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Los dos meses y medio que duró la Copa Invitacional de Baloncesto FCB fueron suficientes para demostrar que el deporte de la pelota naranja no ha muerto.
A pesar de la falta de apoyo estatal y a la ausencia de un gran patrocinador (como Saludcoop en años anteriores), ocho equipos, de igual número de ciudades, se las arreglaron para conseguir los recursos y realizar un torneo de buen nivel que le permitió a Norte alzarse con su primer título semiprofesional, luego de vencer en la final a Búcaros, por cuatro juegos a uno.
Y la gran figura del certamen fue el armador chocoano Édgar Moreno, quien encabeza una generación de jugadores talentosos con la que le baloncesto criollo quiere comenzar a figurar a nivel internacional.
De hecho, en el pasado campeonato suramericano de mayores, en Chile, Moreno, al lado de otros jóvenes talentos como Norbey Aragón, Juan Felipe Montoya, Camilo Londoño y Enielsen Guevara, le dieron una buena pelea a selecciones poderosas como Uruguay, Brasil y Venezuela.
De Quibdó para el mundo
Édgar Moreno nació y creció en Quibdó, la capital del Chocó, en donde su papá, Franklin, un trabajador independiente, le inculcó el amor por el fútbol. Era delantero y no lo hacía mal en los picaditos que jugaba en el barrio La Alameda y el colegio Antonio María Claret.
Sin embargo, cuando inició el bachillerato en el Gimnasio Anexo a la Universidad del Chocó, se dejó seducir por el basquet,
deporte que había practicado su madre, Amada Asprilla, una profesora de matemáticas que estuvo en la selección departamental.
Muy pronto dejó ver su enorme talento y se fue a estudiar becado ingeniería industrial a Manizales. Allí jugó y ganó su primer torneo semiprofesional, con Sabios, en 2001.
Luego viajó a Estados Unidos, en donde estuvo una temporada en el Junior College de Jaksonville y otra en la Universidad de Texas El Paso. Y aunque no pudo cumplir su sueño de llegar a la NBA, para emular a sus ídolos, Michael Jordan y Kobe Bryant, entendió que lo suyo era el baloncesto.
Desde entonces ha participado en las ligas profesionales de República Dominicana, Venezuela y Colombia. En todas ellas ha logrado reconocimientos individuales, el más reciente el que recibió el sábado, como mejor jugador de la Copa FCB, torneo que ha ganado en las dos últimas temporadas.
Édgar, sin embargo, no dejó la academia y se graduó como sociólogo con énfasis en estudios afrocolombianos. “Quiero trabajar por el Chocó y ayudar a que se apliquen soluciones a sus diferentes problemáticas”, explica.
Y mientras llega una nueva oferta del exterior, Édgar descansará un par de semanas a ritmo de chirimía, salsa y reggaetón, en compañía de su esposa y su hija, a quienes les dedicó especialmente el título de la Copa FCB.
También, es estos momentos de alegría, recordó a todos esos compañeros que ha tenido y que le enseñaron algunas claves para convertirse en el mejor, como Pedro Ocoró, Álvaro Teherán, Élkin Valencia y Abimael Palacios, entre otros.
Ellos ayudaron a pulir el talento de Édgar Moreno, quien es hoy la muestra feaciente de que en Colombia el baloncesto está más vivo que nunca.