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Enrique Peña, alma de la marcha atlética

Este boyacense es el técnico más exitoso en la historia del atletismo colombiano.

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José Briceño / London, Canadá.
11 de noviembre de 2014 - 02:17 a. m.
 Con la camiseta 118 (a la derecha) Enrique Peña, en los Juegos Olímpicos de Muscú-80. /Cortesía
Con la camiseta 118 (a la derecha) Enrique Peña, en los Juegos Olímpicos de Muscú-80. /Cortesía
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Este boyacense es el técnico más exitoso en la historia del atletismo colombiano. Su máxima carta de presentación: la medalla de oro olímpica con el ecuatoriano Jerferson Pérez, en Atlanta-96. Como marchista, caminó 140 mil kilómetros que equivalen a 3,5 vueltas al planeta.

En su increíble y meteórica carrera en la marcha atlética Enrique Peña ha conquistado con sus pupilos los títulos más preciados en Juegos Olímpicos, Mundiales, Panamericanos, Centro y suramericanos, Bolivarianos y, de paso, ha actuado en ocho Juegos Olímpicos como competidor y entrenador nacional de Colombia, Ecuador y Estados Unidos, la primera potencia mundial en el deporte básico de pista y campo. Su largo trasegar lo ha llevado a más de 80 países en cuatro continentes (le falta África). Se hizo famoso mundialmente fuera de su país. ‘Nadie es profeta en su tierra’, reza la conocida frase.

Peña, un hombre sencillo, trabador y estudioso de su deporte, nacido el 21 de abril de 1942 en Chiquinquirá - sede de la Virgen que lleva su nombre -, recuerda que en 1968 el entrenador sueco Rolf Svamberg "me invitó a participar en 10.000 metros en un Festival de Marcha y me entusiasmé con la competencia. Luego vino a Bogotá el alemán Otto Geffers, quien fue mi primer maestro y a la par que competía me capacitaba para compartir mis conocimientos con los primeros marchistas que hubo en Colombia, porque parodiando la canción y aplicándola a la marcha: ‘Antes de nosotros no hubo antes’”.

Como competidor Peña fue conocido en las pistas como el ‘bigote que camina', por lo abundante de su mostacho. Fue campeón nacional en los 20 y 50 kilómetros, participó en los Panamericanos de Cali 1971y Caracas 1983, fue campeón suramericano en Montevideo y centroamericano y del Caribe en Costa Rica, lo que equivale a ser el mejor de Latinoamérica como marchista. En 1980, representó a Colombia en los Juegos Olímpicos de Moscú, donde ocupó el puesto el 17 en 20 km (con tiempo de 1h38:00.0) y el 14 en 50 km (4h29:27).

En 20 años de actividad competitiva, con un promedio de 7.000 kilómetros anuales, Peña recorrió 140.000 kilómetros que equivalen a darle la vuelta al planeta por la línea ecuatorial 3,5 veces.

Con Hausleber se especializa en la marcha

Su profesión de entrenador la empieza a cimentar en México con uno de los técnicos más autorizados del mundo en caminata, el profesor polaco Jerzy Hausleber, a quien Peña considera su mentor. De él aprende los secretos de la fisiología del deporte, entrenamiento en altura y la marcha como prueba de alta competencia; gracias a una beca que le consigue el presidente del Comité Olímpico Colombiano, el médico Fidel Mendoza, con la Organización Deportiva Panamericana (Odepa). Todo el programa se realizó durante un año en el Centro Olímpico Mexicano.

En la década de los 80, Peña trabajó en Colombia con Coldeportes hasta que el gobierno del presidente Ernesto Samper (1994-1998) dejó sin piso laboral y prestacional a los entrenadores en todos los deportes, por lo que pasaron a ser empleados de las alcaldías, algunas sin presupuesto y con contratos de nueve meses al año. La salida de Peña de Coldeportes Cundinamarca se produjo en la gobernación Leonor Serrano de Camargo. Con nostalgia recuerda: “Me pidieron el puesto porque había que ubicar allí a los seguidores políticos de la gobernadora”.

Es en ese momento de inestabilidad laboral cuando llega una invitación del gobierno de Ecuador, a donde viaja para asumir la preparación del campeón mundial juvenil en Seúl-92, Jefferson Pérez, rumbo a los Juegos Olímpicos de Atlanta-96, donde maestro y alumno consiguen su consolidación deportiva.

