El regreso esperado del fútbol profesional a Santa Marta

Después de cinco años de ausencia y un andar errante por algunas poblaciones de la costa atlántica, el ‘ciclón’ volvió a jugar en su tierra.

Jesús Miguel De La Hoz
27 de febrero de 2018 - 10:49 p. m.
El Unión Magdalena regresó a Santa Marta después de cinco años de ausencia.  / Alcaldía Santa Marta
El Unión Magdalena regresó a Santa Marta después de cinco años de ausencia. / Alcaldía Santa Marta

El fútbol profesional mueve pasiones. Es alegría, tristeza, júbilo, alborozo. Santa Marta no lo vivía hace cinco años, el tiempo pasaba y el Unión Magdalena, equipo de la ciudad, iba como un viajero errante, de aquí para allá sin destino fijo. El estadio Eduardo Santos, donde el 'ciclón bananero' alcanzó su única estrella en 1968, se moría lentamente en el olvido. Su estructura vieja y agrietada no estaba en condiciones para seguir recibiendo público. Después de tres años de interrogantes sobre el futuro del escenario la alcaldía tomó la decisión de hacer uno nuevo con ocasión de los Juegos Bolivarianos. A finales de 2017 se inauguró el estadio Sierra Nevada.

Más allá de la buena noticia, el anuncio invoca a los orígenes mismos del fútbol en Colombia. Justamente, una de las versiones del comienzo de este deporte en el país, atribuye a Santa Marta ser su cuna. Aunque Barranquilla, Pasto y Bogotá le pelean ese destino, un hombre clave para el fútbol samario insiste en su teoría. Se trata del dirigente deportivo Moisés Ponce, quien defiende a la capital del Magdalena a partir de un relato recogido por los cronistas del fútbol.

Según Ponce, hacia 1909, un grupo de marineros ingleses que se transportaban en el barco El Tortuguero, llegaron a Santa Marta para sumarse a la actividad del embarque de banano para la exportación, y en un momento de esparcimiento, fueron pioneros en la práctica del fútbol. En los terrenos que hoy ocupa el muelle de la bahía, se organizó un partido entre ingleses de la United Fruit Company y un grupo de samarios. Ganó el primero, pero el fútbol se quedó en la ciudad.

El mismo Moisés Ponce fue protagonista de la primera hazaña del fútbol samario, asociada a los comienzos del fútbol competitivo en Colombia. A raíz de la expedición de la ley 80 de 1925, primera que abordó la necesidad de impulsar el deporte en Colombia, nacieron los primeros Juegos Nacionales. Estos se disputaron en Cali, desde entonces rotulada como capital deportiva del país. Las justas se desarrollaron entre diciembre de 1928 y enero de 1929.

Aunque estas primeras justas deportivas nacionales se hicieron con siete disciplinas, definitivamente fue el fútbol el deporte que acaparó el interés de los aficionados. En el viejo estadio de Galilea, situado en el actual barrio Versalles de la capital del Valle, se desarrolló el campeonato de balompié. Como lo relata el periodista Alberto Galvis Ramírez en su libro ‘Cien años de fútbol en Colombia’, después de un torneo con peleas abordo y retiro de equipos, se libró la final.

Alfredo Arango, exfutbolista samario, vistiendo la camiseta de la selección de Colombia. Foto: Archivo El Espectador.

A ella llegaron el equipo de Atlántico Barranquilla y Magdalena Santa Marta. Por 2-0, el título fue para el equipo dirigido por Moisés Ponce. Entre los primeros triunfadores del fútbol samario estuvieron Andrés Martínez, Ricardo Granados, Juan B. Salas o Efraín Arregocés. Fue tal el éxito del torneo, que los vencedores fueron homenajeados en el club Unión de Cali, y el mismísimo gobernador, Carlos Holguín, los llevó a la hacienda El Paraíso, escenario de la novela La María.

