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Un final de Giro increíble

Tras una batalla campal, Esteban Chaves llegó al liderato de la competencia.

Rafael Mendoza, especial para El Espectador
27 de mayo de 2016 - 08:47 p. m.
Esteban Chaves nuevo portador de la 'maglia rosa'. Foto: EFE
Esteban Chaves nuevo portador de la 'maglia rosa'. Foto: EFE

En 134 kilómetros que no tienen ni un metro llano, con tres ascensos de primera categoría y un duro repecho final de un poco más de dos kilómetros se jugará este sábado el título del Giro de Italia, muy seguramente entre dos colosos, el joven colombiano Esteban Chaves, que busca su primer título en una de las tres grandes vueltas, y el veterano italiano Vincenzo Nibali, quien ha sido vencedor de Giro, Vuelta y Tour.

Tras la dramática etapa de este viernes, una fracción con una batalla descomunal desde los últimos kilómetros del ascenso a la Cima Coppi, los dos corredores impusieron su ley y se la jugaron enteros en la búsqueda de la “malla rosa”. Fue el bogotano el que rompió la cansina marcha del lote que encabezaban los favoritos al lanzar un ataque que desenganchó al español Alejandro Valverde y que lo dejó en cabeza, con Nibali y con el holandés Steven Kruijswijk, quien portaba la camiseta de líder. (Vea el especial del Giro de Italia)

Sin medir consecuencias y arriesgando el pellejo en cada curva los tres valientes se lanzaron en un descenso interminable en el que el holandés pagó caro un descuido al salirse del asfalto y golpear un bloque de hielo que mandó su bicicleta por los aires y al líder a la nieve. Aunque las consecuencias hubieran podido ser desastrosas, tras levantarse con algunos raspones y tras perder segundos preciosos porque la bici quedó inutilizable, con la entereza y la verraquera que tienen estos héroes de la ruta, reanudó la marcha y guapeó como un verdadero campeón en una persecución que tuvo que realizar inicialmente en solitario y luego en cabeza de grupos en los que nadie le daba un relevo y en la que fue cediendo tiempo lentamente con los tres pelotones que iban delante de él, hasta perder la camiseta que al partir la etapa ya muchos aseguraban que no podría perder.

Desde las primeras pampas del último ascenso del día, en busca de Risoul el que se puso al frente para aumentar la ventaja sobre la camiseta rosa fue Chaves en un duelo que duró mucho más de lo que se esperaba ya que el líder mostró una casta y un espíritu de sacrificio increíble mientras que Nibali sólo en cortos tramos se ponía al frente lo que le facilitó al italiano reservar energías para lanzar un ataque en los últimos cinco kilómetros, para ir ganándole segundos poco a poco al colombiano, para ganar la etapa y para convertirse en el principal rival que tendrá el nuevo líder en el último día de lucha de este Giro repleto de sorpresas y de emociones.

En la corta etapa que llega a Sant’Anna di Vinadio en la que se va a definir todo hay terreno para que pase cualquier cosa, pues en cada curva y en cada pedalazo acechará un peligro. En primer lugar hay que tener en cuenta el desgaste que sufrieron los aspirantes en esa feroz batalla de este viernes. El poder de recuperación, la forma como se descanse y se recuperen fuerzas van a tener un papel determinante porque en los tres ascensos del día y en el corto pero durísimo final puede ocurrir lo inesperado. Y el tiempo que separa a los tres primeros es muy escaso, tanto que podría bastar el kilómetro final para darle una nueva voltereta a las clasificaciones.

Quizás Níbali lleva una ventaja porque es local y va a ser “empujado” por el clamor de miles de fanáticos que estarán al lado del camino, porque es un veterano de mil batallas y un corredor astuto que sabe buscar el momento preciso para atacar; Kruijswijk muy seguramente estará molido por el esfuerzo realizado en su heroica persecución y su empeño puede ser el de conservar su tercer puesto pero nadie puede asegurar que está derrotado y que no tiene cómo buscar el desquite por su pésima suerte y Chaves contará con sus ansias de ser campeón, con la fuerza que le darán desde muy lejos los habitantes de un país que lo admira y lo quiere, con sus ganas de darle a Colombia un gran triunfo y con la tranquilidad de saber que no tendrá que atacar, que irá a la defensiva tratando de romper rápidamente los intentos de sus adversarios.

Se acaba el Giro con la ilusión de la segunda victoria de un colombiano en una carrera que ya vio ganar a Nairo Quintana y en la que un muchacho bogotano sencillo y sacrificado ya se metió entre los “monstruos” del ciclismo mundial.

Por Rafael Mendoza, especial para El Espectador

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