Carlos Carbonero y el regreso después del sufrimiento

Una lesión en la rodilla derecha, cuando jugaba en Italia, por poco lo obliga a retirarse. Sin embargo, volvió al fútbol por un compromiso consigo mismo.

Camilo Amaya
28 de septiembre de 2018 - 03:00 a. m.
 Carbonero, de 28 años, también jugó en Huila y Once Caldas.  / Cortesía El País
Carbonero, de 28 años, también jugó en Huila y Once Caldas. / Cortesía El País

Primero fue necesario volver atrás para darle un aliciente a la mente con recuerdos positivos y así obtener una respuesta del cuerpo. Recordar las épocas en Arsenal de Sarandí, los títulos, las entrevistas, los teléfonos sonando, el tiempo de prosperidad. También los buenos partidos con el River Plate de Ramón Díaz, el reconocimiento de la hinchada coreando su nombre en el estadio Monumental.

Fue una especie de catarsis, o de exorcismo si se quiere, con un solo fin: recuperar a Carlos Mario Carbonero Mancilla, devolverlo al fútbol y mostrarle que el fin de su carrera lo ponía él, no las circunstancias. Cuando Gustavo Portela, médico del Deportivo Cali, lo vio en marzo de 2017 lo que más le preocupó fue encontrarse con un hombre de contextura ancha, con sobrepeso y lejano al atleta de alto rendimiento de años anteriores. El bogotano llegó a él buscando la solución a un problema en su rodilla derecha que se volvió inseparable desde 2016, cuando firmó con la Sampdoria de Italia, y luego de un partido contra Nápoli, la articulación se rebeló. Ya en un entrenamiento había dado un corto aviso.

“Me dijo que tenía la misma molestia de siempre, en la rodilla, y que quería recuperarse para volver a jugar. Estaba 12 kilos por encima del peso recomendado para su estatura y me pidió que le ayudara. Hablé con el presidente del club y tuvimos el aval para iniciar un proceso de rehabilitación completo con un plan nutricional, control alimentario, bioquímico, con antropometría y otras cosas. El Cali puso a disposición todo su grupo profesional para que trabajara para él”, le dice Portela a El Espectador.

Lo que pocos saben es que ese momento lacerante que estaba viviendo tenía un indicio, muy atrás, en sus inicios con Academia de Compensar, cuando tenía 19 años y una lesión en los cartílagos lo obligó a estar fuera de las canchas durante una temporada. Sin embargo, ese letargo deportivo se solucionó gracias a la juventud, al no sentir más dolor luego de una para y a seguir para adelante de manera sosegada. “Su evolución no fue la adecuada, pero al fin de cuentas se recuperó y continuó como si nada”, relata Portela.

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Ya después vino el tormento incesante, el silencioso derrumbamiento, el viaje a Barcelona para una artroscopia y una remodelación meniscal junto al ortopedista Guido Damiani. La pérdida de la capacidad con la pelota, la falta de ganas, la desmotivación ante el obstáculo, la postración y el miedo de cojear para siempre. En otras palabras: no se respetaron los tiempos mínimos y el cuerpo dijo basta. El afán de estar a tope en la Liga italiana lo hizo entrenar con dolor, medicarse para evitar el sufrimiento, ir al límite de sus posibilidades. “Por mi experiencia, cuando un futbolista de alto rendimiento realiza un trabajo adecuado la evolución es diferente a lo que vi en Carlos Mario. No estaba bien, pero aún así quería volver”.

Durante 12 semanas Carbonero entrenó en el gimnasio de La Casona en Pance, al sur de Cali, solo, sin que los medios de comunicación, casi siempre apoltronados varios días de la semana en la puerta principal, se diera cuenta de su ingreso, mucho menos de su salida. Carlos Mario pasó inadvertido, pues no quería que alguien supiera, tampoco preguntas capciosas ni cuestionamientos. “Luego de llevarlo a un estado de plenitud física autorizamos para que tocara el balón, de manera progresiva, y recibió el aval de realizar la pretemporada en junio con el equipo profesional. Eso sí, primero jugó un partido con el equipo sub-20, con el que venía preparándose durante un largo tiempo, para mirar cómo se sentía y le fue lo más de bien”.

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El aislamiento fue duro, sobre todo para una persona carismática, de trato cálido con los demás, de relacionarse con el otro para seguir creciendo. “Al principio lo vi muy golpeado y eso lo llevó a que se descuidara un poco. Pero cuando uno encamina a atletas con la fuerza mental de él, los resultados se ven por sí solos. Y ahí está, a punto, esperando que llegue el momento”, afirma Portela.

Carbonero, el hombre que se ganó un cupo en la selección de Colombia para el Mundial de Brasil 2014, el mismo que fue fundamental en el título de River Plate en el mismo año, el que en 2017 estuvo a punto de retirarse luego de que varios clubes lo rechazaran por ser propenso a las lesiones, aguarda calmo y paciente por el instante en el que pueda debutar con el Cali, una retribución a la perseverancia y al no rendirse jamás, una oportunidad para alguien que antes las tenía por montones simplemente por su talento con la pelota.

@CamiloGAmaya

Por Camilo Amaya

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