El equipo regresó victorioso a Santa Marta en enero, pero mientras ellos se alzaban con la victoria en Cali, en el vecino municipio de Ciénaga había tenido lugar uno de los episodios de mayor incidencia histórica en Colombia. Eran los tiempos de la ley heroica (ley 69 de 1928) que había prohibido todas las huelgas y entregaba a las autoridades de policía la opción de juzgar a los sindicatos. En ese contexto se produjo la huelga de trabajadores de United Fruit Company.

En la madrugada del 6 de diciembre de 1928, tuvo lugar el suceso que pasó a la historia como la matanza de las bananeras. La versión oficial habló de medio centenar de muertos. Las organizaciones sindicales y obreras hablaron de más de 1.500 víctimas ante la arremetida de los militares tras la orden del general Carlos Cortés Vargas, jefe civil y militar de la plaza. García Márquez en Cien años de soledad, escribió que José Arcadio Segundo vio más de 3.000 muertos en la estación del tren.

Entre la verdad, la ficción o la memoria, lo cierto es que el 4 de febrero de 1929, los triunfadores del primer torneo nacional del fútbol llegaron a Ciénaga para ser homenajeados y, en presencia del general Cortés Vargas y del alcalde de Ciénaga Aurelio Linero, ese día se vivió un hecho que Joaquín Zorro narra en su libro ‘El fútbol del Magdalena’: como único premio, los futbolistas pidieron la libertad de un grupo de huelguistas que estaba en la cárcel. A regañadientes, su petición fue acogida.

Como puede observarse, desde que el fútbol comenzó su arraigo en Colombia, Santa Marta fue uno de sus principales semilleros, y por eso, desde antes de que se oficializara el campeonato profesional en 1948, la capital del Magdalena fue la cuna de destacados futbolistas. De la primera época cabe recordar a Ricardo “Boyo e Yuca” Granados, integrante del equipo vencedor de 1928-29, y gestor de los primeros logros del fútbol samario.

De él además se recuerda que también hizo parte del equipo samario que se alzó con la victoria en los terceros Juegos Nacionales, que se realizaron en 1935 en Barranquilla, en una final que volvió a enfrentar a los dos equipos de la costa atlántica. ‘Boyo e Yuca’ Granados, llamado así porque antes de ser futbolista era vendedor de bollos en la plaza de mercado, alcanzó a jugar brevemente en Millonarios y se destacó como uno de los primeros jugadores del semillero samario.

El segundo en la lista, reconocido como uno de los primeros colombianos en destacarse en el fútbol, también nació en Santa Marta. Fue Carlos Arango Medina, en 1928, el mismo en el que sus coterráneos ganaban los primeros Juegos Nacionales en Cali. Arango tuvo una larga figuración en el fútbol del país. Hizo parte del Deportes Caldas que ganó la estrella de 1950, y después pasó por Millonarios, Santa Fe y Unión Magdalena.

En las primeras selecciones nacionales, el nombre de Carlos Arango siempre fue fundamental. De hecho, alcanzó a ser convocado para el Mundial de Chile 1962. Sus últimos años en el fútbol los vivió en México y con el tiempo se radicó en los Estados Unidos. A los 86 años, en agosto de 2014, falleció en Los Ángeles. Pocos reseñaron la noticia. Pero en Santa Marta siempre se recordó que fue otro de los pioneros del fútbol que aprendió a jugar en las canchas de la ciudad.

De pie de izquierda a derecha: Gerro Hankel, Georgy Marik, Joseph Kajml, Julio Zsengeller, Ernest Sabeditch, Joseph Samu, Alipio Ortiz, Víctor Lanao, Rubén Rocha. Abajo en el mismo orden: Alejandro Negrescu, Alejandro Torok, Orlando Granados, Nelson Pérez, Ladislao Laslo Fussesy, Rómulo Barrios. Equipo Samarios 1951 Foto: Unión Magdalena. 

