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Roger Federer camina con la melena revuelta, la sudadera medio cerrada y los calcetines blancos teñidos de rojo color tierra batida. Tiene prisa. Su avión despega en breve de Madrid. Antes se detiene para hablarme en el vestuario, sonriente, satisfecho y convertido en la viva estampa de un tenista liberado.
No es extraño. Federer acaba de ganarle a Rafael Nadal en la final del Abierto de Madrid y, lo que es más importante, logró su segunda victoria sobre el español en tierra batida. Sus gestos en la celebración fueron significativos. Levantó Federer dos puntos de break en contra. Midió entonces la situación, con Nadal defendiéndose con todo, en estado de sitio. Venció el suizo y levantó al aire el brazo derecho y, con el brazo, el dedo índice mandando un mensaje a todo el mundo: la marca del número uno.
“Ésta es una victoria muy necesaria para mí tras las derrotas durísimas de los últimos meses”, aseguró el suizo, ganador de 13 títulos grandes, número dos del mundo, oro olímpico en dobles y oficialmente recuperado de dos partidos perdidos que le dolieron hasta las lágrimas: las finales de Wimbledon 2008 y de Australia 2009. Desde hoy Federer busca conquistar por primera vez Roland Garros.
Los gurús del tenis daban por imposible que usted venciera a Rafael Nadal sobre tierra batida.
No sé si todo empezó con algunos de los expertos que ven tenis. Esa gente, de vez en cuando, lleva a la prensa hasta donde ellos quieren. La prensa les cree. Creo que habría sido diferente si hubiera perdido diez veces en la primera ronda o en la segunda. Habría sido diferente si yo ya no fuera capaz de ganar ni un solo partido. De hecho, creo que he estado jugando fantásticamente bien en los últimos años. Sigo siendo el número dos del mundo. No me hundí hasta ser el número 55.
¿Qué ha sentido en este tiempo?
Siento que siempre he estado muy cerca de volver a ser..., que siempre he estado muy cerca del puesto del número uno del mundo. Si hubiera ganado en Wimbledon y en Australia (finales que perdió en el quinto set), creo que estaríamos hablando de cosas diferentes, pero Rafa jugó tan bien que no pude. Desgraciadamente, la gente analiza esas derrotas como si hubiera perdido en primera ronda.
Arranca Roland Garros. Llevaba usted desde 2007 sin ganarle a Nadal sobre arcilla. ¿Qué cambió?
Esta victoria llega en el momento justo. Es bueno saber que puedo volver a ganar. Me da mucha confianza. Eso es lo más importante. Definitivamente, callé a algunos. Al mismo tiempo, sé que necesito seguir trabajando muy duro. Me enfrento a una etapa muy importante. Vienen París y Wimbledon y tengo que asegurarme de que sigo jugando bien.
Hay quien dice que este año Nadal juega peor en arcilla, aunque sigue siendo dificilísimo ganarle.
¡No! No estoy de acuerdo. Creo que, de nuevo, esta temporada Rafa está siendo muy dominante. Difícilmente ha tenido algún problema sobre tierra, con excepción de los dos últimos partidos (en las semifinales contra Djokovic y contra el suizo en la final). No. Para mí, Rafa mejora cada año. Creo, de hecho, que lo hacen todos los jugadores. Todo el mundo necesita mejorar para mantenerse a la altura.
¿Usted ha cambiado algo?
Estoy feliz de haber sido capaz de inspirar a otros jugadores a mejorar su juego en los cuatro, cinco o seis años que he estado en lo más alto. Les he inspirado a mejorar porque de otra forma no tendrían ni una oportunidad. Creo que eso está pasando también con Rafa. Está inspirando a otros jugadores. No es fácil mejorar. Todos conocemos su juego, sus debilidades y sus fortalezas. Para él, las cosas sólo se ponen más y más difíciles. Por eso es difícil ser el número uno o el número dos del mundo. Rafa ha hecho un trabajo increíble. España debe estar orgullosa de él.
Antes de Roland Garros, en 2007, usted derrotó a Nadal en la final de Hamburgo, sobre arcilla. ¿Qué distingue esa victoria de la que logró en Madrid?
No hay muchas diferencias. Rafa estaba en racha sobre tierra hace dos años (llevaba 81 victorias seguidas). Ahora llevaba otra gran racha sobre tierra (33). La gran diferencia es que esta victoria se ha producido en España. Y eso lo convierte en una gran noticia aquí.
¿Cuál ha sido la clave?
Pienso que en las dos ocasiones jugué excelente y no le permití hacer su juego. Quizás él estaba un poquito cansado. No creo que este partido haya sido particularmente duro en lo físico. Jugué bien y estoy realmente feliz de la victoria.
En Hamburgo, Nadal le pidió su camiseta para tener un recuerdo del hombre que puso fin a su racha de 81 partidos invicto. ¿Habló también ahora con él?
No. Enseguida me marché. No he tenido tiempo. Hablamos un poco en la pista. Tenemos una relación amistosa. Es un buen tipo. ¡Me cae bien!