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Fue un partido rápido, de ida y vuelta, de Sherman Cárdenas comandando el ataque del Atlético Bucaramanga y Macnelly Torres haciendo lo respectivo por el lado de Nacional. El duelo, pulsional, emocionante y emotivo solo tuvo una ausencia: la del gol. Ambos equipos se divirtieron a la ofensiva, pero sufrieron a la defensiva. Y ahí aparecieron los arqueros, el mano a mano entre Luis Ojeda y Fernando Monetti, este último salvando al club paisa en los últimos minutos con dos intervenciones que evitaron el grito de gol en el estadio Alfonso López de la capital santandereana.
Porque lo triste en encuentros así es que hayan faltado los goles. Ambos conjuntos lo intentaron, aceleraron, cuidaron, dejaron a un lado la prudencia y se preocuparon por buscar el arco rival. Sin embargo, cada tanto, fueron las manos de Ojeda o las de Monetti, quienes cumplieron su trabajo, salvaron a sus compañeros y cerraron un 0-0 que pudo haber sido un 1-1, hasta un 2-1 a favor de cualquiera de los dos bandos. (Le puede interesar: Un Nacional que ahora es muy internacional)
Andrés Rentería y Vladimir Hernández demostraron que adelante se entienden, que pueden jugar el uno para el otro, el uno con el otro. Por el lado del local, Sherman Cárdenas, frente a su ex equipo, se inspiró por momentos al punto de enloquecer a sus rivales con cambios de frente, con cambios de ritmo, con ideas nuevas.
Nacional, de Jorge Almirón y el líder de la Liga Águila, logró un resultado positivo, llegó a 20 puntos tras nueve fechas y camina con la comodidad del que gana en casa y empata por fuera. Entretanto, Bucaramanga, el equipo dirigido por el argentino Diego Cagna, se quedó con nueve puntos en la misma cantidad de partidos. La gente que llegó al estadio sufrió, se emocionó y se retiró de las gradas con el sinsabor de no tener la presencia de la esencia de este deporte: el gol.