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En el barrio Floresta Santa Lucía, en Medellín, jugó fútbol Francisco Maturana. Años después, con el sueño de también ser futbolista profesional, lo hizo Carlos Mario Hoyos. En esas calles creció un amor por la pelota que, junto con su talento, lo convirtieron más adelante en defensor de una selección de Colombia que dirigía justamente Maturana.
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Carlos Mario fue testigo de la revolución que el entrenador chocoano generó en el balompié nacional. “Maturana y Bolillo Gómez nos mostraron la capacidad que teníamos los colombianos para jugar bien al fútbol. Nos llenaron de confianza y nos convencieron de que podíamos ir a Europa y competir. Además, aparecieron valores humanos que escasean en el entorno deportivo y que se complementaron con toda la información que nos daban”.
Aquella selección que fue tercera en la Copa América de Argentina 1987 y que participó en el Mundial de Italia 1990, de la que formó parte Hoyos, tejió la identidad del fútbol colombiano con la convicción de una idea que asimilaron los jugadores gracias a un trabajo mental que los colmó de confianza y que los hizo volverse históricos.
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Esa identidad llevó a Colombia también a los Mundiales de Estados Unidos 1994 y Francia 1998. En la actualidad van cuatro fechas del camino hacia Catar 2022, se ha sumado igual cantidad de puntos y ya salió un técnico: el portugués Carlos Queiroz, quien a pesar de las cosas positivas que mostró en la mayoría del proceso, se tuvo que ir tras caer goleado ante Uruguay (3-0) y ser humillado por Ecuador (6-1). Su reemplazo es Reinaldo Rueda, un hombre que ya estuvo en el equipo nacional en la eliminatoria a Alemania 2006 y que vuelve tras dejar el combinado de Chile.
El Flaco, como es conocido Carlos Mario Hoyos Jaramillo en el entorno del fútbol, sostiene una amistad con Rueda, porque, además de las vivencias en el mundo de la pelota y charlas al respecto, tuvo viviendo en su casa a Blas, hermano del DT. “Me da mucha felicidad que una persona como el profe Reinaldo esté asumiendo el seleccionado, porque es un tipo con mucha capacidad, con unas relaciones humanas espectaculares, un entrenador con mucho conocimiento y que tiene el mapa del fútbol colombiano muy fresco en la cabeza. Posee un cuerpo técnico muy capacitado y seguramente podremos salir adelante”, manifestó el exdefensor antioqueño en diálogo con El Espectador.
Verdiblanco por adopción
Bernardo Hoyos y Maruja Jaramillo tuvieron ocho hijos: cuatro hombres y cuatro mujeres. Se juntaban a escuchar los partidos del Deportivo Independiente Medellín, el club que significaba mucho en ese hogar. A Carlos Mario lo llevaba su padre a ver al Poderoso y se enamoró del color rojo combinado con el azul de la pantaloneta. Dedicaba otra parte de su tiempo al colegio y a los partidos con las selecciones Antioquia. Un día se fue a una preselección a la capital del Valle del Cauca y Alex Gorayeb, el presidente más importante que ha tenido el Deportivo Cali, junto con el gerente Humberto Palacios, lo observaron y lo vistieron de verdiblanco en octubre de 1980.
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“Pude haber llegado a otra institución, pero tuve la fortuna de haber arribado a una tan grande como Deportivo Cali. Vivo inmensamente agradecido por eso, porque aprendí mucho, me ayudaron y formé mi familia. Fue un regalo precioso de Dios”, expresó un emocionado Carlos Mario, quien allí debutó en primera división. Tuvo un breve pasó por Júnior antes de volver al cuadro azucarero y de partir en 1991 al América. Finalizó su carrera en 1993 con Deportes Quindío.
Y mantuvo su conexión con el fútbol, pues se preparó para ser entrenador y dirigió a Itagüí (hoy Águilas Doradas), Patriotas y Atlético Bucaramanga. Actualmente se encuentra esperando la oportunidad en otro equipo, pero es consciente de que la pandemia ha dificultado todo. Mientras llega el momento de ponerse de nuevo a la cabeza de un plantel, Carlos Mario Hoyos le da consejos a su hijo Daniel, futbolista profesional que ha jugado con Águilas y Real Santander. Le cuenta sobre los ídolos que alcanzó a ver jugar: Pelé, Johan Cruyff, Jairo Arboleda, Ponciano Castro y Alejandro Brand.