La casa, en su mayoría, es de madera. La fachada lleva una piedra oscura, de apariencia y tonalidad terrosa, y en el techo sobresalen las tejas coloniales. El diseño deja ver elementos de los chalets suizos, clásicos, elegantes, pero a la vez sencillos y acogedores.
Así es el hogar de Simon Pellaud, el ciclista helvético que cambió las montañas de su país por las de Santa Elena, al oriente de Medellín, corregimiento tradicional de silleteros y donde abundan los yarumos y los guayacanes, también los pinos y el cedro. Incluso uno que otro arrayán y la ceiba de tierra fría.
“La altura es similar, solo que acá no hay un invierno inclemente que no te deja entrenar”, le dijo el pedalista a Telemedellín cuando le preguntaron el porqué eligió Colombia como lugar de residencia. Conocer la casa de Pellaud responde la anterior pregunta: la vista, los bosques frondosos, el aire puro, la calma, elementos tan necesarios para quien busca un refugio alejado de la ciudad y sus afanes, de los carros y las gentes con sus vidas frenéticas.
“Santa Elena tiene todo lo bueno de Suiza y de Colombia”, afirmó el corredor de 27 años a Telemedellín y quien empezó a tener un vínculo especial con nuestro país hace cuatro años, cuando hacía parte del extinto IAM Cycling, cuando Járlinson Pantano le empezó a decir que acá, cambiar de clima, es una cuestión de horas y kilómetros en cualquier momento del año. Y que había altura para entrenar, carreteras para rodar y realizar una buena pretemporada.
El primer lugar al que llegó Pellaud fue a Sopó, Cundinamarca, buscando una vida más económica, sin las inclemencias del frío y el calor europeo en invierno y verano, respectivamente. Y de inmediato creó una afinidad olfativa, empezó a probar los productos, la gastronomía, aprendió español y las expresiones habituales. Le encantó el café y agua de panela, ni hablar del bocadillo.
Sin embargo, luego de un par de visitas a Antioquia por las amistades (es gran amigo de Mauricio Ardila), se encandiló por su cultura y las tradiciones, por la amabilidad de las personas, un paraje en el que el foráneo entiende que no hace falta nada más para ser feliz. Y, sin darse cuenta, empezó a expresarse como paisa, bueno, una que otra palabra le sale con siseo al hablar. Incluso, prolonga el final de las frases con una cadencia lenta y pausada. “Ya casi me siento paisa”, aseguró al mismo medio.
Basta con ver sus redes sociales para entender el sentimiento que ha desarrollado por Colombia, los entrenamientos por Concepción, el aroma de la vegetación, el dialogar con los vecinos, el saber a qué hora se sale, pero no a qué hora se regresa, una naturalidad que es posible gracias al ambiente, al clima, a la tranquilidad de sentirse en casa así no lo sea.
“Uno se enamora de las personas, pero también de los países. Y Colombia me cautivó”, dijo este año en entrevista al diario AS antes de participar en el Tour Colombia, carrera en la que fue líder de la montaña. Pellaud es un migrante que con el paso del tiempo se ha hecho un ciudadano más, un suizo que ha hecho de su estadía algo estable, permanente y, lo más importante, algo feliz. “El sueño de tener una cabaña en Santa Elena es una realidad”, puso en sus redes sociales.