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Fueron muchas las opciones y, por ende, Carlos Bejarano volvió a ser figura. El arquero del América de Cali no pudo controlar una: un remate de Edinson Toloza, que más fue un centro, que picó en el césped y se metió por el palo izquierdo del portero. La duda, la pelota de afuera hacia dentro, con efecto, siempre peligrosa y complicada de controlar.
Después, ya al final del encuentro, apareció Gastón Cellerino, el que llevaba ocho meses fuera de las canchas y con un cabezazo perfecto, tras un tiro libre de Gilberto García puso el 2-0. Fin de todo, la ilusión del empate se esfumó, así como el poco fútbol que mostró el visitante. (Le puede interesar: De mal en peor: América no levanta)
El DT pastuso calmado, al igual que Jorge Da Silva en el otro banco. Porque lo único que hizo el DT uruguayo fue gesticular, ya ni siquiera manotear cada vez que el conjunto escarlata entregó una pelota mal, o dejó espacios en terreno propio, o se trabó solo, porque si hay un rival que el América debe superar siempre, antes del oponente de turno, es así mismo, a sus fantasmas, sus desordenes, su miedos.
Cuarta derrota del club vallecaucano en lo que va del torneo que aumenta la crisis que atraviesa este semestre uno de los históricos del fútbol colombiano. Jorge Da Silva y su mirada son suficientes para explicar todo. El futuro es incierto, el rumbo del equipo también. Así se cerró una jornada en la que los locales sumaron. De hecho, el único que no lo pudo hacer de a tres fue el Medellín, porque Júnior, Boyacá Chicó y Leones cumplieron.