“Esa mañana del 26 de julio (Jefferson Pérez) venció la incredulidad ecuatoriana, puesto que solo un círculo reducido de gente que seguía muy de cerca su trayectoria abrigaba esa esperanza. La inyección de experiencia de Peña fue determinante en el momento de la motivación y la definición de la estrategia para la competencia misma. Un desconocido Pérez sorprendió también a los favoritos para ganar el evento", escribió el biógrafo ecuatoriano Jaime Plaza.

Peña cuenta que sólo tres personas (atleta, entrenador y médico) sabían que Jefferson iba a ganar, por su preparación tanto física como mental, aunada a su agresividad competitiva. Y triunfó la lógica y el equipo. En su brillante carrera, Pérez alcanzó el oro en las olimpiadas de Atlanta - 96, y fue campeón mundial en París 2003 con nueva marca del mundo (1 hora 17' 21"), Helsinki 2005 y Osaka 2007. Obtuvo una presea de plata en los olímpicos de Beijing 2008. Fue rey absoluto del circuito de las Américas y tres veces campeón panamericano.

La frustración con Querubín

Entre los alumnos colombianos de Peña se destacan los hermanos Querubín (noveno en los Juegos Olímpicos de Seúl-98) y Héctor Moreno (noveno en los Olímpicos de Barcelona-92), Francisco Vargas, Mauricio Torres y Mauricio Cortes, un talento frustrado que fue plusmarquista suramericano de los 50 kilómetros. En los Estados Unidos dirigió a Curt Clausen (medalla de bronce en el mundial de Sevilla 99). También entrenó a Eider Arévalo, bicampeón mundial juvenil de los 10 mil metros: primero, el 12 de mayo de 2012 en la Copa Mundo de Naciones en Saransk (Rusia), con registro de 41 minutos 17 segundos; y después en el Campeonato Mundial de Barcelona (España), el 13 de julio, (40:09.74)

La gran frustración de Peña fue no conseguir una medalla olímpica con Querubín Moreno en los 20 kilómetros, en la olimpiada de Seúl-88. En la Copa Mundo de Nueva York, Moreno cronometró 1 hora 20'18", el cuarto mejor registro del mundo en la temporada 1987, detrás del mexicano Mercenario (1h 19'24") y de los rusos Mostovick (1h 19'32") y Gorckov (1h 20'04").

A su regreso a Colombia, Querubín llegó afectado por una tendinitis isquiotibial y en Tunja no tenían la tecnología para recuperarlo. Mal tratada la lesión, nunca se recuperó. En Seúl, Querubín fue noveno, ganó Jozef Pribilinec (Checoeslovaquia) con 1h 19' 51", seguido del alemán Ronald Weibel (1h 20' 00"). El bronce fue para el italiano Maurizio Damilano (1h 20' 14"). En la temporada del 87 Querubín les había ganado a todos y su mejor marca estuvo a escasos cuatro segundos del podio.

Tras su triunfo como entrenador de Jefferson Pérez, fue contactado por el entonces director de Coldeportes Ignacio Pombo Villar, quien lo trajo desde Quito a Bogotá, para que entrenara a los marchistas colombianos, en busca de una medalla olímpica en Sydney 2000. Pombo le dijo que hablara con el hoy economista y ex campeón de ciclismo, Fabio Parra, asesor técnico de Coldeportes.
Durante una charla, Peña explicó su programa y expresó que no había nadie listo para ese objetivo en cuatro años porque el programa a desarrollar sería a ocho años. Todo iba bien cuando el entrenador habló de sus honorarios en dólares. Parra le dijo que era imposible, porque nadie en Coldeportes podía ganar más que el director. Entonces, Peña fue concreto y tajante: “Pues a los marchistas, que los entrene el director". Por eso, en Sydney 2000 y Atenas 2004, Peña formó parte, como técnico, del equipo olímpico de los Estados Unidos.

Este trotamundos aspira a retirarse en los Olímpicos de Rio de Janeiro 2016, a la edad de 74 años, con el palmarés más brillante que técnico alguno pueda mostrar en Colombia y varios países de América. Ha trabajado 20 años en Colombia, cuatro en Ecuador y 12 en Estados Unidos, con el Comité Olímpico. Hoy está vinculado con el US ARMY, el ejército de los Estados Unidos, en California, donde reside.

En su exitoso trasegar como entrenador y marchista Peña fue distinguido por la Federación Internacional de Atletismo Asociado (IAAF) como uno de los mejores técnicos del mundo en marcha, junto a Jerzy Hausleber, de Polonia; Sandro Damilano (Italia), Juraj Beincink (Checoeslovaquia) y José Marín (España).

 

 

Por José Briceño
London, Canadá
Especial para El Espectador
 

Por José Briceño / London, Canadá.

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