
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Para el ciclista antioqueño Wéimar Roldán, descubrir sus verdaderos talentos y habilidades siempre fue tarea fácil. Cuando estaba muy pequeño, en el colegio Calasanz de Medellín, notó que los dibujos que hacía eran buenos y que despertaban el interés de sus compañeros y familiares, tanto así, que un día su mamá, fanática de los caballos, decidió inscribirlo en clases de pintura para que perfeccionara su técnica.
Con el paso del tiempo la empatía con los lienzos y el arte fue creciendo y una vez finalizado su bachillerato, inició carrera en la Escuela de Bellas Artes de la capital antioqueña, convencido de que ese sería el camino que tomaría para el resto de su vida. Sin embargo, cuando cursaba cuarto semestre se atravesó la posibilidad de incursionar en otra de sus grandes pasiones, el ciclismo. Y sin pensarlo dos veces, el hoy integrante del equipo Epm-Une dejó su carrera artística de lado y siguió los pasos de sus primos, los pedalistas Nilton y Stiven Ortiz.
Aunque el ciclismo se convirtió en su vida, nunca desechó su amor por la pintura. Es por eso que ahora, en uno de los mejores momentos de su carrera deportiva, el campeón panamericano de pista sigue practicando, a pesar de las largas jornadas de entrenamiento y las constantes concentraciones. Inspirado en el campo y en el día a día de los antioqueños, Roldán hace y vende cuadros en todas las técnicas que aprendió: carboncillo, óleo sobre lienzo o sobre madera.
“Aunque esté metido en el ciclismo, la pintura es mi otra afición y no pierdo las ganas ni el deseo de seguir haciéndolo, especialmente en mi tiempo libre para descansar y estar un poco más tranquilo”, afirma el ciclista de 30 años, que sorprendió en el inicio de este Clásico RCN-Claro 2015, en el que fue líder durante varias etapas, tras una primera jornada excepcional.
“Estaba sorprendido. Fue un día muy bonito para mí. Me embarqué en la fuga que era, embalé y me quedé con la camiseta amarilla. Mi objetivo personal es seguir mostrando mis condiciones, ganar otra etapa y ayudar a lograr la meta del equipo, que es el título de este Clásico con nuestro líder Óscar Sevilla”, sostiene.
En cuanto a su talento natural con las artes plásticas, Wéimar, que cobra entre 200 mil y 250 mil pesos por pintura, dependiendo del trabajo que esta requiera, sabe que ya tiene ocupación para los días posteriores a su retiro como deportista.
“Creo que puedo vivir bien de mis dos pasiones. Con los cuadros me va bien, porque me compran mis compañeros de equipo y del mundo del ciclismo, así como los amigos de mis padres, porque pinto muchas cosas relacionadas con caballos. Ahorita estoy dedicado a la bicicleta, pero sé que cuando me retire me va a ir muy bien con la pintura, porque soy bueno”, concluye, entre risas, con la seguridad y el orgullo de un artista consagrado.