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Nunca se sintió tan desubicado en una cancha de fútbol como el día en el que supo que por primera vez jugaría un Mundial. En Tel Aviv, los almanaques del año 89 marcaban el día 30 del mes de octubre, y el árbitro señalaba la mitad del campo. Luego del 1-0 en Barranquilla, Colombia logró un empate a cero contra la selección de Israel que le dio el tiquete a Italia 90.
“La emoción fue tanta que no tenía ni idea para dónde correr, si adonde mis compañeros o adonde el técnico, o si corría al camerino”, es lo primero que se le viene a la cabeza a Carlos Alberto Valderrama, quien hoy, cuando esas glorias están tan lejanas, tan esquivas, casi efímeras, sólo logra llenarse de ansiedad frente al televisor. Ya no le dan ganas ni de pisar el campo.
Hablar de El Pibe es utilizar un sinónimo del fútbol nacional que vivió sus mejores momentos gracias a aquella melena dorada que infundía respeto y destilaba prestigio. Ahora que no hay ni lo uno ni lo otro a causa de tantos tropiezos, el samario analizó para El Espectador el presente tricolor, del cual, según él, son varios los responsables.
Para el legendario capitán de la selección, la eliminación para el Mundial de Sudáfrica 2010 no puede ser tomada como una más, así se esté volviendo costumbre quedar al margen de la cita orbital, y por eso al reclamo de una falta de identidad de nuestro fútbol y mayor decisión por parte de los directivos de la Federación a la hora de elegir un proceso, da su primera solución: elegir a Leonel Álvarez como seleccionador nacional.
Al fútbol lo guarda actualmente en una especie de cofre que sólo abre los fines de semana. Juega un campeonato con los padres de familia y los profesores del Colegio Sagrado Corazón de Barranquilla, en el que estudiaron su hijos. Corre siempre a muerte porque desde que compite sabe que ninguna enemiga lo irrita más que la derrota. Tal vez por eso en Guadalajara, donde Bogotá perdió el viernes pasado la oportunidad de realizar los Juegos Panamericanos de 2015, se refugió en su habitación sin hablar. Se marchó mirando al suelo como en los funerales, evitando las preguntas para sólo dejarse ver hasta el otro día.
Cero y van tres eliminaciones consecutivas para Copa del Mundo...
Sí, hay procesos que se quiebran, pero hay que respetarlos. Los directivos le apostaron al de (Jorge Luis) Pinto y no duró ni una Copa América porque en Venezuela 2007 el grupo se fracturó y desde ese momento se perdió credibilidad y confianza.
¿Por qué considera que todo se rompió a partir de ahí?
En ese torneo comenzó a haber problema entre el grupo y el técnico. Uno estuvo ahí mucho tiempo y sabe que el deterioro comenzó ahí. El verdadero problema fue que no se buscó solución. No hubo arreglo, los jugadores se disgustaron con Pinto y Pinto se disgustó con ellos y al fin y al cabo el que se vio perjudicado fue el país.
¿Le pareció errado el proceso de Pinto?
En resultados fue malo porque en la Copa América nos eliminaron y en eliminatorias no anduvimos bien. Sin embargo, creo que al principio fue bueno. Pinto entró y todos lo queríamos: los aficionados, los directivos, los periodistas. Pinto era el hombre y estábamos optimistas. El optimismo se desvaneció en Venezuela.
¿Fue bueno reemplazarlo a mitad del camino y por Eduardo Lara?
En el momento del cambio el ambiente andaba mal y no se podía sacar a 30 jugadores. Entonces la decisión se tomó con el objetivo de mejorar con el profesor Lara porque él conocía muy bien a su grupo de jugadores. Yo en cambio creo en los procesos. La mejor salida era la de tratar de arreglar el problema entre los jugadores y Pinto. Era un problema de orgullo de ambas partes.
¿Cómo califica a la selección durante la eliminatoria en general?
Fracaso y vergüenza. Llevamos mucho tiempo ya sin ir a un Mundial y varios buenos jugadores que merecían la oportunidad dejaron de ir. Si no tuviéramos futbolistas, diríamos que ése es el problema. Pero los tenemos, vemos que rinden en sus equipos, están por fuera porque son buenos. Llegan a la selección y no rinden.
¿No le parece deshonesto que los jugadores de una selección no quieran rendir por diferencias con el técnico?
