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Fue el 16 de marzo del año pasado cuando Wilson Carpintero tuvo la oportunidad de seguir al pie de la letra un raro consejo que le había hecho su compadre algunos meses atrás. Corría el minuto 11 del segundo tiempo en el partido de La Equidad contra el América, cuando ‘El Pájaro’ voló entre la defensa escarlata luego de un largo pelotazo de Román Torres y con un potente derechazo dejó helado al portero uruguayo Adrián Berbia en el estadio de Techo. Era el tercer gol en aquel histórico 4-0 y lo primero que hizo fue correr al arco para coger uno de los palos a picotazos. En realidad lo que hizo fue imitar los movimientos de un pájaro carpintero y patentó uno de los festejos de gol más originales de los atacantes locales.
“Creo que es una buena celebración y la hago siempre, con todo el respeto que se merecen los rivales. Allí se refleja toda la alegría que uno siente al anotar un gol”, dice.
Carpintero confiesa que la idea fue de Arley Murillo, el padrino de bautizo de Laura Juliana, su hija de cinco años. ‘La Rana’ (cantante del grupo de reggaetón Zona Prieta) le insistía, pero él no se animaba, cuenta el atacante de 31 años, que hoy es el goleador del torneo Apertura 2009, con cuatro anotaciones.
“Después de que la hice, mi compadre me dijo que me había salido muy bien y que iba a dar de qué hablar”.
Y acertó, pues después de aquel tanto que, entre otras cosas, sacaba a ‘El Pájaro’ Carpintero de una sequía de diez partidos sin anotar, el ya famoso picotazo se ha repetido otras 18 veces y en las plazas más difíciles, como El Campín, el Palogrande, el Atanasio Girardot y el Pascual Guerrero, donde hace una semana consiguió un doblete que sirvió para que el equipo bogotano se impusiera 3-2 sobre el Deportivo Cali.
“Quisiera repetirla en todos los estadios del país”, anhela Carpintero, quien vive en el equipo bogotano uno de los mejores momentos de su carrera, con el que ha dejado atrás la pobre participación que tuvo con Millonarios en el segundo semestre de 2005 y que él mismo califica de fracaso.
“La idea era hacer historia con esa institución, pero no rendí y eso que tuve la oportunidad de jugar”, recuerda Carpintero, quien convirtió cuatro tantos con el grupo que dirigía Fernando ‘Pecoso’ Castro. “No llegaron los goles, que es lo que a uno lo sostiene como delantero . Se puede decir que fracasé”, admite.
Más paisa que costeño
Muy pocos meses vivió en Tubará, la pequeña población del Atlántico donde nació Wilson Alberto Carpintero Mendoza el 15 de septiembre de 1977 . Sus padres se mudaron a Carepa, en el Urabá antioqueño, donde empezó a mostrar sus dotes para el deporte. “Yo practicaba el voleibol y también hice salto largo en atletismo”, recuerda, y cree que eso le ha ayudado a forjar una de sus principales características como futbolista. “Sostenerme en el aire para alcanzar las pelotas aéreas, por eso también me pueden comparar con un pájaro”, dice entre risas sobre una de sus fortalezas (de los 10 goles que hizo el semestre pasado, cinco fueron impulsados con la cabeza).
Hacer parte de la selección del pueblo fue la vitrina para llegar a la capital antioqueña, donde golpeó la puerta del Independiente Medellín. El soñado debut, con gol, se dio el 24 de mayo en el estadio Palogrande, donde el poderoso cayó 2-1 con el Once Caldas y él anotó el tanto del descuento. En ese torneo jugó 19 partidos y convirtió tres goles.
Al borde de un retiro tempranero
En 1999 Carpintero fue cedido por el DIM al Deportivo Pereira, que jugaba en la Primera B, y en los años 2000 y 2001 estuvo rondando junto al Galeras, en las filas de un Deportivo Pasto que le dio pocas opciones de jugar. Allí sólo tuvo siete partidos y no hizo goles. Parecía que la estrella de Carpintero se apagaba más rápido de lo que se esperaba y por eso él recuerda esos días como los más duros en su carrera.
“Me tuve que ir a mi casa, me quedé sin equipo y tuve que esperar mucho”, dice. “Llegué a pensar que hasta ahí había llegado mi sueño. Pensé en retirarme, pero el profe Alexis (García) me ayudó y me trajo de regreso al fútbol”, dice Carpintero evocando el año 2002, cuando el DT lo llamó para que jugara en el Bucaramanga.
“El profesor Alexis ha sido como mi padre en esto del fútbol, por eso tengo un gran agradecimiento con Dios y con él y espero responderles bien a esa confianza”, dice.
La camiseta amarilla del cuadro leopardo le dio nuevos bríos a Wilson y fue allí donde empezó a darse a conocer como ‘El Pájaro’ Carpintero. Marcó 37 goles en cinco torneos (103 partidos) entre febrero de 2002 y junio de 2004.
“Tuve un gran momento y hasta tuve la oportunidad de ser convocado a la selección de Colombia”, dice Carpintero, quien fue llamado a un microciclo del equipo que preparaba Francisco Maturana para iniciar las eliminatorias mundialistas en 2003.
Cuatro títulos en el bolsillo
Carpintero se coronó campeón con Júnior, aunque no pudo jugar la final de la Copa Mustang II de 2004 contra Nacional. En esa campaña del equipo del ‘Zurdo’ López marcó cuatro goles y después se marchó para el Caracas F.C. de Venezuela, equipo al que reforzó en dos etapas, antes y después de pasar por Millonarios. ‘El Pájaro’ aportó sus goles para conseguir la octava y la novena estrellas del cuadro caraqueño (en 2006 y 2007).
En La Equidad, equipo en el que ‘El Pájaro’ Carpintero ha construido su nido, también celebró el triunfo en la Copa Colombia el año pasado y hoy como su máximo artillero espera seguir con su racha frente al Real Cartagena.
¿Cuánto tiempo más picoteará? “No sé, lo único que tengo claro es que me siento muy bien físicamente y tengo muchas ganas por hacer lo que me gusta y buscar darle satisfacciones a la gente”.
La voz de la experiencia en La Equidad
Wilson Carpintero es uno de los cinco jugadores que sobrepasan los 30 años en La Equidad. El delantero tiene 31 y junto a Wéimar Olivares (32), Felipe Benalcázar (32), Germán Caicedo (31) y César Martínez (31) es el hombre de experiencia en el equipo que tiene un promedio de edad de 24,7 años.
Carpintero ha encontrado en el club asegurador un sistema de juego que favorece su frecuencia anotadora. “La forma en que jugamos me da la posibilidad de conseguir goles. Hay compañeros que tienen un gran desequilibrio que siempre te dejan de frente al arco para definir, el caso de Stalin (Motta), de Jherson (Córdoba), de (Diego) Cochas”, dice ‘El Pájaro’, quien se siente como en familia en el cuadro bogotano. “Gracias a Dios he estado rodeado de una gran institución, de una gran administración, de un cuerpo técnico que me tiene confianza. Esta es una gran familia, tal vez la más grande del fútbol colombiano”.