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El fútbol, un sueño posible para la niñez en Turbo, Caloto y Usme

En Turbo, Usme y otras regiones del país, el proyecto Supernovas apoya a más de 500 niños a través del deporte.

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03 de marzo de 2025 - 05:00 p. m.
Jugadores y jugadoras de Supernovas en Colombia.
Jugadores y jugadoras de Supernovas en Colombia.
Foto: Cortesía
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El fútbol es más que un juego: es sentimiento, unión y alegría. Moviliza a millones de personas en todo el mundo, trasciende idiomas, fronteras y clases sociales, y se convierte en una pasión que une a comunidades enteras. Es el motor que impulsa sueños y el lenguaje universal que, con un balón de por medio, puede cambiar vidas.

Pero más allá del espectáculo y la gloria de los grandes estadios, el fútbol también es una herramienta de transformación social. En comunidades vulnerables, donde las oportunidades suelen ser escasas, este deporte se convierte en un refugio, en una vía de escape que permite a niños y niñas imaginar un futuro distinto. Allí, un balón no es solo un objeto de juego, sino una promesa de esperanza, un motivo para soñar en grande.

Bajo esa premisa nació Supernovas, un programa que apuesta por el fútbol como un motor de cambio. Más que entrenamientos y partidos, la iniciativa busca brindar un entorno seguro a más de 500 niños y niñas en Turbo, Usme, Gigante, Silvania y Marquetalia, alejándolos de la violencia y las drogas, y acercándolos a valores fundamentales para su desarrollo. Con su reciente expansión a Caloto y Popayán, el programa sigue creciendo con el objetivo de impactar positivamente en más comunidades.

En diálogo con El Espectador, Laura González, Project Manager de Supernovas de InDrive, explicó el propósito de la iniciativa, los desafíos que enfrenta y las historias de transformación que nacen en cada entrenamiento.

¿Por qué elegir el fútbol como herramienta principal del programa?

El fútbol es un deporte global y accesible para muchas personas, con un impacto social significativo. Precisamente por estas razones, se convierte en una herramienta clave para transformar comunidades vulnerables y apoyar a niños y niñas que, de otro modo, no tendrían las mismas oportunidades de acceso al deporte. Además, a diferencia de otras disciplinas, no requiere grandes inversiones en implementos, lo que facilita su práctica y lo hace aún más inclusivo.

Creemos que el fútbol no solo es un espacio de juego, sino una plataforma para la enseñanza de valores como el trabajo en equipo, la resiliencia, la disciplina y la puntualidad. A través del deporte, los niños y niñas encuentran un entorno seguro dentro de sus comunidades, alejándose de situaciones de riesgo y canalizando sus energías de manera positiva.

¿Cómo eligen las comunidades con las que trabajan?

Son comunidades con altos niveles de vulnerabilidad social, donde los niños y niñas tienen un acceso muy limitado al deporte o, en muchos casos, casi ninguna oportunidad de participar en un proceso deportivo guiado. Si bien es común verlos jugando fútbol en la calle, hay una diferencia enorme entre eso y recibir entrenamiento estructurado de un profesional capacitado.

También consideramos fundamental que estos lugares cuenten con espacios adecuados para la práctica deportiva. No siempre se trata de una cancha de fútbol 11 con arcos, pero sí de un entorno seguro donde los niños puedan entrenar sin riesgos. Por eso, cuando es necesario, apoyamos la recuperación de estos espacios.

A medida que crecemos, buscamos llegar a comunidades donde realmente podamos generar un cambio. Si en un lugar ya existen escuelas de fútbol bien establecidas y los niños tienen acceso al deporte, entendemos que nuestra labor no es prioritaria allí. En cambio, nos enfocamos en aquellos lugares donde nuestra presencia haga la diferencia.

Este año, nuestra meta es alcanzar los mil niños y niñas beneficiados en Colombia. Además, el programa ya tiene presencia en países como Chile, México, Kazajistán, Egipto, Kenia y Ghana.

¿Cómo se trabaja el componente psicosocial en el programa?

No nos enfocamos solo en la parte deportiva. También realizamos talleres y charlas sobre liderazgo, resolución de conflictos y otros valores fundamentales. Si hablas con los padres, muchos te dirán que han notado cambios significativos en sus hijos. Un ejemplo claro es su capacidad para afrontar la derrota: antes, perder en la cancha era lo peor que podía pasarles, pero ahora lo ven como una oportunidad para aprender y mejorar.

Este cambio de mentalidad se debe, en gran parte, a las charlas que brindan nuestros entrenadores y a los espacios de formación que ofrecemos. Queremos que los niños y niñas que hacen parte del programa se conviertan en futuros líderes dentro de sus comunidades.

También trabajamos con los padres de familia, porque su rol es clave en la enseñanza de valores desde el hogar. A través de talleres, ellos también pueden aprender habilidades que quizás antes no habían desarrollado, lo que fortalece a sus familias y a la comunidad en general.

¿Cuáles han sido los mayores desafíos del programa en Colombia?

Cada una de nuestras sedes es diferente, porque, aunque estamos en el mismo país, cada comunidad tiene realidades sociales y culturales distintas. Por eso, el papel de los entrenadores es clave, ya que conocen de primera mano el contexto en el que trabajan.

Uno de los principales desafíos es la falta de infraestructura segura para los niños y niñas, pero buscamos alternativas para hacer frente a esta situación. Sin embargo, el reto más grande es generar confianza dentro de la comunidad. Muchas de estas poblaciones son escépticas respecto a proyectos externos, pues han visto iniciativas que llegan por unos meses y luego desaparecen.

Para nosotros, construir esa confianza es fundamental. Antes de iniciar cualquier proyecto, nos reunimos con líderes comunitarios, padres de familia y colegios. Queremos que comprendan qué es el programa y que sientan que estamos aquí para quedarnos y generar un impacto a largo plazo.

Actualmente, en Latinoamérica impactamos a más de 3.000 niños y niñas y seguimos explorando nuevas formas de expandirnos y fortalecer nuestro impacto social a nivel global.

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