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Sebastián Hernández habla de manera palpitante cuando se refiere a sus estudios de Administración en la Universidad Nacional Abierta y a Distancia; también en un tono gracioso cuando reconoce que lleva seis años en ese proceso y que, por la falta de tiempo, el final de su carrera se ha ido postergando. Sin embargo, ahora ha adquirido el compromiso consigo mismo de terminarla. Por eso este semestre inscribió cuatro materias, entre ellas plan y mercadeo comercial, porque hace unos años, cuando le dio por siete, no le alcanzó el tiempo y tuvo que hacer rendir los minutos, hasta los segundos, para responder en la academia y en la cancha. “Eso era muy pesado. Y pues hay que ir paso a paso”, dice Hernández desde Santa Fe, donde Júnior enfrentará esta noche a Colón, en el partido de vuelta de los octavos de final de la Copa Suramericana.
La dinámica es sencilla: 20 días para la entrega de tareas y dos o tres horas de estudio en las tardes, todo después de las prácticas con el equipo barranquillero. Y aunque la estadística, el cálculo y los números le han costado trabajo, Sebastián ha tratado de ingeniarse la manera para hacer ameno y llevadero el aprendizaje. “Es que eso de manera virtual es muy complicado, porque a vos te queda más fácil entender en un aula, con un profesor, haciendo ejercicios. Pero, pues no puedes detenerte por eso y debes esforzarte el doble”. Y así como el empeño se duplica en la casa para cumplir con esas obligaciones, en los últimos meses también ha aumentado para responderle a Julio Comesaña y a las exigencias que le hace dentro del terreno de juego.
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“Estoy en una posición que no es la mía, porque creo que ese volante 10 ha ido desapareciendo en el fútbol moderno. Ahora tienes que jugar, así no tengas la pelota y eso se hace con presión alta, con copar los espacios, con saber ubicarte. Pero para eso es importante tener buen estado físico y creo que he ido mejorando en ese aspecto, al punto que ahora no me cuesta hacer la doble función”, apunta.
Esa mentalización no es nueva para Hernández, pues cuando estuvo en el Ludogorets, de Bulgaria, y en el Boluspor, de Turquía, se dio cuenta que les interesa mucho los aportes defendiendo, no solo el manejo del balón y el flujo de ataque. "Si querías ser titular debías correr y no quedarte mirando a los demás. Y eso lo entendí muy bien en los cinco años que estuve en Europa”. De hecho, en su estancia en el Viejo Continente nació la idea para montar una empresa junto a su esposa, Andrea Polo Lafaurie. En ese entonces, Sebastián tenía problemas con la alimentación y no podía comer gluten, por lo que debía llevar una dieta estricta impuesta por el club. Intentando darle gusto a él, ella pensó en la producción de comestibles para diabéticos, a base de garbanzo con buen sabor y que pudieran suplir a otros que, simplemente, cumplían una función nutricional y ya.
“Se pensó en tortas y otras cosas que sabían muy rico. Se hizo la legalización y estandarización del producto, pero nos tocó parar. Espero terminar mi carrera y dar ese impulso de nuevo, eso sí, no olvidando que la gerencia deportiva me encanta y que no renuncio a hacer algún día una especialización en este tema”, concluye Hernández, que este año suma 23 partidos con el equipo barranquillero por la Liga Águila, para un total de 1.483 minutos, y quien se ha convertido en el hombre de confianza de Comesaña en el medio campo por, valga la redundancia, saber administrar el juego.