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Rafael Nadal cerró el año el pasado miércoles con una victoria que no quedará en su palmarés, pero sí en el recuerdo, al vencer al suizo Roger Federer por 7-6 (3) , 4-6 y 6-1, en la Caja Mágica de Madrid, en el partido “Unidos para la infancia”, que sirvió de broche de oro a una temporada de ensueño para el español, resuelta con siete títulos y el número mundial uno en el bolsillo.
El ambiente fue muy diferente al que se vivió en la noche del martes en el Hallenstadium de Zúrich. En el “Partido por África” la elegancia, la sobriedad del entorno y también la frialdad del público hicieron del partido, que acabó con victoria del de Basilea por 4-6, 6-3 y 6-3 en una hora y 38 minutos, un acto muy protocolario.
El miércoles, en Madrid, los 11.442 aficionados que se dieron cita en la Caja Mágica disfrutaron a placer y se contagiaron del tenis de los dos mejores jugadores del mundo. El carisma que tienen ambas raquetas había dado su fruto semanas antes, cuando las entradas, a 26 y 33 euros, se habían vendido en tan sólo seis horas.
Evidentemente, y casi con toda seguridad, el resultado de ambas citas estaba pactado. Un triunfo para cada uno delante de sus respectivas aficiones que sirve para dejar contentos a todos y que ha hecho posible que las fundaciones de Federer y Nadal puedan continuar con sus respectivas labores humanitarias, enfocadas a ayudar a los niños necesitados.