
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
No todos los caminos conducen a Roma. Todos los caminos de las últimas semanas nos condujeron a París. Atrás quedó el miedo de no terminar el Tour de Francia por la pandemia del COVID-19. Los equipos supieron cuidarse, y el país anfitrión de la carrera más importante del ciclismo supo asumir su responsabilidad para permitir que la competencia terminara en los Campos Elíseos.
Ya Víctor Hugo lo había dicho: “París siempre enseña los dientes; cuando no ruge, ríe”. Y hoy era otro día para reír, para celebrar que el Tour de Francia 2020 pudo terminar en medio de una crisis mundial. No hubo espacio para el público habitual, tampoco para ver las sonrisas que ocultaban los tapabocas. Sin embargo, y en medio de muchas críticas, los ciclistas supieron dar un espectáculo y unas jornadas inolvidables.
Se corrieron 122 kilómetros en total en la última etapa, la mitad de ellos, prácticamente, en París. Eran ocho vueltas a lo largo de la “ciudad luz”. Los corredores empezaron manifestándose contra el racismo. Sus tapabocas dejaban un mensaje rechazando la discriminación, y Kevin Reza, el único ciclista afrodescendiente, abrió la jornada junto a los líderes de cada clasificación del Tour de Francia 2020.
Esa primera mitad de la etapa y la llegada a París estuvo marcada por el paseo triunfal de Tadej Pogacar, que se vistió con el maillot amarillo el día de ayer y dio una sorpresa en la carrera. A sus 21 años el esloveno conquistó la carrera más importante del calendario ciclístico. Un UAE Emirates que pasó desapercibido por una prensa que solo hablaba del Jumbo-Visma y del Ineos Grenadiers terminó situando en lo más alto del podio a su carta más importante.
A falta de 40 kilómetros para la meta se dio el primer ataque de la última etapa: : Pierre-Luc Périchon, Van Avermaet, Schachmann y Swift se dieron a la fuga en las calles de la capital francesa. Los cuatro se mantuvieron en las últimas vueltas que rodearon el Río Sena y los Campos Elíseos. Sin embargo, en los últimos kilómetros fueron alcanzados por el pelotón. El embalaje final tuvo como protagonista a un Sam Bennett que no le dio espacio en toda la carrera a sus rivales directos para ganar los puntos de los esprints y volvió a gritar victoria, esta vez en el lugar más especial del Tour: París.
