Su rostro mesurado camuflaba algo. De hecho, durante el partido en el que el América perdió 2-0 con Pasto, el DT no estuvo como siempre en la línea dando indicaciones. Esta vez se limitó a mirar sentado, a gesticular cada vez que sus jugadores cometieron errores, una muestra de resignación, de orgullo propio, de honestidad con él mismo, con el club, con la hinchada.
Y lo que se venía venir sucedió: luego del encuentro, el uruguayo dijo no más. “Los resultados no se nos han dado y creo que es el momento de dar un paso al costado”, dijo Da Silva. Sus palabras no generaron asombro, pues ya se sabía que un mal resultado en el estadio Libertad de la capital nariñense sería el epitafio.
La eliminación de la Copa Sudamericana, apenas nueve puntos de 30 posibles (un rendimiento del 30%) y un total de 14 goles en contra con apenas ocho a favor generaron lo inevitable. “Tuve que venir en un momento difícil y lo hice sin pensar. Cumplimos con el principal objetivo (no descender), pero ahora es momento de irme”, concluyó.
Se espera que la junta directiva del cuadro rojo se reúna el lunes para empezar a mirar quién será el reemplazo de Da Silva, el ídolo que tomó el riesgo de ser entrenador y que hoy debe alejarse del equipo antes de que lo hecho en el pasado, cuando todavía era futbolista, se olvide del colectivo americano.