A nivel profesional, el primer equipo de la ciudad fue Samarios en 1951, pero a partir de abril de 1953, el cupo para la ciudad lo ocupó el Unión Magdalena. Aunque el estadio comenzó a construirse en 1939, solo a principios de los años 50 cobró forma. En su primera década no obtuvo un lugar muy destacado, pero la ciudad sí empezó a convertirse en el escenario de varias generaciones de futbolistas, especialmente forjados en la cancha de Pescadito.

De la primera época, dos hermanos llevaron la batuta del fútbol samario: Pablo y Carlos Valderrama. El primero, también llamado Toto fue defensa central del Unión Magdalena y además jugó en el Cúcuta y el Júnior. Su hermano Carlos, apodado "Jaricho", fue volante y defensa central del Unión e hizo parte de la selección Colombia que disputó las eliminatorias al Mundial de Inglaterra de 1966. Aquella vez, la participación nacional estuvo a cargo de jugadores costeños.

Antes de que los hijos de Pablo y Carlos Valderrama descollaran en el fútbol nacional, llegó la hazaña que justo hace 50 años sacó al Unión Magdalena del anonimato. En el campeonato de 1968, una combinación entre jugadores samarios y refuerzos paraguayos resultó clave para el éxito deportivo. Para sorpresa de los entendidos, en el primer torneo del año, con apenas tres derrotas, el Unión de Santa Marta se clasificó primero y ganó el cupo a la final.

Magdalena Campeón Apertura 1968. Parados de izquierda a derecha: Wilson Baratta “Pipico”, Eugenio Samaniego, Alfredo Arango, José Quiñones, Justo Ramón Sayas. Abajo en el mismo orden: Obdulio Torres, Manuel Manjarrés, Aurelio Palacios, Pedro Vásquez, Pablo Huguett, Leandro “Odacyr” López. Foto: Unión Magdalena.

A mediados de ese año hubo cambio de técnico y el paraguayo Vicente Sánchez le entregó las riendas del equipo a Antonio Julio de la Hoz, campeón con Independiente Santa Fe en su primer título de 1948. Aunque el equipo decayó en el segundo torneo y terminó décimo en la clasificación general, ya había ganado el derecho a jugar la final. Entonces ocurrió lo que los samarios de la vieja guardia recuerdan como uno de los momentos inolvidables de la ciudad.

En el primer juego por el título, el 12 de diciembre de 1968, contra todos los pronósticos, Unión Magdalena derrotó 1-0 al Deportivo Cali en calidad de visitante en el Pascual Guerrero. En el encuentro de vuelta, el domingo 15 de diciembre, con el estadio Eduardo Santos a reventar, se jugó la revancha. Cuando terminó la primera parte, Cali, que había ganado los títulos de 1965 y 1967, iba en ventaja 2-0 con goles del brasilero Iroldo y el colombiano Jorge Ramírez Gallego.

Contaron después los integrantes del equipo que en el intermedio los cogió por su cuenta el técnico y les hizo ver que no podían defraudar a su gente. Por eso los futbolistas salieron a morirse en la cancha. El descuento llegó al minuto 55 por intermedio de Raúl Peñaranda y desde ese instante se volvió en un compromiso abierto. A cada momento, el grito de gol se ahogaba en las gargantas de los aficionados. Todo estaba para el tercero del Cali o el empate del Unión.

Faltando cuatro minutos para el final, el paraguayo Ramón “Moncho” Rodríguez, anotó para el equipo de Santa Marta. De inmediato, los aficionados se metieron a la cancha exigiendo el pitazo final. Impotente ante lo sucedido, el central Omar Delgado, decretó el final del partido. Unión Magdalena era campeón. Con Justo Ramón Sayas, Aurelio Palacios, Pedro Vásquez, Manuel Manjarrés, Pablo Huguett, Wilson Baratta, José Quiñónez, Eugenio Samaniego, Alfredo Arango, Obdulio Torres, Iván Ponzón y Jaime Deluque, entre otros.

