Un Giro estilo Tour

Hoy duele más que nunca la ausencia de Egan Bernal, para quien el recorrido era ideal.

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Rafael Mendoza - Especial para El Espectador
09 de mayo de 2019 - 11:41 p. m.
En 2018 Miguel Ángel López quedó tercero en el general y fue el mejor de los jóvenes. / AFP
En 2018 Miguel Ángel López quedó tercero en el general y fue el mejor de los jóvenes. / AFP
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Quizás hay que remontarse a la época gloriosa de Fausto Coppi para encontrar un Giro semejante al que se iniciará el próximo sábado en Bolonia, una carrera que va a partir sin el gran favorito, el colombiano Egan Bernal, a quien la suerte le borró de un tajo su primer gran sueño en un accidente aciago de un día gris de entrenamiento.

El corredor de Zipaquirá, de tan solo 22 años, era el gran favorito de los aficionados en las encuestas de Europa: Ciclismointer señalaba que 41 % votaban por él, 20 % por Miguel Ángel López, 14 % por el esloveno Primoz Roglic, 12 % por Tom Dumoulin, 5 % por Adam Yates y 3 % por Vincenzo Nibali. Hoy el dato es el siguiente: López 34 %, Roglic 25 %, Dumoulin 20 %, Yates 9 % y Nibali 6 %. Un colombiano sigue acaparando los votos a pesar de que va a enfrentar a uno de los más endiablados recorridos que pueda tener una de las tres grandes pruebas del ciclismo mundial, pero López no tiene la fortaleza que ya había adquirido Egan quien rodaba sobrado y hasta en los abanicos y los ascensos cortos era capaz de ponerse al frente de su escuadra para romper el lote en mil pedazos.

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En sus escasos cinco días de subidas tenebrosas va a ocurrir todo lo que se pueda imaginar: gestas colosales, pájaras escandalosas, hazañas inolvidables. Ya lo anunció Carlos Arribas, el mejor cronista de ciclismo de España, al opinar así de una de sus jornadas: “No le disgustaría a Coppi una Cuneo-Pinerolo Light porque en su lugar el Giro de 2019 propondrá el martes 28 de mayo recorrido más bruto aún, el de la etapa 16, la Lovere-Ponte di Legno, 226 kilómetros y 5.700 metros de desnivel: Presolana, Croce di Salven, Gavia y Mortirolo por su lado más duro, el que parte de Mazzo di Valtellina. Será el homenaje al ciclismo de los tiempos heróicos, cuando los ciclistas arrancaban los tubulares a mordiscos, como Binda; cuando el ganador, como Luigi Marchisio, declaraba: “¡cómo me duele el culo!”; cuando el campeón, como Bottecchia, no corría ni por la gloria ni por la victoria, solo por dinero, para salir de pobre.”

¿A quién favorece un recorrido en el que el primer ascenso de primera categoría sólo se encuentra en la etapa 12? Un viejo zorro del ciclismo, tan astuto que fue capaz de engañar a todo el planeta por más de siete años, el norteamericano Lance Armstrong, tras analizar el recorrido le aconsejó y convenció a Tom Dumoulin, quien tenía como gran objetivo del año el Tour de Francia, que lo cambiara por el Giro ya que se adaptaba perfectamente a sus condiciones. Podría considerarse como el gran favorito pues rueda bien en el terreno quebrado y se defiende en los ascensos. Quizás los organizadores de la prueba pensaron equivocadamente en Vincenzo Nibali pero el corredor del Bahrain que le aguó la victoria a Esteban Chaves en el 2.016 ya no aguanta la rueda cuando la carretera se empina. Tal vez se pueda adaptar bien Primo Roglic, espectacular en las cronos, pero el gasto que ha hecho para dominar en la primera parte de la temporada todas las carreras en que ha participado, le puede pasar factura.

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Para el boyacense Miguel Angel López y para Adam Yates el panorama no es tan claro y dependerán totalmente de la forma como sus equipos los lleven en la primera mitad de la carrera, con un mínimo desgaste. Si eso ocurre van a protagonizar duelos de película. Es que las nueve primeras etapas son un sube y baja interminable, lo que aquí llamábamos etapas rompepiernas y únicamente la 10 y las 11 son absolutamente llanas. En estos tramos los europeos, especialmente los grandotes, ruedan con mucha suficiencia mientras que los corredores pequeños, que no mueven grandes relaciones, se resienten.

Con una altimetría tan extraña y tan difícil como la que se va a encontrar en la península podríamos pensar que lo que decidirá el título será una de las condiciones esenciales de un ciclista, quizás la que más necesita quien se enfrenta a una competencia: la capacidad de sufrimiento, y eso le sobra al líder del Astana. Por ello seguimos soñando con el Giro. Aún tenemos la fe intacta en que Verona veremos a nuestro “Superman” vestido con la Maglia Rosa.

 

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Por Rafael Mendoza - Especial para El Espectador

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