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Nelson Ramos: “Ojalá podamos llegar a primera con Boca Juniors”

El arquero payanés de 39 años lleva tres goles de tiro libre con el equipo de Cali, que suma cuatro puntos en tres partidos. Su trabajo, hoy, sigue siendo reconocido.

Camilo Amaya - @CamiloGAmaya
02 de febrero de 2021 - 02:00 a. m.
Nelson Ramos llegó a Boca Juniors de Cali en 2019 proveniente de Atlético Bucaramanga. / Dimayor
Nelson Ramos llegó a Boca Juniors de Cali en 2019 proveniente de Atlético Bucaramanga. / Dimayor

Desde que quiso ser futbolista profesional, Nelson Ramos entendió que en principio esto no se trataba de jugar, sino de luchar. Y que para alcanzar los objetivos era necesario destilar carácter y personalidad, además de tener empuje frente a las adversidades, y que no bastaba con mostrar apenas las ganas.

Lo supo cuando en Deportivo Cali le dijeron que si no aprendía a sacar bien con los pies debía regresar a Popayán, o cuando las directivas del mismo club le entregaron una carpeta con un montón de papeles (sus derechos deportivos) después de una frase escueta y desalentadora: “Se va a quemar acá. Usted verá qué hace ahora”.

En ese instante, cuando creyó que todo se desplomaba, Pedro Antonio Zape, que conocía sus sueños, le brindó una opción para los días venideros y la alternativa de seguir el camino elegido desde que formó parte de Ramva (Ramos Valenzuela), un equipo aficionado que integraban tíos y primos, y que participaba en cuanto campeonato aficionado hubiera en Popayán.

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Desde entonces dio el sí definitivo para personificar el sueño de su padre e intentar llegar a la primera división del fútbol colombiano, rechazó la música (estuvo siete años tocando piano en el Conservatorio) y se dedicó a trabajar de una manera incansable sabiendo que a veces la esperanza no es lo último que se pierde, y que para estar derrotado primero hay que haber jugado.

Cuando lo sacaron de Cali, ¿cómo lo ayudó Pedro Zape?

Me acuerdo que estaba sentado en Comfandi, y cuando me vio pasar con la carpeta me preguntó qué había pasado. Le conté y me dijo que existía la posibilidad de ir a Puerto Tejada. Sin pensarlo, acepté. Entonces entrenaba a escondidas con las inferiores de Cali de lunes a miércoles, viajaba el jueves en bus, me quedaba hasta el fin de semana para los partidos y regresaba. Ahí hice cuatro goles de tiro libre y Daladier Ceballos fue el que me impulsó a que cobrara las faltas.

¿Por qué dice que la llegada a Pasto fue una jugada del destino?

Mi papá fue hasta las oficinas del club para preguntar si me podían recibir, a decir que tenía un hijo arquero que estaba sin equipo, y se encontró con Servio Tulio Salazar, que para ese entonces era directivo del club, y que había estudiado con él en el seminario. Las coincidencias de la vida. ‘Traíaglo’. Y ahí mismo cogí un bus.

¿Cuáles fueron las condiciones en los primeros años?

Tenía las puertas abiertas, sí, pero Pasto no se iba a hacer cargo de nada. Entonces mi papá me pagó hospedaje, alimentación y transporte durante dos años, un poco más del período de prueba. Ya después, a los 24, firmé mi primer contrato con el que cobré un sueldo de $200.000. Mi papá era mi guía, mi soporte y hasta mi empresario.

¿Qué se acuerda de su debut como profesional en 2006?

Muchos nervios, porque Óscar Héctor Quintabani no dijo nada hasta la charla técnica. Entonces, en los entrenamientos previos, atajaba un rato con el equipo titular, después Carlos Barahona y, claro, no había pistas de nada. Llamaba a mi papá y le decía: “Me usó hoy en la práctica, creo que juego”. Y al día siguiente: “puso a Barahona, demás que voy de suplente”. Pero por fortuna me tocó a mí. Mis padres ya habían viajado desde Popayán para estar en el estadio, entonces todo salió perfecto.

¿Y cómo fue ese partido?

Enfrentamos a Pereira. Estaba cayendo un aguacero terrible y aun así hubo mucha gente. Tuve unas cuantas atajadas buenas, espectaculares, pero me emocioné, se me subió todo y en un centro salí muy lejos, no pude cortar el balón y me metieron gol. Por fortuna Déyler Sacramento empató cerca del final.

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Más adelante fue a América, tras su paso por Equidad, y compartió con Duván Zapata. ¿Qué recuerda de esa época?

Que no nos pagaban. Que jugamos sin cobrar sueldo durante tres meses. Y éramos un equipazo. Estaba Sergio Galván Rey, Gabriel Fernández. Zapata ya era portentoso y siempre ingresaba por Galván al final de los partidos. En los entrenamientos le decía: “Morocho, la tenés clara, lo tienes todo y si sigues así serás grande. Tenemos una buena amistad y de cuando en cuando nos escribimos.

Luego vino Millonarios, su buen arranque y la lesión del tendón de Aquiles en el clásico con Santa Fe…

Pedro Franco me pasó la pelota y cuando iba a despejar sentí como si alguien me hubiera pegado por detrás y caí. De inmediato el fuerte dolor, el médico a tu lado preocupado y la sensación de que era algo grave. Tenía 30 años. La gente empezó a decir que no iba a volver, que me tocaba retirarme y un montón de cosas.

¿De ahí la relación parca con Hernán Torres?

Cuando un jugador se lesiona se convierte en un cero a la izquierda. El cuerpo técnico nunca me llamó, ni antes ni después de la cirugía. Nada. Y cuando me recuperé no me inscribieron para el torneo. Después entré en la plantilla, pero como tercer arquero por detrás de Luis Delgado y de Róbinson Zapata. Deduje que no iba a tener la oportunidad de pelear por ser titular y me marché de Millonarios. Eso sí, siempre estaré agradecido con el club.

Y se volvió a encontrar con Torres en Bucaramanga en 2019…

Era referente, la gente me quería y venía en un buen nivel. Tenía un año más de contrato cuando llegó él. Faltando 10 días para comenzar el campeonato me dijeron que el entrenador quería un arquero más joven y me comunicaron que no iban a contar conmigo, que pasara por las oficinas para arreglar mi desvinculación.

¿Cómo se dio su llegada a Boca Juniors de Cali?

Regresé a Popayán y en un partido entre amigos me encontré con Álex Otero, presidente del club, y le conté que me habían sacado de Bucaramanga y que no tenía equipo. Me dijo que estaba buscando uno y le dije que sí. Y, fíjate, ya llevo año y medio haciendo las cosas bien.

Y tres goles de tiro libre...

Bueno, eso es lo de menos, aunque esperemos a ver si el sábado contra Llaneros puedo anotar el cuarto. Este equipo tiene muchos jóvenes y no me canso de decirles que en el fútbol los picos suelen ser tan altos que las caídas son muy fuertes. Y que te tienes que ayudar a ti mismo para surgir. Ahora hay que pensar en el ascenso y, por qué no, el estar en la primera división. Ojalá podamos llegar.

Por: Camilo Amaya - @CamiloGAmaya

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