La fiesta volvió a El Campín

Millonarios venció 3-1 al América en un encuentro que, después de mucho tiempo, volvió a contar con la presencia de hinchada visitante. De a poco, el orden natural del fútbol se recupera en nuestro país.

El Espectador
05 de marzo de 2018 - 03:00 a. m.
 Hinchas de Millonarios y América desafiaron el clima con tal de ver el clásico de la sexta jornada.  / Mauricio Alvarado - El Espectador
Hinchas de Millonarios y América desafiaron el clima con tal de ver el clásico de la sexta jornada. / Mauricio Alvarado - El Espectador
Foto: MAURICIO ALVARADO

Porque el fútbol no es lo mismo sin dos hinchadas en un estadio, sin el silencio de una cuando el rival ataca y sin la algarabía de la otra cuando hay un gol. De hecho, en el sentido estricto de las cosas, se necesitan para existir y las necesitan los jugadores. Los locales para sentir confianza en su estadio, para llenarse de valentía; los visitantes, para no disminuirse ante los insultos y los cánticos en contra. Y aunque este domingo el estadio El Campín no estuvo dividido en mitades para el partido entre Millonarios y América, como hace algunos años en los que era complicado saber qué afición era la anfitriona, una pequeña mancha roja, en oriental sur, fue el primer paso para regresar a los tiempos de antes, cuando había ganas de juntarse, de estrecharse en torno al espectáculo.

Una franja imaginaria de sillas vacías, custodiadas por hombres de la Policía, fue el umbral entre unos y otros, entre los de azul y los de rojo que, después de todo, disfrutan estando al lado, sea para demostrar el aguante o para gozar con la tristeza ajena. A los aficionados del cuadro escarlata no se les permitió la entrada de los trapos, tampoco trompetas o cualquier tipo de parafernalia. Sí los dejaron usar la camiseta, la identidad, lo que los distingue. El buen comportamiento mostrado hace poco en el torneo Fox Sports sirvió de antecedente, permitió otra oportunidad, una chance de ir, simplemente, a ver fútbol. (América fue muy poco para Millonarios en El Campín)

Y hubo contraste de colores y también un aguacero. Y mucho frío. Silbidos que salieron de norte e hicieron eco en sur, otros que se escucharon un poco menos. Ayron del Valle anotó el 1-0 para Millonarios en el minuto 12 y el hincha de todos los domingos, de la constancia y el acompañamiento, se abrazó con el que casi nunca va, con el que fue, precisamente, por el morbo de tener a los seguidores del América presentes. Luego llegó la falta de Pablo Armero sobre del Valle, la pena máxima, el disparo de Andrés Cadavid que, contra sus instintos, pateó de manera delicada al palo contrario del arquero Carlos Bejarano cuando los compañeros y todo el mundo esperaban un remate seco, potente, vehemente.

Y de nuevo el apretón entre los desconocidos que hacen las veces de amigos sólo por compartir una pasión, y las manos a la cabeza de los otros como un reflejo a lo que estaba ocurriendo en la cancha. Letargo, impaciencia, desesperación, alegría y emoción en un solo espacio. Más adelante (49’) apareció otra vez Cadavid y un cabezazo seco, buscando la pelota de manera temeraria, para el 3-0 y el grito unísono, para el primer doblete del capitán en toda su carrera deportiva.

América y sus 11 años sin ganar en Bogotá seguirán vigentes, como el recuerdo del 20 de octubre de 2007, cuando un equipo sin patrocinios en la camiseta (estaba en la lista Clinton) se impuso 2-1 en Bogotá. Pero más allá del resultado, del gol de Diego Herner para el 3-1 final, del honor y el orgullo que tendrán los hinchas de Millonarios esta semana por vencer a un rival de siempre, de los tres puntos para el cuadro embajador que le permiten tomar un respiro de una semana complicada (llegó a ocho unidades en seis encuentros), la noticia es que quedó comprobado que no hay mejor cura para la violencia que dos hinchadas compartiendo en un escenario deportivo, aprendiendo a tolerarse y a convivir. (Cuando América venció a Millonarios en 10 minutos)

De a poco la lógica del espectáculo se recupera, la misma que el hincha maltrató. Y de seguro el comportamiento ejemplar dentro del estadio permitirá que, a futuro, en otras ciudades del país sea posible ver varios colores, porque al fin de cuentas de eso se trata el fútbol, de armar una fiesta con entrada libre para todo el mundo. (Las mejores imágenes del triunfo de Millonarios sobre América)

Por El Espectador

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