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El ciclista noruego Thor Hushovd, nacido el 18 de enero de 1978 en Arendal, se encaramó ayer en Melbourne, Australia, a la cima del arco iris al ganar la prueba en línea de los Campeonatos Mundiales de ciclismo, en la que el mejor colombiano fue José Serpa, quien finalizó en el puesto 34, mientras el británico Mark Cavendish, favorito en caso de una llegada masiva, se retiró.
Hushovd, quien mide 1,83 metros de estatura y pesa 81 kilos, cultivó su excepcional físico practicando el esquí de fondo, como muchos de los jóvenes de su país, al tiempo que entrenaba con la bicicleta como complemento a su puesta en acción en la nieve.
Sin embargo, su habilidad y fuerza sobre las dos ruedas fue ganando terreno hasta que en 1999 comenzó a disputar algunas pruebas ciclistas profesionales en Noruega.
Ese mismo año participó y ganó el Ringerike Grand Prix (también conocido como Kalas Cup o Norgescup), una carrera profesional que se disputa anualmente en el mes de junio y que consta de cinco etapas.
Esa es la prueba más famosa en la península escandinava, por lo que la victoria le valió para que al año siguiente el equipo francés Credit Agricole lo fichara como su especialista en las llegadas masivas.
No se equivocó Hushovd al dar el salto al ciclismo profesional y desde el primer momento ofreció victorias a su equipo en los embalajes.
Su extraordinaria fuerza le ha permitido triunfar en etapas del Tour de Francia, del Giro de Italia y de la Vuelta a España, así como de las más importantes pruebas del calendario internacional en sus diez años de carrera.
Aficionado a la caza deportiva, esa paciencia aprendida en el campo le ha permitido a Hushovd saber esperar el momento adecuado para lanzar su ataque final en pos de la línea de meta, aunque muchas veces ha sucumbido ante otros especialistas en las llegadas como, el alemán Erick Zabel, el italiano Alessandro Petacchi, el español Óscar Freire y últimamente el británico Mark Cavendish.
Este mismo año, el 9 de mayo, sufrió un accidente durante uno de sus entrenamientos, cerca de San Remo, cuando se rompió la clavícula izquierda tras arrollar a una niña que se le atravesó, pero que no sufrió daño alguno.
Tuvo que parar durante varias semanas, pero eso no le impidió conquistar la tercera etapa del Tour, una de las más complicadas por su extensión, 213 kilómetros, y muchos tramos de pavés.
En la reciente Vuelta a España se retiró a falta de una semana, pero no se fue con las manos vacías, pues ganó una fracción.
Sin duda, su gran objetivo era el Mundial, en el que puso sus ilusiones a pesar de saber que pocas veces se definen al embalaje. Sin embargo tuvo fe y estuvo atento a las fugas.
A falta de cinco kilómetros entendió que tenía opción, pero que su victoria no sería fácil. En los metros finales y contrario a la tradición de los velocistas, atacó por el costado contrario al del grueso del pelotón y aunque pareció quedarse sin fuerzas, alcanzó a cruzar primero. Seguramente, la preparación en el esquí de fondo, le dio ese último aliento.