas, en las que ha aprendido a conocer su cuerpo y a analizar la carrera.
“Los datos que te ofrecen esos ordenadores son importantes cuando uno está preparándose, pero una vez aquí,...”, respondió durante la segunda jornada de descanso el jefe de filas del Education First, tercero de la general a 1.34 del líder, el esloveno Primoz Roglic.
Ciclista de raza, el de Urrao prefiere mirar la carrera y escuchar a su cuerpo, al tiempo que ahorrarse unos gramos en la bicicleta.
“Por tema de peso de la bici me gusta quitar los vatios, sobre todo la tercera semana del Tour. En ese momento no se mira tanto, vas al ritmo que te lleven. Ya he corrido antes a sensaciones. Solo lo hago cuando estoy para disputar las carreras, porque no necesito más información, tengo muchos datos de todo el año y trato de ir a mi ritmo”, explicó.
Además, Urán habló de lo que ha sido este año sobre la bicicleta y tras la caída en la Vuelta a España 2019.
“Fue muy complicado, pero disfruto mucho de entrenar y cuando tienes esa pasión es difícil dejarlo”, apuntó.
Por último, el pedalista de 33 años se refirió a la contrarreloj previa al paseo por los Campos Elíseos.
“No se puede guardar nada, hay que darlo todo cada día. Tras 20 etapas será una contrarreloj de fuerza. A mi me han ido bien las cronos que he hecho en el Tour, pero no me reservo para ello”, señala.