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Germán Mera le partió la tibia y el peroné de una sola patada que casi lo priva. A seis minutos del final del juego (Envigado-Pasto por la promoción de 2010) Juan Fernando Quintero, el crack nacido en Medellín el 18 de enero de 1993, salió llorando en la camilla. Y también lloró durante los casi seis meses de recuperación. Pensó que era el fin de su carrera deportiva.
Por eso sollozó cuando la semana pasada le notificaron que había sido convocado por primera vez a una selección de Colombia de mayores. Había valido la pena no tirar la toalla cuando el presidente de Nacional (Juan Carlos de la Cuesta) le informó que José Néstor Pékerman lo había llamado para los juegos de eliminatoria contra Perú y Ecuador, el 3 y 10 de junio, respectivamente.
Inspirado en Rivaldo
Juan Fernando Quintero empezó jugando fútbol desde muy chiquito en una escuela de su tío, en el barrio El Socorro de Medellín. Y a los diez años ingresó a las divisiones menores de Envigado y allí hizo su proceso hasta llegar a profesional. Su mamá Lina Paniagua, aunque ignorante del fútbol, le exigió disciplina y lo motivó. “Como escuchaba que yo me destacaba en el campo, siempre estaba de primera para darme su aliento”, decía Quintero para un medio hace unos meses, poco después de fichar por Atlético Nacional.
Siempre se inspiró en la zurda de Rivaldo y en la magia de Ronaldinho (“Ahora, Messi es un futbolista que admiro”, dice). Sus cualidades son precisamente una zurda potente y una habilidad impresionante con el balón. Con esas dos características se destacó en el Ponyfútbol, del que fue campeón hace algunos años y fue ascendido al equipo profesional, en el que debutó en 2009. Su guía fue Néider Morantes. “Me corrige, me dice que juegue serio y que maneje todo con calma”, decía en ese entonces, cuando era flaco y lucía cara de niño.
El preparador físico Juan Carlos Ángel tenía como misión aumentar la masa muscular del volante, que llegó en enero junto a otros 11 refuerzos de peso del club verdolaga. Parecía difícil que se ganara un puesto por encima de Macnelly Torres y Luis Fernando Mosquera, pero lo logró. Porque su genialidad con el balón ha sido de lo más destacable en la pobre campaña verdolaga durante el semestre.
Y el llamado era, primero, una recompensa a su trabajo, y segundo, una reivindicación de la vida con él, luego de que por la lesión de tibia y peroné se perdiera el Mundial Sub-20 de 2011.
“Estoy aprendiendo mucho”
Es el niño del plantel. Con 19 años, Quinterito (como le dicen sus compañeros) confiesa estar viviendo la mejor experiencia en su carrera deportiva. “Estoy aprendiendo mucho de personas tan grandes que rinden tan bien en sus clubes en el exterior. Algún día lo pensé, lo soñé, y ahora que llega, estoy feliz de estar”, dice.
Lo tomó por sorpresa el llamado. Por su edad y porque ni siquiera había sido tenido en cuenta para integrar los recientes microciclos. “Cuando el presidente De la Cuesta me notificó, se me vinieron las lágrimas. Lo tomé con mucho orgullo. Espero sacarle mucho provecho a esta etapa de mi vida y ganarme un lugar acá”.
Es callado con la prensa, de frases cortas, pero no ahorra comentario sobre José Pékerman, al que siempre recordará como padrino de su bautizo en la absoluta. “Es muy experimentado y sabe trabajar muy bien con los jóvenes. Ha logrado grandes resultados. Y espero retribuirle”.