De ese equipo, además de Justo y Aurelio Palacios, cuñados de “Jaricho” Valderrama y, por supuesto, tíos del “Pibe” Valderrama brilló con luz propia otro de los grandes futbolistas samarios de todos los tiempos: el maestro Alfredo Arango, quien además militó en Millonarios, Júnior y Atlético Bucaramanga. En Barranquilla es especialmente recordado porque fue uno de los artífices de su primera estrella en 1977, junto a Juan Ramón Verón.

Después de la hazaña de 1968, aunque el Unión Magdalena no volvió a ser campeón, de su cancha de Pescadito o de otros barrios de la ciudad fueron apareciendo otros futbolistas de trascendental importancia. Como Eduardo Retat, seleccionado y campeón con Atlético Nacional; Hermenegildo Segrera, mediocampista del Júnior y Millonarios; Óscar Bolaños, lateral del Júnior e Independiente Santa Fe; Eduardo Vilarete, goleador del Nacional; o Oswaldo Calero, volante del Deportivo Cali y Pereira.

Didi y Carlos Valderrama en un partido de la liga entre Júnior y Cali. Foto: Archivo El Espectador

Y después de ellos, la extraordinaria camada de los Valderrama. Los tres hijos de “Jaricho”, Alan, Ronald y Carlos, este último el conocido “Pibe”. Los dos hijos de Pablo, Didí Alex y Pablo; y de la misma sangre Valderrama Palacios, Julián, Miguel y Édinson González Palacios. Sobra resaltar que el “Pibe” Valderrama es considerado por muchos el más importante futbolista colombiano de la historia. Al menos en su época fue rey de América, jugó en Francia, España y Estados Unidos y en Colombia con el Unión Magdalena, Millonarios, Cali, Medellín y Júnior.

De ahí en adelante, la lista es larga y se quedan muchos por fuera. Aldo Leao Ramírez, Radamel García y su hijo Falcao, Jarlan Barrera, David Ferreira, Erwin Carrillo, Alberto Gamero, Maximiliano Robles, Félix Noguera, Luis Yanez, Oswaldo Henríquez, Pedro Vásquez, Oliver Fula, Anuar Guerrero, William Buenaños, Antony De Ávila, Darwin López, Alexis Henríquez, Jossimar Gómez o Luis Carlos Ruíz, entre otros. Un auténtico semillero de futbolistas con el mismo sello samario de los pioneros de 1928.

No obstante, en los últimos tiempos, producto de los malos manejos de su principal dirigente Eduardo Dávila, quien luego cayó en líos penales, el equipo entró en crisis. Descendió por primera vez a la categoría B en 1999, retornó brevemente dos años después, pero a partir del 2006 volvió a perder la categoría. Desde entonces ya son 12 años de ausencia del Unión Magdalena en la primera división del fútbol nacional. Con otro agravante, su estadio Eduardo Santos, empezó a perder importancia y cayó en desuso.

En marzo de 2013, en un encuentro en el que el Unión Magdalena perdió en calidad de local ante Llaneros selló el último adiós para el tradicional estadio de Santa Marta. Cuatro años después, la administración local impulsó la creación del estadio Sierra Nevada que fue utilizado para la inauguración y clausura de los Juegos Bolivarianos 2017. Aun así, el ‘ciclón bananero’, como suele llamarse al equipo de Santa Marta lleva cinco años jugando fuera de la ciudad, con una extraordinaria afición esperando el regreso.

La buena nueva es que después de un largo periplo de más de 1.500 días por los estadios de Ciénaga (Magdalena), Riohacha (Guajira), Carmen de Bolívar o el municipio de Magangué, el Unión Magdalena retornó a su casa. No obstante, sus fieles seguidores aguardan que, a finales de 2018, cuando estén cumpliendo los 50 años de su único título profesional, la noticia sea mayor: que el equipo azul y rojo de Santa Marta retorne a la categoría mayor del fútbol profesional, como corresponde a la cuna del balompié colombiano.

J_Delahoz

jdelahoz@elespectador.com

Por Jesús Miguel De La Hoz

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