“Esto apenas comienza”: Harold Mosquera

El delantero vallecaucano, de Millonarios, pasó sin éxito por la Escuela Carlos Sarmiento Lora antes de llegar a buscar su sueño en Bogotá. El equipo azul viene de perder 1-0 con Jaguares y recibirá este sábado al América en El Campín.

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Juan Camilo Romero Gómez / @juankromerog
06 de marzo de 2017 - 03:19 a. m.
“Esto apenas comienza”: Harold Mosquera
Foto: MAURICIO ALVARADO
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“Voy a los costados y al medio, me gusta tener el balón. Me caracterizo por pegarle bien desde afuera. Tengo buena definición, soy rápido y gambeteador”. Así se presentó Harold Santiago Mosquera en enero de 2016. El entonces entrenador de Millonarios, Rubén Israel, decidió contar con el vallecaucano para el equipo profesional, después de que el juvenil anotara 24 tantos y saliera goleador del torneo sub-20 del año anterior.

Pero antes de llegar al fútbol profesional, Mosquera tuvo que superar varios obstáculos. En Cali pasó por la famosa escuela de formación Carlos Sarmiento Lora, de la que han salido jugadores como Faustino Asprilla, Óscar Córdoba y Mario Alberto Yepes, entre otros. Sin embargo, allí las cosas no salieron como esperaba y tuvo que tomar la decisión de regresar a su tierra natal, Buenaventura.

“En la Sarmiento me aburrí porque no avanzaba y las cosas no me salían de la mejor manera. Decidí irme para Buenaventura, en donde el profesor Christopher Moreno se contactó con Neis Nieto, y ellos concretaron mi llegada a Millonarios”, le comentó a El Espectador el jugador que nació el 7 de febrero de 1995 en el principal puerto marítimo de Colombia.

Santiago, como prefiere que le digan, patea balones desde los cuatro años de edad. Su misión siempre ha sido ir detrás de una pelota de fútbol. Por eso en 2013 viajó a Bogotá con la ilusión de mostrar todo su talento en el equipo del cual es hincha. “Mi abuelo era fanático de Millonarios. Me inculcó ese gusto por el equipo, pues su casa estaba llena de afiches y todo era azul”, recuerda.

Fueron dos semanas de prueba en las cuales Mosquera gustó y pasó. Millonarios lo mandó a la casa hogar ubicada en el barrio Chapinero, con otros integrantes de las divisiones menores. El camino hasta ahora empezaba. Pasaron dos años de mucho esfuerzo, dedicación y trabajo antes de mostrar su mejor faceta en el torneo sub-20 de 2015. Este certamen le cambió la vida. Los hinchas embajadores, sedientos de figuras provenientes de la cantera, comenzaron a indagar por él. Hasta que Rubén Israel le dio la oportunidad y lo llevó al equipo profesional.

Millonarios le entregó un hogar, le permitió mudarse con su mamá y le ofreció la oportunidad de estudiar. “Hice un curso de contaduría, pero el profesor me iba a hacer perder porque cuando me tocaba viajar me ponía falla. Me dijo que me tenía que decidir por alguna de las dos actividades. Después de todo el esfuerzo que estaba haciendo, obviamente elegí el fútbol”.

Es la misma convicción con la que aguantó los malos momentos durante 2016. El que se supondría sería su gran año terminó siendo una dura prueba para el vallecaucano. Su debut en Liga se dio el 20 de marzo, nada más y nada menos que contra Santa Fe. Mosquera ingresó en el minuto 28 del segundo tiempo por el argentino Maxi Núñez. Fue una presentación tranquila, pues el azul se quedó con el clásico 2-0.

A partir de ahí, Israel siguió dándole minutos. Pero ni el equipo ni el futbolista tuvieron buena suerte. Harold Santiago pasaba sin pena ni gloria el 2016. Nunca llegó a explotar. Por su parte, Israel fue relegado de su cargo en agosto. Sin embargo, el técnico y sus colaboradores marcaron la carrera deportiva de Mosquera. “El cuerpo técnico me decía que iba a jugar, que debía aprovechar los minutos que tuviera. Sabían de mi talento; lastimosamente, no pude demostrárselo. Pero ellos son parte de esto que hasta ahora está comenzando”.

La temporada 2016 fue tan difícil que Mosquera decidió dialogar con los directivos para que le buscaran otro equipo en donde pudiera contar con más minutos. “Esa era la única forma de retribuirle a Millonarios toda la confianza brindada. Yendo y volviendo mejor”, asegura. La decisión la ratificó con la llegada de Miguel Ángel Russo, pues creyó que, al empezar de ceros, el entrenador iba a mirar por último a los juveniles del equipo.

Sin embargo, tras la pretemporada realizada en Estados Unidos, fue el mismo técnico argentino quien solicitó su permanencia en el plantel.

Su estreno este año hizo pensar que las cosas no iban a mejorar. La eliminación de la Copa Libertadores fue un duro golpe para todo el equipo azul. Mosquera ingresó en la segunda parte en el partido con Paranaense, en Brasil, pero poco pudo hacer para evitar la derrota con un gol desde el punto penalti.

A pesar de la desilusión, Santiago afrontaba otra lucha, una mucho más importante. Ana Patricia Caicedo, su mamá, el motor de su vida y quien lo ha guiado en el duro camino del deporte, tiene cáncer. “No quiero hablar mucho del tema. Pero estamos en la lucha diaria. Poco a poco se va haciendo lo que los médicos y el tratamiento ordenan. Yo estoy todos los días acompañándola para lo que necesite”, dice.

Y cuando más lo necesita, el fútbol le ha extendido una mano. Maxi Núñez fue sancionado con cuatro fechas y al joven delantero le ha llegado la oportunidad de ser titular.

El miércoles 22 de febrero, ante Tolima, el mismo día que a Ana Patricia le realizaban una quimioterapia, Santiago tuvo el mejor juego de su carrera. Anotó sus dos primeros goles, fue la figura y al fin logró demostrar su nivel.

Fue un partido soñado, pero no festejó ninguna de las anotaciones. Al ser interrogado, contó la situación de su mamá. “No estoy para celebrar, pero seguramente ella estará muy orgullosa”, dijo al finalizar el encuentro.

“Hablé con ella apenas llegué a la casa. Sabía que estaba muy contenta, pero quería saber si estaba descansando y si había visto el partido. Fue muy emotivo encontrármela y verla sonreír. Me felicitó. Me dijo que todavía faltaba más y me motivó a seguir adelante, porque esto apenas comienza”, cuenta.

Ana Patricia y sus palabras son la base de la vida de Harold Santiago. Las mismas que desde los cuatro años lo impulsaron a que luchara por sus sueños y que hoy en día, cuando está empezando a triunfar y está lleno de elogios, lo aterrizan y lo motivan para seguir mejorando partido a partido.

Por Juan Camilo Romero Gómez / @juankromerog

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