Publicidad

El fútbol es injusto, como la vida misma

Francia pide una regeneración ética del deporte galo, tras la polémica mano de Thierry, mientras que la máxima rectora del fútbol mundial sólo aceptará la tecnología para la línea de gol.

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Cayetano Ros / Especial de El País
27 de diciembre de 2009 - 09:00 p. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

La dimensión ética del fútbol y, por extensión, del deporte, se ha convertido en un gran debate en Francia desde que la mano de Thierry Henry le diera a la selección francesa de fútbol la clasificación para el Mundial de Sudáfrica 2010, el pasado 18 de noviembre, en perjuicio de Irlanda.

La Unión Europea, la Fifa y la Federación Francesa han hecho campañas de promoción del juego limpio, en las que ha participado el propio Henry. Luego, en el fragor del partido, Titi sacó la palma izquierda de la mano, de forma “instintiva”, según su entrenador en el Barça, Pep Guardiola, o “tramposa”, según el presidente de la Fifa, Joseph Blatter. El mismo jugador pidió sin éxito que se repitiera ese partido tan mal jugado por la selección de Raymond Domenech. Razón de más para que Francia siga sintiéndose avergonzada. Y para que sus intelectuales, sonrojados ya por el cabezazo de Zidane a Materazzi en la final del Mundial de Alemania 2006, exijan una regeneración moral del deporte.

“La escuela, las familias, los gobiernos y los medios deben insistir en que el deporte no es la guerra y el partido no es una batalla. El deporte debe responder a unos valores de justicia y de emulación pacífica”, proclamó en Le Monde el historiador Jacques Le Golf. “¿Por qué el equipo de Francia, su entrenador, su capitán y el presidente no piden perdón a los jugadores de Irlanda?”, se preguntan los educadores Thierry Philip y Jean-Philippe Asenci. Alain Loret, director de las Ciencias del Deporte de la Universidad de Rouen, va más lejos y anima a reconocer que la falta de Henry fue una falta moral y, por tanto, Francia debería retirarse de la competición, a la que acudirá sin protestar pese a no ser cabeza de serie, siendo incluida en un grupo junto a Sudáfrica, México y Uruguay.

“La trampa en el deporte es consuetudinaria y el fútbol lo magnifica todo”, opina el sociólogo especializado en deporte Víctor Agulló, quien recuerda cómo el ex internacional francés Vixente Lizarazu le dijo al seleccionador francés que no tenía nada que celebrar. Domenech, sin embargo, pidió que le dejaran disfrutar de la felicidad el momento.

La ética del fútbol es la de la calle. El pícaro en España, el vivo en Argentina y el furbo en Italia son variantes de un espécimen que ha tratado de burlar las reglas en beneficio propio, dentro y fuera de la cancha. Y ha gozado de cierto prestigio social. El primer gol de Maradona a Inglaterra, con la mano, en México 86, fue casi tan valorado por sus compatriotas como el maravilloso segundo tanto, en que regateó a todo el equipo inglés. Incluso en Alemania 2006 se celebraron 20 años de la mano de Dios.

Ha habido una tradición al respecto en los países latinos, mirados con desdén por los anglosajones, guardianes del fair play en el juego que inventaron a finales del siglo XIX. Hay ejemplos legendarios: la bronca del capitán del Tottenham en los noventa, Gary Mbbutt, a uno de los españoles pioneros en la Premier, Nayim, cuando éste se tiró al suelo simulando una falta. O cuando Robbie Fowler, ex delantero del Liverpool, le suplicó al árbitro que anulara el penalti que le había concedido porque, en realidad, no se había producido. Era un partido contra el Arsenal, en 1996-97, y Fowler simuló un penalti, después se arrepintió y pidió perdón al portero. Finalmente, lo lanzó el propio Fowler y lo falló, pero el rechace lo marcó Stan Collymore.

Son valores que se han ido perdiendo también en Inglaterra con la entrada masiva de jugadores continentales. La trampa se ha globalizado, pero también la vergüenza de haberla cometido.

El fútbol se alimenta de sus propias polémicas. Y, cada vez que hay un error, se reabre el debate sobre la manera de evitarlo. La Fifa pone el acento en las medidas represivas: los arbitrajes, que suelen beneficiar a los poderosos, también como la vida misma. Y sólo aceptará la introducción de avances tecnológicos de manera limitada: para saber si el balón traspasa en su totalidad la raya de portería.

La International Football Asociation Board (Ifab) es el celoso cancerbero del reglamento del fútbol desde su creación, en 1886. Lo forman las cuatro selecciones británicas (Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte) con un voto cada una, y la Fifa, en representación del resto del mundo, con cuatro votos. Se necesita una mayoría de tres cuartos para apoyar un cambio de las reglas del juego. En la última reunión anual, dos compañías presentaron sendos proyectos: un sistema parecido al ojo de halcón en el tenis, con cámaras que delimitarían el bote exacto del balón; y un chip en el balón que enviaría información sobre el mismo.

La Fifa los rechazó al entender que no estaban desarrollados. El organismo internacional exigió cuatro requisitos: inmediatez, fiabilidad 100%, que el resultado sólo se anunciase al árbitro y que la técnica sólo se usase sobre la línea de gol. La Internacional Board volverá a estudiarlo.

El fútbol es tan dinámico que no se puede parar ni 10 segundos para deliberar, argumenta la Fifa. Sobre si ha sido penalti o no pueden ponerse a discutir 10 personas sin llegar a un acuerdo. El parón, además, evitaría que, al minuto siguiente, se diera una ocasión de gol en el área contraria. Cuando se compara con el tenis o el rugby, donde sí se aplican novedades tecnológicas, la Fifa dice que estos son deportes con más interrupciones.

Otro de los argumentos de la Fifa es la universalidad. Uno puede jugar al fútbol en cualquier rincón del planeta, desde Tailandia hasta el Tíbet, sin más requisito que un aceptable estado físico. En la clasificación para el Mundial de Sudáfrica se han disputado 853 partidos. Muchos de ellos en lugares muy precarios, donde la tecnología no podría llegar. La Fifa, por ahora, insiste en mejorar el rendimiento arbitral.

‘Titi’ podrá jugar en Sudáfrica

Según publicó ayer el diario ‘L’Equipe’, la Comisión Disciplinaria de la Fifa no sancionará al delantero francés Thierry Henry por haber tocado con la mano la pelota en la jugada previa a la anotación de William Gallas, en el partido decisivo del repechaje a Sudáfrica 2010 frente a Irlanda. Aunque la comisión sólo se reunirá hasta la primera semana de enero, se supo que la conclusión de la misma será favorable para el francés, ya que eso significaría “crear un precedente”. El periódico sostuvo que dicho criterio derivaría en una situación “no contemplada reglamentariamente”, ya que Henry “no marcó un gol con la mano y tampoco lo evitó con el mismo recurso ilícito en su propio arco”.

Por Cayetano Ros / Especial de El País

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.