Sergio Luis Henao es el gran colombiano. Un hombre que es ejemplo de perseverancia, lucha y entrega. De cada caída que ha sufrido, se ha levantado más fuerte. Aunque los médicos llegaron a pronosticarle que no podría volver a montar en bicicleta, tras fracturarse su rodilla derecha en ocho pedazos, este antioqueño salió adelante. Con el apoyo de su familia, lo más preciado para él, ha superado cada una de sus crisis y ahora vive el mejor momento de su carrera.
El ciclista del Team Sky es hoy por hoy el séptimo mejor pedalista del mundo, según el escalafón de la UCI (Unión Ciclística Internacional). En este año ha conseguido los dos triunfos más importante de su carrera: el título del Campeonato Nacional de Ruta y el de la París-Niza.
A pesar de lo que está viviendo no pierde la humildad que lo ha caracterizado. En un corto paso por Bogotá, Henao atendió en exclusiva a El Espectador y habló sobre su vida deportiva, las caídas, los triunfos y sus sueños.
Junto a su esposa Carolina y su hijo Emanuel, Sergio Luis se siente seguro. Él es el líder y ellos sus gregarios de lujo. “Para mí, la familia es lo más grande que tengo y eso no va a cambiar”, dice con sus ojos húmedos.
¿De dónde viene esa berraquera?
Es de familia, mis padres desde pequeño me inculcaron unos valores muy bonitos. El sacrificio, el luchar por las cosas, el creer. Tengo una familia muy unida, amorosa, y eso lo motiva a uno a luchar y a tener berraquera. Crecí con unas condiciones económicas muy difíciles, como muchas familias colombianas. Nuestro padre con el sueldo de celador de una floristería nos pudo sacar adelante a todos, terminamos el bachillerato y luego cada uno eligió qué hacer de su futuro.
¿Cuándo se decidió por el ciclismo?
Tendría unos 12 años cuando mi papá me regaló la primera bicicleta, un casco y un uniforme. Él en algún momento compitió, así que fue fundamental porque me enseñó a pedalear y me motivó.
¿Qué recuerda de esa primera bicicleta?
La utilicé por primera vez en una carrerita en Rionegro. No me fue tan bien porque tuve una caída y no pude disputar el embalaje final. Pero ahí se empieza a aprender de las caídas, nada es fácil. Recuerdo que era marca Torres, color verde y de aluminio. Creo que en ese momento le debió haber costado a mi papá unos $200.000.
¿Y cuánto tiempo le duró?
Comencé a tener buenos resultados, así que fui mejorando poco a poco. Luego tuve una de carbono, luego otra mejor, hasta que tuve la opción de entrar como juvenil al Orgullo Paisa.
¿En ese proceso formativo en algún momento pensó en dedicarse a otra cosa?
Sí. Yo quería comenzar a ayudar rápidamente en mi casa, a llevar un mercado o cosas a mis hermanos y papás, pero el ciclismo no era muy rentable. Ganaba un sueldo pequeño como juvenil en el Orgullo Paisa y los premios de las carreritas que ganaba no eran muy grandes. Así que veía a primos y personas de mi edad que ganaban más que yo y pensaba en tirar la toalla y buscar otra manera de contribuir en casa.
¿Qué hubiera sido de Sergio Luis sin el ciclismo?
En los momentos más duros, en los que quería tirar todo lejos, me daban ganas como de comprar un taxi y ponerme a trabajar. Pero eso lo piensa uno con la cabeza caliente. Nunca desistí.
Ni siquiera con su primer gran golpe en una carrera en Francia antes del Tour de L’Avenir…
Ni ahí. Afortunadamente en mi proceso de recuperación conocí a mi esposa Carolina Caicedo, quien era fisioterapeuta de Coldeportes. Ella fue fundamental para no dejarme rendir y para motivarme a seguir adelante. En medio del dolor y la crisis, también quedan cosas buenas.
¿Si no es por Carolina se retira del ciclismo en 2012, luego de la caída en la Vuelta a Suiza?
Me habían desahuciado para el ciclismo. La rodilla se me fracturó en ocho pedazos. Fue duro, pero ahí estuvo mi esposa y sin ella hubiese sido imposible salir adelante. Anímicamente estuve muy derrotado, hubo peleas y sufrimiento, pero salimos adelante juntos. Si los médicos me decían que no se podía, ella me decía que sí. Fue una berraca, paciente para aguantarme y me levantó.
