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Alguna vez, este templo de cemento albergó al primer tricampeón del fútbol argentino. También, al primer campeón mundial. El estadio Juan Domingo Perón, también conocido como el ‘Cilindro Mágico’, justamente por aquellos tiempos de gloria, es la casa de Racing Club, uno de los cinco grandes de la pelota en Argentina. El paso del calendario fue demoledor. Y todo cambió. Por eso hoy ‘La Academia’ está lejos de esa época dorada. De todos modos, la fiebre de sus aficionados por el equipo celeste y blanco no tiene cura posible. Y, como suelen cantar, “a pesar de los años, los momentos vividos”, las tribunas están completas, cargadas de fanáticos.
En este escenario, a unos pocos kilómetros de la Capital Federal, enamora un colombiano. Giovanni Moreno, aquel enganche que surgió en el Envigado y se mudó con su talento a este rincón de un país bien futbolero. Autor de dos goles el domingo frente a Argentinos Juniors, el último campeón, por su innegable talento se transformó en el jugador predilecto por la gente. Aquí está, entonces, en la charla exclusiva con El Espectador. Vestido con una camiseta negra de Armani, una gorra blanca y una cadena que brilla como su juego sobre su largo cuello. Habla de Racing, de la selección de Colombia y de este momento que lo encuentra en su mejor nivel.
Parece que logró adaptarse más rápido de lo que se esperaba.
Creo que todavía me falta. El fútbol argentino es difícil, corren mucho, no te dejan espacios y se hace complicado jugar. Me gustaría participar más. Cuesta estar siempre en contacto con la pelota. Pero creo que me está yendo bien, estoy feliz.
¿El del domingo fue su partido soñado?
Más allá de los goles, creo que fue un partido difícil. Es que nos jugábamos mucho después de haber perdido el clásico con Independiente.
¿Le resultó difícil abstraerse del clima que se generó con los hinchas?
La verdad es que sí. El ambiente no era el mejor, los hinchas estaban enojados por haber perdido el clásico con Independiente. Pero, bueno, nosotros sabíamos que teníamos que sobreponernos a todo ese clima, porque podía llegar a jugarnos en contra.
A los aficionados ya se los metió en el bolsillo. Y ese festejo en el que se pareció a Supermán, tomando los extremos de su camiseta y mostrando el número 10, ya empieza a ser una marca registrada que importó desde Colombia. “Me decían el hombre de la capa”, cuenta con una sonrisa. Y pondera a los fieles racinguistas: “Es una hinchada que te sigue a todas partes, pero no te regala las cosas. Te las tienes que ganar. Por eso fue un orgullo que la hinchada gritara mi nombre. Es lo más lindo que me pasó en mi carrera. Y espero darle más”.
Después de no haber podido jugar el clásico con Independiente, ¿se debe otra gran actuación hoy en este partido importante frente a River?
La motivación es estar en el equipo titular y vestir esta camiseta. Creo que a cualquier jugador lo llenaría de orgullo y satisfacción estar en mi lugar, ser parte de esto. Por eso hay que disfrutar al máximo esto que me está pasando.
¿Es más fácil jugar contra un equipo que propone, como es el caso de River?
River es un equipo al que le gusta jugar, tratar bien la pelota. Particularmente, me gusta enfrentar ese tipo de rivales, que jueguen y dejen jugar.
Da la sensación de que, cuando se lo propone, desequilibra. ¿No cree que con continuidad en el juego sería imparable?
Puede ser. Pero es difícil mantener la regularidad durante los noventa minutos. El jugador siempre es presa de los altibajos y yo no soy la excepción. Lo que hay que hacer es estar tranquilo para poder definir bien.
¿Necesita sentirse figura, reconocido, para desplegar todo su potencial?
La verdad, nunca me preocupo por ser figura. Sólo porque el equipo gane, le vaya bien, independientemente del nivel que pueda mostrar. Uno siempre quiere marcar, ser protagonista. Pero ahora que hice dos goles, no soy mejor que nadie. Soy una persona que está para eso, para sumar y darle a mi equipo lo que sé.
Muestra orgulloso la pulsera que tiene en su muñeca derecha. Se la dieron en el último amistoso que jugó con el equipo nacional. Tiene los colores de la bandera y una inscripción que parece un sueño: “Selección de Colombia - Brasil 2014”. “Es un compromiso que tenemos todos de cara a la próxima Copa del Mundo. Ojalá podamos cumplir con el objetivo que nos propusimos”, dice.
¿Cómo está viviendo esta nueva etapa?
Se va por buen camino, estamos haciendo un ciclo nuevo, con un cuerpo técnico que empezamos a conocer pero que tiene experiencia. Nos estamos acomodando de a poco a lo que ellos quieren. Creo que hay un buen equipo, una camada de jugadores jóvenes que viene marcando diferencia en el torneo local y en el exterior.
Esta renovación se dio en varias de las etapas de la selección en la última década, pero Colombia no ha vuelto a jugar un Mundial. ¿Cree que esta vez funcionará?
La verdad, no sé. No sé si vamos a ser nosotros los que vamos a cambiar la historia. Pero las ganas de estar, de hacer las cosas de la mejor manera para que a Colombia le vaya bien, están intactas.
Mucho se habló de la mentalidad ganadora, ¿esta selección la tiene?
Esperemos que así sea. La mayoría de los jugadores somos jóvenes y tenemos el objetivo de ganar cosas, de hacer historia y este es un bonito reto.
La gente presiona bastante.
Como en todos lados, pero todavía no tuvimos la oportunidad de jugar en nuestro país. Sabemos que estamos en deuda. La idea es saldarla. Empezar por la Copa América es un lindo objetivo.
Asegura que extraña todo de su país. Y, también, a Envigado. “Tuve la oportunidad de hacer varios goles, es el equipo donde salí y me di a conocer. Estoy en permanente contacto con lo que pasa allá. Soy un eterno agradecido del club. Soy todo lo que soy por Envigado. Es el club de mi corazón. Y estoy seguro de que algún día voy a volver”, revela.