Tadej Pogacar dio una clase magistral en la Tirreno Adriático
El esloveno fue segundo en la quinta etapa y se ratificó en el liderato. Van der Poel fue el vencedor del día, mientras que Egan Bernal escaló a cuarto puesto de la general.
El ciclismo de ahora, como el del antaño, de mucho tiempo atrás, es una garantía de espectáculo. Y lo es gracias a corredores como Mathieu Van der Poel, a los que no les da miedo atacar a más de 50 kilómetros de la meta para quedarse con la victoria.
O a hombres -más bien jóvenes que corren cual experimentados- como Tadej Pogacar, que a pesar de tener una avería mecánica tiene la naturaleza indómita del que quiere siempre ir por más, un hábil e inteligente ciclista.
Pues este domingo, en la quinta etapa de la Tirreno Adriático, no hubo ojos para estar pendiente de todo lo que pasó. De Egan Bernal reventando el grupo de favoritos, de Nairo Quintana sufriendo con Sergio Higuita y de un Van der Poel corajudo al que no le importó lo que faltaba por delante para salir a buscar la victoria.
Y la logró luego de 205 kilómetros entre Castellalto y Castelfidardo, un circuito con ascenso terribles y descensos peligrosos con la lluvia. Pues esa altimetría, de subes y bajas, fue perfecta para ver ese ciclismo puro que le gusta a las gentes, de ataque, de estrategias, pero sobre todo de ir para adelante.
Le puede interesar: La irreverencia de Tadej Pogacar
Mientras Van der Poel se fue alejando (llegó a tener 2:30 de ventaja), atrás, Pogacar encendió la chispa, salió disparado en una de las rampas más fuertes y dejó regados a Wout Van Aert, a Egan Bernal y a Mikel Landa, que lo siguieron con la mirada.
El campeón del Tour de Francia 2020, como si se tratara de una contrarreloj individual, fue descontándole segundos al gigante holandés. Y así como se fueron acabando los kilómetros, la diferencia se hizo más pequeña, y Van der Poel empezó a sufrir, y a pedalear con el cuerpo entero ante unas piernas endebles que aguantaron más de la cuenta.
En los últimos mil metros, con Pogacar buscando la hazaña y parado para tener más potencia (también con una cadencia muy cómoda), el ciclista del equipo Alpecin Fenix apretó dientes y con la poca energía que le quedaba cruzó la meta luego de cuatro horas, 48 minutos y 17 segundos, 10s por delante de Pogacar.
Tal fue la exigencia, que ni siquiera hubo fuerzas para levantar los brazos, mucho menos para sostenerse en pie luego de la victoria (se desmoronó sobre el asfalto).
En cambio, Pogacar entró como si nada, tranquilo, impávido, y sin rastros en su rostro de lo que acababa de hacer. Todo un jugador de póker.
Mucho más atrás fueron apareciendo uno a uno quienes conformaron el grupo de favoritos, entre ellos Bernal, que gracias a su perseverancia escaló hasta la cuarta posición de la general (quinto en el día). Nairo Quintana arribó en la casilla 22 a 8:08 del ganador.
Este lunes será la sexta etapa con un trayecto de 169 km y con Pogacar teniendo el título de la Tirreno Adriático más que asegurado.
El ciclismo de ahora, como el del antaño, de mucho tiempo atrás, es una garantía de espectáculo. Y lo es gracias a corredores como Mathieu Van der Poel, a los que no les da miedo atacar a más de 50 kilómetros de la meta para quedarse con la victoria.
O a hombres -más bien jóvenes que corren cual experimentados- como Tadej Pogacar, que a pesar de tener una avería mecánica tiene la naturaleza indómita del que quiere siempre ir por más, un hábil e inteligente ciclista.
Pues este domingo, en la quinta etapa de la Tirreno Adriático, no hubo ojos para estar pendiente de todo lo que pasó. De Egan Bernal reventando el grupo de favoritos, de Nairo Quintana sufriendo con Sergio Higuita y de un Van der Poel corajudo al que no le importó lo que faltaba por delante para salir a buscar la victoria.
Y la logró luego de 205 kilómetros entre Castellalto y Castelfidardo, un circuito con ascenso terribles y descensos peligrosos con la lluvia. Pues esa altimetría, de subes y bajas, fue perfecta para ver ese ciclismo puro que le gusta a las gentes, de ataque, de estrategias, pero sobre todo de ir para adelante.
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Mientras Van der Poel se fue alejando (llegó a tener 2:30 de ventaja), atrás, Pogacar encendió la chispa, salió disparado en una de las rampas más fuertes y dejó regados a Wout Van Aert, a Egan Bernal y a Mikel Landa, que lo siguieron con la mirada.
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En los últimos mil metros, con Pogacar buscando la hazaña y parado para tener más potencia (también con una cadencia muy cómoda), el ciclista del equipo Alpecin Fenix apretó dientes y con la poca energía que le quedaba cruzó la meta luego de cuatro horas, 48 minutos y 17 segundos, 10s por delante de Pogacar.
Tal fue la exigencia, que ni siquiera hubo fuerzas para levantar los brazos, mucho menos para sostenerse en pie luego de la victoria (se desmoronó sobre el asfalto).
En cambio, Pogacar entró como si nada, tranquilo, impávido, y sin rastros en su rostro de lo que acababa de hacer. Todo un jugador de póker.
Mucho más atrás fueron apareciendo uno a uno quienes conformaron el grupo de favoritos, entre ellos Bernal, que gracias a su perseverancia escaló hasta la cuarta posición de la general (quinto en el día). Nairo Quintana arribó en la casilla 22 a 8:08 del ganador.
Este lunes será la sexta etapa con un trayecto de 169 km y con Pogacar teniendo el título de la Tirreno Adriático más que asegurado.