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El buen fútbol está garantizado

El seleccionador absoluto de Colombia analizó para El Espectador la final del Apertura.

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Eduardo Lara Lozano / Especial para El Espectador
22 de junio de 2009 - 08:45 p. m.
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Dios, la vida y el fútbol, me han permitido disputar varias finales a lo largo de mi carrera como entrenador y ahora que se avecina la del torneo profesional colombiano, valoro el esfuerzo de los dos equipos que con sobrados méritos han aterrizado a la última instancia del campeonato con la ilusión de volar hacia la gloria.

Y a falta de una, lo harán en dos pistas excepcionales: la del Palogrande primero y luego en la del Metropolitano, ambas acostumbradas ya a soportar cualquier tipo de aterrizajes, incluso de carácter internacional por aquello de haber albergado en más de una ocasión Copa Libertadores, Copa América y hasta Suramericanos.

Pero más allá de contar con escenarios acordes a la exigencia, en este duelo coincide un estilo, porque tanto Júnior como Once Caldas se han distinguido a lo largo de su historia por partir de una premisa para desarrollar su fútbol: el respeto por la pelota.

De ahí la exigencia en el paladar de los hinchas rojiblancos y albos, la cual podrá ser satisfecha a cabalidad en esta final, porque si algo está garantizado para estos dos partidos es el buen fútbol, ya que tanto el uno como el otro no sólo lo practican sino que intentan siempre proponerlo sin importar el escenario ni la condición en que se encuentren.

Por eso será una linda serie, abierta por las mismas propuestas, ya que si bien Júnior cuenta con una gran nómina y tiene en la actualidad el idilio entre la red y Teófilo Gutiérrez y como ‘Celestina’ de ese amor a un Giovanni Hernández que siempre está para asistir, el Once también tiene en Johan Fano un cheque al portador en materia de efectividad, apoyado en un jugador como John Viáfara, que ha levantado muchísimo su nivel.

Entre remates y aperturas

Pero si de analizar un poco en detalle a los finalistas se trata, reconozco en el equipo de Julio (Comesaña) que viene rematando muy bien sus partidos, en los segundos tiempos le está pasando por encima a los rivales, así ha resuelto buena parte de los juegos, gracias a que se apoya en hombres de experiencia en la mitad como Dúmar (Rueda), El Conejo (Jaramillo) y Giovanni que está pasando por un buen momento. Es un conjunto que con los jugadores talentosos y rápidos que cuenta, si encuentra espacios, te supera en cuestión de minutos.

En cuanto a los albos, respetan la filosofía que siempre le hemos conocido a Javier (Álvarez), la cual se ampara en el buen trato de balón y por eso es un equipo que no revienta la pelota, sino que la pone al piso. Además, abre muy bien el campo con sus laterales, al punto que ha encontrado en Nóndier Romero una alternativa ofensiva por derecha, que se complementa con la movilidad de Carreño en el último cuarto y la contundencia de Fano.

Ambos sin duda cuentan con individualidades y estructuras colectivas sólidas, pero también hay que tener en cuenta el momento anímico con el que llegan a la final, más allá de que siempre exista motivación por estar en ella. Y los ánimos son inmejorables gracias a que consiguieron su tiquete en condición de visitante y en los dos casos, remontando resultados adversos.

Cero dependencia

Ahora bien, algunos afirman que el juego del Júnior depende de lo que hagan Giovanni y Teófilo y en el caso del Caldas, de lo que resuelva Fano, pero aparte de disentir en dichos conceptos, soy de los que pienso que cualquier equipo en el mundo que se supedite a lo que pueda hacer un solo jugador, está más cerca de la derrota que del éxito.


En el caso de los junioristas, por ejemplo, es indudable que Hernández y Gutiérrez se comprenden muy bien, el goleador le marca muy bien los espacios y el 10 sabe colocarle la pelota para que defina de buena forma, pero los tiburones también tienen otros jugadores para desequilibrar como Ciciliano, el muchacho Orozco, Acuña y los otros atacantes juveniles como Ruiz o Bacca.

Y ya que hablamos de ataque, debo hacer un paréntesis para referirme a Teófilo, a quien tuvimos en la selección para los juegos contra Argentina y Perú y aparte de ratificar sus condiciones, nos demostró ser un gran muchacho. Tuvo un excelente comportamiento y se adaptó a hombres de experiencia, con quienes tuvo un buen entendimiento. Ellos, como el resto del grupo, le reconocieron los goles que ha marcado y que le permitieron tener la convocatoria, así que de mantener este gran nivel, podrá volver.

Retomando el tema de la dependencia, el Once también cuenta con sus sociedades como el Júnior. Dayron Pérez es un muy buen jugador, claro con la pelota y arriba los delanteros se complementan de gran manera. Y si a lo anterior le sumamos el equilibrio de Viáfara, un jugador de dos áreas y con un físico impresionante, estamos ante un buen equipo.

Aunque también acepto que es difícil perder dos jugadores fundamentales para el esquema blanco como Casanova y Fano, pero los jugadores que reciban la oportunidad querrán saberla aprovechar y mostrar su jerarquía, porque una final no es cuestión de todos los días, así que debemos esperar las variantes que implemente Javier, porque igual los partidos de esta clase hay que jugarlos hasta el último momento.

Altura y humedad

Por último dejé un aspecto que puede ser secundario, pero no menos importante: la localía. El equipo que quiera dar la vuelta olímpica debe hacer respetar su plaza y el que lo haga, abonará buena parte del terreno hacia la consagración. Igual, es una serie demasiada corta y considero que al cerrar en casa y ante un marco excepcional de público, Júnior de pronto puede sacar una leve ventaja. 

¿Es más fácil contrarrestar la altura manizaleña que la humedad barranquillera o viceversa? Para los dos finalistas va a ser difícil, porque los rojiblancos después de un partido de desgaste como el del domingo en el Pascual, llegar a la altura de Manizales les puede afectar, pero de igual manera pasará con el Once que tendrá que enfrentar ese calor insoportable de la Arenosa.

Por mi compromiso con el país a través de la selección, tal vez sólo pueda asistir al Palogrande, ya que desde mañana y durante 10 días me concentraré con la Sub 17 y Sub 20 en Bogotá, pero igual así sea a través de la pantalla chica, disfrutaré de una final en la que no me resta sino felicitar una vez más a los dos planteles que la disputan, encabezados por grandes entrenadores y mejores personas como Julio y Javier. Que gane el mejor, aunque de antemano estoy convencido, que ya ha ganado el buen fútbol con la presencia de dos equipos que lo defienden a capa y espada.

Por Eduardo Lara Lozano / Especial para El Espectador

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