No creo que se trate de honestidad. Todo jugador quiere ganar. Uno está jugando calle contra calle y quiere ganar. Uno está jugando dominó y quiere ganar. Pero si el ambiente no es bueno, es gravísimo. Si hay buena onda con el cuerpo técnico, con los jugadores y hasta con los periodistas, la cosa anda. Si el problema está en la base, en el técnico y los jugadores, es complicado. Tú puedes pelear con un directivo y el directivo no juega y lo ves de vez en cuando, lo mismo ocurre con los periodistas. En cambio, el técnico y los jugadores se ven todos los días y trabajan juntos.
¿Estuvo de acuerdo con las convocatorias?
Lo que pasa es que no hay más, ese es el grupo de jugadores que tenemos. Yo a veces me ponía con los familiares míos que son gente de fútbol y decíamos, bueno, vamos a armar la selección y terminábamos armándola con los mismos jugadores. ¿Quién falta?, buscábamos y no faltaba nadie.
¿Cuál fue el mejor jugador de Colombia en la eliminatoria?
No joda, “corchado”. No tuvimos equipo base. Ese fue uno de los problemas. El rendimiento irregular de algunos hace que el técnico comience a dudar. Aquí en Colombia los jugadores son figuras en un partido y al siguiente no aparecen, lo mismo ocurre con los equipos del campeonato. En Colombia se perdieron los líderes.
¿En qué partido quiso estar en la cancha?
Yo soy consciente de que ya me fui. Hago fuerza como todo colombiano porque yo quiero que la selección juegue bien, vaya a los mundiales y que gane cualquier partido amistoso. Me daba ansiedad en momentos en los que yo creía que podíamos haber ganado y se perdieron unos partidos increíbles. Pienso que contra Uruguay se perdió un partido que era imperdible por la manera en la que se estaba jugando. A una Copa del Mundo no se va si no se ganan los partidos en los que hay una sola oportunidad y mucho menos si no se gana jugando de local.
¿El nivel del jugador colombiano ha disminuido?
No. Lo que falta es organización. Creo que el Comité Ejecutivo de la Federación tiene que arriesgar y jugársela por un proceso, por un técnico y apoyarlo hasta el final. En las últimas tres eliminatorias se han cambiado los técnicos, entonces cambiemos de táctica. Es más, desde enero debemos nombrar al técnico de la selección. No tenemos que esperar a que pase el Mundial. ¡Eche, si ya estamos eliminados!
¿Qué responsabilidad tienen los directivos en este fracaso?
Claro que tienen una enorme responsabilidad. Luis Bedoya escoge al técnico, él escoge a su cuerpo técnico y ellos a los jugadores. ¿Entonces? ¿Colombia tiene cancha para entrenar?, no. Todos los equipos la tienen. Eso lo decide la Federación. No entiendo su trabajo, a ellos les conviene que la selección vaya al Mundial, entonces vamos a buscar la manera de que el equipo tenga todo. No puede ser que después de tantos años no se haya construido un sede.
¿Quién debe ser el próximo técnico de la selección?
Leonel Álvarez. Se preparó desde las divisiones inferiores y fue asistente técnico durante mucho tiempo. Ahora le dieron al Medellín y el equipo juega bien y no es porque esté primero. En lo táctico se nota que tiene trabajo. Leo merece la oportunidad por lo que está haciendo. Estuvo en la selección, tiene experiencia internacional, como jugador dio muchas guerras y sabe cómo es el ambiente dentro de los camerinos.
¿Se debe manejar la opción de un entrenador extranjero?
No es un buen momento para traer un extranjero. Nosotros tenemos técnicos capacitados para dirigir la selección colombiana, lo que pasa es que hay que arroparlos para que respondan.
¿Hernán Darío Gómez estaría entre sus candidatos?
Si eligen al Bolillo, bienvenido sea. Lo que pasa es que uno siente que en Colombia Hernán Darío no tiene la aceptación de antes. Eso lo percibe uno. Yo no quiero que le pase lo de Pacho. A Maturana lo llamaron de vuelta y lo destruyeron, lo quemaron. Y él no merecía un trato así, al contrario, debíamos tenerlo arriba. Me da temor de que eso le suceda a Hernán. Si tuviera aceptación el nombre, ya habría sonado por ahí.