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El italiano Fabio Aru, un chico de 25 años de filosofía atacante, ya puede leer su nombre en el libro de oro de la Vuelta como vencedor de la 70ª edición, junto a Cibeles, donde esta vez la única bandera que ondeó fue la italiana.
Aru escuchó el himno italiano como ganador de su primera grande, confirmando una progresión imparable desde su debut hace tres años en Astana.
¿Con qué soñó anoche (el sábado)?
Con pasar unos días tranquilo en casa…
¿Qué fue lo primero que pensó esta mañana (ayer) al despertarse?
En desayunar, estaba muerto de hambre.
¿Qué hace cuando no consigue dormir?
Leo noticias en internet, curioseo en Twitter e Instagram.
¿El SMS que más lo ha hecho sonreír tras ganar la Vuelta?
El de un amigo que me dijo que después de la boda y del nacimiento de sus hijos, mi victoria ha sido su emoción más grande.
¿Qué le dijo “Purito”?
“Te odio, pero te quiero”. Estaba contento por mí, me dio un montón de abrazos. Estos días me decía que, aunque no llegara a ganar, estuviera satisfecho porque llegar tan en forma al final de una temporada no es fácil, y porque llevar la responsabilidad de ser el líder del equipo siempre genera presiones.
¿Ha sentido presión?
No la sufro. Corro con presión desde que era sub-23. Me acostumbré a ser líder y no me condiciona.
¿Qué dificultades le supuso llegar tan tarde al ciclismo?
Sufrí al principio para rodar en grupo. En mountain bike y ciclocrós iba prácticamente solo, y de repente me encontré con la carretera y el pelotón. Con el paso del tiempo he ganado habilidad.
¿Qué ha tenido que aprender más rápido?
A estar lejos de casa. Ha sido lo más duro. Llevo seis años fuera y vuelvo a Cerdeña dos semanas al año. Esa es mi mayor dificultad.
¿Por qué dejó el mountain bike y el ciclocrós?
Porque cuando me concentraba con la selección de ciclocrós todos me decían que iba bien en carretera y que era un buen escalador. Mis características no se adaptaban mucho al ciclocrós, no soy un corredor potente, era muy flaco.
Todos decían que Tom Dumoulin no perdería el “maillot” rojo en la última etapa. ¿Había algo que a usted le hiciera pensar lo contrario?
No, yo tampoco creía que cedería. Ha estado muy fuerte, ha ganado en la montaña a Froome y Purito, se paseó en la crono. Lo que sí me repetía es que las carreras por etapas no se acaban antes de la última. Dumoulin ha ganado mucho en la crono y yo en las subidas, y la de Cercedilla era una etapa para mis características.
¿Ganó la Vuelta en la crono de Burgos?
Fue muy importante, pero yo no estaba contento con el tiempo que me metió (1’ 53”). Tengo que trabajar para mejorar las contrarreloj. No haber perdido más de la cuenta sí que me ayudó.
Después del “sprint” de Dumoulin del viernes, ¿creía que iba a desfondarse así el sábado?
El viernes me equivoqué al no salir rápido a su rueda. No perdí tiempo, intenté limitar los daños.
Pero ¿se acostó pensando que no había nada que hacer?
Dumoulin iba fuerte. Al principio, igual, no se le tenía muy en cuenta, pero siempre estuvo allí.
Gana la Vuelta cinco años después de Vincenzo Nibali, que entonces tenía su edad. ¿Qué tiene usted más que él?
Vincenzo ha demostrado que está en la élite; yo estoy intentando crecer. No estoy a su nivel, pero las ganas de trabajar y la constancia que tengo me harán mejorar.
¿Qué tipo de corredor es?
Un ciclista con garra, meticuloso y profesional en los detalles. Me gusta tenerlo todo controlado y no descuidar nada, y me gusta recordarlo porque es la característica de Alberto Contador, mi ídolo.
Su primera bicicleta se llamaba Easy Time… ¿Es verdad que la usaba simplemente porque con ella iba más rápido que andando?
Sí. Usaba la bici para ir a jugar al tenis y al fútbol, los deportes que practicaba. Y llegaba más rápido. Como mis padres nunca me compraron una moto, pues iba en bici. Luego ya empecé a apasionarme por el ciclismo, pero las primeras carreras las corrí con 15 años.
Es de los pocos deportistas con estudios. Terminó el liceo clásico. ¿Elección u obligación?
Mis padres siempre han insistido mucho en la importancia de estudiar. Desde luego estaban más a favor del estudio que del deporte. El liceo clásico (el equivalente a la secundaria y el bachillerato español) fue una elección mía y acertada, porque me enseñó a abrir la mentalidad y a razonar las cosas. No he podido ir a la universidad porque era complicado por el ciclismo.
¿El ciclismo es más táctica, técnica o alma?
Alma. Alma y cabeza. Cuando vas a mil haces esfuerzos que rozan lo imposible, y ahí lo que marca la diferencia es quién sabe sufrir más. La cabeza te ayuda a prepararte para los sacrificios diarios.
¿Cómo se aprende a sufrir?
Es algo que tienes dentro. Lo mío no ha sido fácil, los resultados que he conseguido son fruto del empeño y de la constancia.