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Daniel Muñoz: de la tribuna sur del Atanasio a una liga de Europa

El antioqueño de 24 años, que debutó en Águilas y jugó apenas 32 partidos con la camiseta verde, será compañero de John Lucumí y Carlos Cuesta.

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29 de mayo de 2020 - 02:03 a. m.
Daniel Muñoz: de la tribuna sur del Atanasio a una liga de Europa
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En tiempos de pandemia muy poco se ha movido el mercado de futbolistas. La incertidumbre reina en las principales ligas del mundo y los clubes no se atreven a hacer grandes inversiones. Aún así, hay equipos que apuestan. El Racing Genk, de Bélgica, en el que juegan los defensas centrales colombianos John Janer Lucumí y Carlos Cuesta, anunció ayer el acuerdo para que el lateral o volante Daniel Muñoz, capitán de Atlético Nacional, integre su plantilla a partir de agosto próximo. Aún faltan por definir algunos detalles de la transacción y que el antioqueño de 24 años pase las pruebas médicas, pero es un hecho que se irá a jugar al Viejo Continente, como lo confirmó el presidente verdolaga, Juan David Pérez.

Para la institución paisa, que pretende quedarse con un porcentaje del contrato del futbolista, la negociación significa un importante alivio para la crisis económica generada por la pandemia del COVID-19.

La historia de Daniel Muñoz en el fútbol comenzó en la comuna siete de Bello. Cuando apenas tenía seis años sus padres, Germán y Franci, llegaron a vivir al barrio Niquía Camacol, procedentes del municipio de Amalfi.

Daniel se la pasaba de arriba abajo con la camiseta de Atlético Nacional, el club que toda la familia amaba. Comenzó a entrenar en la Escuela Cosmos, en la que duró muy poco, porque Envigado lo vinculó a las divisiones menores.

Con el equipo naranja jugó el Ponyfútbol antes de irse un par de años al Arco Zaragoza, uno de los equipos más tradicionales del balompié aficionado en Medellín. Por esos días Daniel se preocupaba tanto por entrenar como por seguir a Nacional. Era integrante de la barra Los del Sur y no fallaba a ningún partido en el Atanasio Girardot. De hecho, celebró el doblete de 2007 y rasgó su garganta coreando el nombre de sus ídolos de entonces: Aldo Leao Ramírez y Camilo Zúñiga. Después, ya adolescente, comenzó a viajar a los partidos del verde paisa en otros estadios del país.

Apareció entonces un empresario que por poco malogra su carrera. Con apenas 16 años lo llevó a México, España e Italia. Le prometió millonarios contratos, pero en realidad solamente había conseguido pruebas en clubes de poco prestigio. Sin dinero, Daniel aguantó casi dos años esperando la gran oportunidad que no llegó.

Ya había decidido retirarse del fútbol y ponerse a trabajar tras su regreso a casa, pero apareció en su camino Gabriel Sepúlveda, un entrenador que lo tenía referenciado de su paso por Envigado y había fundado el club Total Soccer.

“Lo conocía muy bien y sabía de sus condiciones y personalidad, era un talento que no se podía desperdiciar”, recuerda el DT. Lo invitó a jugar el torneo nacional sub-20, que fue su gran vitrina.

José Fernando Salazar, exfutbolista y máximo accionista de Águilas de Rionegro, le hizo seguimiento por recomendación del técnico Juan Eugenio Jiménez. Y como tenía condiciones, no tardó en debutar como profesional. Con el equipo del oriente antioqueño jugó casi cien partidos y marcó tres goles antes de que Juan Carlos Osorio lo llevara a Nacional, a mediados de 2019.

Lo que nadie imaginó fue que se consolidaría tan rápido. No llevaba ni diez partidos con la camiseta verde cuando Carlos Queiroz lo convocó a la selección de Colombia para los amistosos de septiembre pasado ante Brasil y Venezuela, aunque una lesión muscular lo dejó fuera de la lista de viajeros.

La pandemia lo sorprendió cuando comenzaba a disfrutar del privilegio de lucir el brazalete de capitán de Nacional. Y durante el aislamiento tuvo que capotear las preguntas sobre su paso al fútbol de Argentina, Brasil y Europa. Finalmente, la propuesta del Genk fue la que más lo sedujo y continuará su carrera en Bélgica.

Se va del club de sus amores tras haber disputado apenas 31 partidos, en los que anotó ocho goles. Para él, no es un adiós, sino un hasta luego. “Jugar en el Viejo Continente es el sueño de todo futbolista. Quería salir campeón en Colombia y luego irme, pero las circunstancias no lo permitieron; sin embargo, estoy seguro de que volveré para cumplir ese sueño”, advirtió.

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