¿Pero usted llegó a dudar?
Sí. La verdad es que fueron meses en los que no podía ni caminar y me tocaba depender de alguien para moverme. Además, los expertos no decían nada bueno, así que me desanimaba y pensaba que sería el final de mi carrera.
¿Ahora qué siente cuando se ve esa cicatriz en la rodilla derecha?
La veo y me siento un berraco. Fue algo duro pero que no me venció y ahora cuando camino y veo lo que hago, le doy gracias a Dios y a la vida por cómo me funciona de bien esa rodilla. Esa cicatriz me llena de orgullo.
¿El título del Campeonato Nacional de Ruta fue lo que necesitaba para olvidar el golpe en Río 2016?
Eso de Río nunca lo olvidaré. En el momento de la caída sentí muchísimo dolor, pero luego, en el hospital, me dio mucha rabia. Tenía una oportunidad única, pero Dios sabe cómo hace sus cosas. Me impresionó el apoyo de la gente en Bogotá, como que todos habían sentido mi dolor en Río y en la caída de ese día en el campeonato nacional, así que querían que fuera yo el ganador. Di todo de mí y afortunadamente pude sentir por primera vez lo que era un triunfo de este tipo.
Y luego llegó la París-Niza…
Ser el campeón nacional de ruta me llenó de cosas positivas. Me motivó muchísimo y creo que llevar el tricolor en la París-Niza hizo que sintiera algo diferente. Uno desde que comienza en el ciclismo aspira a ganar carreras de este tipo y la verdad, cuando lo logré, ni me lo creía.
Justo estos triunfos llegaron tras el nacimiento de Emanuel, su primogénito…
Emanuel es mi motivación, es querer ser su orgullo, su ejemplo. Ser un buen guía para él. Cuando salgo a entrenar o voy a competir y lo dejo solo, le pido a Dios que pueda regresar con salud para verle sus ojitos.
Su gloria ha sido muy sufrida, ¿no?
(Risas) La verdad es que el sufrimiento como que es algo característico en mí. Nada es fácil y cuando se gana así, se disfruta más.
Usted le enseña al pueblo colombiano que de todas las caídas hay que levantarse y seguir luchando, ¿es consciente de eso?
El pueblo colombiano ha sufrido la violencia, la corrupción de nuestros políticos, pero siempre nos levantamos y somos gente berraca, que a pesar de todo es feliz y sale adelante de los momentos más complicados. Es bonito que yo pueda ser ejemplo de eso en el mundo entero. Un colombiano que nunca se rinde.
En el mejor equipo del mundo
¿Cómo es Chris Froome como jefe?
Él es una excelente persona, un gran líder. Muy sereno, humilde, agradecido con sus compañeros y tiene una gran relación con todos. Él me respeta mucho, yo lo admiro y siempre soy leal con él. Le he aprendido muchas cosas, cómo correr y cómo esforzarse.
¿Le sorprendió que fuera a verlo coronarse campeón de la París-Niza?
Él es así. Sentí mucho orgullo por recibir ese mensaje que me puso en Twitter. Es una persona excepcional y un deportista ejemplar.
¿Cómo asumieron en el Sky su título del campeonato nacional?
Cuando llegué a Europa y vi la camiseta que me diseñaron, me motivó muchísimo porque le dan el valor que es ser el campeón nacional en Colombia. Ellos saben lo duro que es competir y ganar acá y han valorado mucho mi triunfo. Para mí es más que un orgullo llevar a Colombia en el pecho por las carreteras del mundo.
¿Qué objetivos vienen para este 2017?
Llega la Vuelta al País Vasco, que es una carrera en la que he estado cerca de ganar y me gusta. Luego estaré en algunas clásicas y finalmente tendré que defender el título del Tour de Francia de Chris Froome.
¿Cómo ve esa lucha Nairo vs. Froome por el título?
Es extraño ver que todo Colombia le está haciendo fuerza a Nairo y yo como colombiano, desde otro lado, tenga que impedir que ese sueño amarillo de él sea posible. Pero tengo que ser profesional y mi objetivo es trabajar para Froome y debo ser leal con él.