Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Cuando está en competencia simplemente no cree en nada. Fabriana Arias Pérez valora los pasos de sus antecesoras en el patinaje de velocidad, pero no quiere parecerse a ninguna de ellas. Por eso la admiración quedó atrás y su meta está puesta en lo que vendrá y no en lo que pasó. Mientras alcanza más de 60 kilómetros por hora cuando se apropia de las ruedas de sus patines, ni siquiera deja que transiten por su cabeza todas aquellas glorias de esta disciplina que ya tuvieron su momento de esplendor. El presente es suyo y no está dispuesta a ceder terreno.
Las lesiones en la tibia, el peroné y en los abductores son las más frecuentes dentro el grupo de profesionales que practican el patinaje de velocidad. A estos monstruos disfrazados de dolor corporal y frustración mental, Fabriana Arias les corre y trata de imponer distancia con una acertada preparación consistente en horas dosificadas en el gimnasio, rutinas en la bicicleta y paseos recreativos sobre un par de amigos que encontró cuando tenía cuatro años y que en la actualidad no la desamparan en las pistas nacionales ni en los circuitos extranjeros.
Sus padres, Fabián Alberto Arias y Patricia Pérez, le hicieron el favor temprano de matricularla en una escuela deportiva. En ese entonces la disciplina seleccionada para alejar a la pequeña de la inactividad de la casa y de las malas costumbres de la calle fue el patinaje artístico. La decisión de cambiar las figuras, los saltos y la estética por la velocidad, el vértigo y la contundencia sí fue propia. El tránsito no resultó complejo porque ambas modalidades comparten las mismas bases y el talento de Fabriana Arias es capaz de convertir un reto futuro en una realidad tangible.
“A pesar de que llegué al patinaje por mis padres, tengo que decir que esta actividad me ha aportado mucho. Me ha llevado a crecer como persona y me ha ayudado a adquirir disciplina. En la actualidad soy más responsable y tolerante gracias al deporte. Además de eso, estar sobre los patines me ha mostrado el compromiso como una cualidad y ahora estoy en la ruta para ser una mujer más perseverante”, asegura la rotunda triunfadora en la edición pasada de los Juegos Nacionales y una de las revelaciones en la modalidad de mayores en el Campeonato Mundial de Patinaje de Velocidad, evento realizado en China.
En competencia, su cabeza se debate en la oportunidad de atacar y salir en la conquista de un punto o si más bien se reserva para darlo todo en la siguiente presentación. En esos momentos de intensidad ella cuenta con el respaldo de su consejero mayor, Dios. Mientras se calza los patines establece una comunicación directa con Él, luego se encomienda durante los primeros segundos de esfuerzo y, sin importar si en la foto en la línea de meta aparece con los brazos levantados o rezagada del bloque triunfador, da las gracias por la posibilidad de representar un departamento o un país.
“El sello propio está en multiplicar cada día mis fortalezas como deportista. La seguridad, la tranquilidad que he ido desarrollando, así como la confianza que he depositado en el equipo, han sido piezas claves para que mi nombre sea en la actualidad una referencia para quienes practican esta disciplina deportiva. Este año he mejorado mucho la velocidad, que era mi gran falencia, y me hace muy feliz saber que algo que no tenía en mi haber, ahora es un punto a mi favor”, dice Fabriana Arias, quien estudió bachillerato en la Institución Educativa Alejandro Vélez Barrientos y a partir de 2011 se concentró en el aprendizaje del inglés.
Del retiro es poco lo que habla a sus 20 años, aunque después de su paso por las pistas le gustaría profesionalizarse en el deporte y compartir sus aprendizajes con las nuevas generaciones. Hoy, sugiere que para alzarse con los triunfos lo mejor es no pensar en las derrotas. Para Fabriana Arias perder está a su espalda y a kilómetros de distancia. Eso es parte de su sello.