Una costarricense en la final del fútbol femenino

Constancia, disciplina, unión y fé. Esas palabras son las que se recuerda Daniela Solera cada vez que sale a entrenar. Hace dos años llegó a Colombia y este jueves en el estadio Guillermo Plazas Alcid de la ciudad de Neiva (6:30 p.m.), buscará en su segunda final, el primer título de su carrera. 

Comenzó como muchas mujeres que hoy hacen parte de los equipos femeninos del país: jugando todas las tardes con hombres. Daniela lo hacía con sus hermanos Mario y Luis, quienes le llevan nueve y siete años, respectivamente. Comenzó a practicar el deporte en San Antonio de Naranjo, un pueblo cerca de Alajuela, una ciudad que queda a 20 kilómetros de la capital San José. Allá usaban bolsas de trapo en forma redonda porque no había balones. Esos mismos partidos hicieron que un día los veedores de un club de la ciudad, quienes estaban una de esas tardes observando a los hombres, terminaran posando sus ojos en ella. (Lea aquí: Nacional superó al Huila en el juego de ida de la final de la liga femenina)

En San Antonio los dos clubes más cercanos son la Liga Deportiva Alajuelense y la Asociación Deportiva Municipal San Ramón. De este último fueron a hablar con sus padres, pero a su papá no le llamaba la atención por dos cosas: porque era mujer y porque estaba muy niña. Daniela en ese momento tenía nueve años. Dos años después uno de sus hermanos la llevó a entrenar pero al Alajuela, ese día vio cómo practicaban las arqueras y se dijo a sí misma que sabía que podía ser mejor que ellas. Ahí le pidió a su hermano Mario que le sacara los guantes, que no iba a hacer la prueba como delantera sino como portera. 

Ahí comenzó el ascenso por las diferentes categorías del club. Estuvo en juegos nacionales a los 16 años, los mismos con los que se conviritó en futbolista. En Costa Rica, desde 1991 se juega fútbol femenino de forma profesional, pero desde los años 50 diferentes equipos de mujeres han tenido representación. La participación de Solera en la selección de su país comenzó en la categoría Sub-17, luego vino la Sub-20 y ahora ocupa el puesto de guardameta en la mayores. (Lea también: Lady Andrade quiere ser la primera bicampeona en Colombia)

Las salidas a participar representando a su país hicieron que jugara en Estados Unidos. Allí una universidad se interesó en tenerla, sumado a las buenas calificaciones que tenía en el colegio, con lo cual la becaron. Ella no lo pensó dos veces y se fue. La inexperiencia le cobró una decisión tan apresurada y ella volvió a su país. Lo pensado era continuar con sus estudios, pero surgió una opción esta vez desde Colombia.

Las actuaciones en el país del norte hicieron que en el Atlético Huila se interesarán en ella. Este es su segundo año, los mismos que tiene la Liga Águila Femenina, en la edición anterior perdió el título ante Independiente Santa Fe.  Esta tarde espera que sea diferente. Desde su llegada a Colombia el único recuerdo amargo ocurrió en Cúcuta, en abril pasado. Después de un partido contra el Cúcuta Deportivo Daniela sufrió un episodio de convulsión, que afortunadamente no le dejó ninguna secuela. 

La ida en Medellín quedó 1-0 a favor de Atlético Nacional. "Fue un partido complicado por lo que ellas estaban en casa, y hay lapsos donde uno no se encuentra y se desespera, pero acá en Neiva será otro cuento", manifestó Solera, quien esperar levantar esta vez el título de campeón. "Tenemos hambre, no queremos otro subcampeonato", asegura una portera que tiene como sus ídolos en el arco al también tico Keylor Navas. 

Constancia, disciplina, unión y fé. Esas palabras son las que se recuerda Daniela Solera cada vez que sale a entrenar. Hace dos años llegó a Colombia y este jueves en el estadio Guillermo Plazas Alcid de la ciudad de Neiva (6:30 p.m.), buscará en su segunda final, el primer título de su carrera. 

Comenzó como muchas mujeres que hoy hacen parte de los equipos femeninos del país: jugando todas las tardes con hombres. Daniela lo hacía con sus hermanos Mario y Luis, quienes le llevan nueve y siete años, respectivamente. Comenzó a practicar el deporte en San Antonio de Naranjo, un pueblo cerca de Alajuela, una ciudad que queda a 20 kilómetros de la capital San José. Allá usaban bolsas de trapo en forma redonda porque no había balones. Esos mismos partidos hicieron que un día los veedores de un club de la ciudad, quienes estaban una de esas tardes observando a los hombres, terminaran posando sus ojos en ella. (Lea aquí: Nacional superó al Huila en el juego de ida de la final de la liga femenina)

En San Antonio los dos clubes más cercanos son la Liga Deportiva Alajuelense y la Asociación Deportiva Municipal San Ramón. De este último fueron a hablar con sus padres, pero a su papá no le llamaba la atención por dos cosas: porque era mujer y porque estaba muy niña. Daniela en ese momento tenía nueve años. Dos años después uno de sus hermanos la llevó a entrenar pero al Alajuela, ese día vio cómo practicaban las arqueras y se dijo a sí misma que sabía que podía ser mejor que ellas. Ahí le pidió a su hermano Mario que le sacara los guantes, que no iba a hacer la prueba como delantera sino como portera. 

Ahí comenzó el ascenso por las diferentes categorías del club. Estuvo en juegos nacionales a los 16 años, los mismos con los que se conviritó en futbolista. En Costa Rica, desde 1991 se juega fútbol femenino de forma profesional, pero desde los años 50 diferentes equipos de mujeres han tenido representación. La participación de Solera en la selección de su país comenzó en la categoría Sub-17, luego vino la Sub-20 y ahora ocupa el puesto de guardameta en la mayores. (Lea también: Lady Andrade quiere ser la primera bicampeona en Colombia)

Las salidas a participar representando a su país hicieron que jugara en Estados Unidos. Allí una universidad se interesó en tenerla, sumado a las buenas calificaciones que tenía en el colegio, con lo cual la becaron. Ella no lo pensó dos veces y se fue. La inexperiencia le cobró una decisión tan apresurada y ella volvió a su país. Lo pensado era continuar con sus estudios, pero surgió una opción esta vez desde Colombia.

Las actuaciones en el país del norte hicieron que en el Atlético Huila se interesarán en ella. Este es su segundo año, los mismos que tiene la Liga Águila Femenina, en la edición anterior perdió el título ante Independiente Santa Fe.  Esta tarde espera que sea diferente. Desde su llegada a Colombia el único recuerdo amargo ocurrió en Cúcuta, en abril pasado. Después de un partido contra el Cúcuta Deportivo Daniela sufrió un episodio de convulsión, que afortunadamente no le dejó ninguna secuela. 

La ida en Medellín quedó 1-0 a favor de Atlético Nacional. "Fue un partido complicado por lo que ellas estaban en casa, y hay lapsos donde uno no se encuentra y se desespera, pero acá en Neiva será otro cuento", manifestó Solera, quien esperar levantar esta vez el título de campeón. "Tenemos hambre, no queremos otro subcampeonato", asegura una portera que tiene como sus ídolos en el arco al también tico Keylor Navas.