Las falencias del arbitraje en el fútbol colombiano

El afán de renovar el panel de jueces ha llevado a la Comisión a apresurarse con el nombramiento de jóvenes que no están suficientemente capacitados y por razones económicas no se pueden dedicar de lleno a esta actividad.

Redacción deportes
19 de septiembre de 2018 - 02:00 a. m.
Humberto Clavijo (izq.), Giovani Padilla y Mario Herrera (der.), árbitros colombianos. / Mauricio Alvarado
Humberto Clavijo (izq.), Giovani Padilla y Mario Herrera (der.), árbitros colombianos. / Mauricio Alvarado

Ser árbitro en Colombia no es tarea fácil. Para llegar a pitar un partido de fútbol profesional hay que transitar un camino largo en el que la única motivación para seguir es el orgullo personal, porque el crecimiento económico no es una garantía. En la mayoría de los casos, los jueces nacionales no tienen ésta como su única actividad, pues no es viable vivir de ser árbitro y por eso es necesario buscar ingresos adicionales que permitan hacerlo de una manera digna. Ni siquiera cuando se ha llegado a la cima está el futuro asegurado, como sí es el caso de casi todos los actores del fútbol (entrenadores, jugadores y directivos).

El desarrollo de la carrera de un árbitro de fútbol es similar al de un jugador. Debe comenzar afiliándose a uno de los 35 colegios arbitrales del país para poder dirigir en juegos de las ligas departamentales. En estos casos reciben un pago por partido o por torneo. Si obtienen buenos resultados en juegos y en las diferentes pruebas técnicas y físicas, comienzan un ascenso por las diferentes categorías aficionadas, hasta llegar a ser postulados por la Federación Colombiana de Fútbol para pitar juegos en la B, en la Liga femenina y en la primera división.

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Ahí es la Comisión Arbitral la que se dedica a evaluar el rendimiento de cada juez para monitorear su proceso. Una vez a la semana, en la sede de la Federación Colombiana de Fútbol, se reúnen los miembros de la Comisión, asesorados por Ímer Machado y Fernando Avendaño, para analizar cómo ha sido el trabajo de los colegiados. A los que mejor les ha ido se les premia asignándoles un nuevo juego, mientras que a los que han cometido errores se les castiga con sanciones que pueden ser hasta seis jornadas sin arbitrar.

En este semestre, pensando en renovar el panel de árbitros y darles la oportunidad a nuevos talentos, se hizo un revolcón. Salieron varios de los experimentados, algunos de ellos por no superar las pruebas técnicas o físicas a comienzo de temporada, y se designó a hombres con poca experiencia. “Para dirigir partidos de equipos chicos, sin hinchada, la presión es menor y es posible que estos jóvenes piten sin problemas, pero cuando llegan a esos clubes grandes, con hinchadas, con jugadores mañosos, comienzan los errores”, asegura un árbitro profesional con experiencia que le pidió a este diario no ser mencionado.

“Este cambio de generación debió hacerse de una manera paulatina, pero en la Comisión se apresuraron y ahora se están viviendo las consecuencias”, comenta la misma fuente. Los errores garrafales han llevado a que algunos equipos se vean afectados: el trabajo de una semana se va a la basura por culpa de un hombre que sin malas intenciones termina haciendo algo nefasto. “Lo que ocurre es que los árbitros sin experiencia quieren entrar pisando fuerte, así que no se dejan hablar por los jugadores y para mostrar rigidez y firmeza en su labor terminan mostrando muchas tarjetas, lo que luego es perjudicial”, comenta otro exárbitro profesional.

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La Comisión castiga los errores: aquel árbitro que se equivoca en un partido puede pasar varias semanas sin volver a dirigir, eso con la idea de que aprenda de su error. Pero hay casos en los que la mano firme no se ve y se perdonan falencias. No pitar es un duro golpe para los jueces, pues por partido se les paga a los centrales $1’900.000 y a los de línea $1’200.000. Por cumplir una sanción dejan de percibir un ingreso importante, que en el caso de muchos es para la manutención familiar.

El presidente de la Dimayor, Jorge Enrique Vélez, antes máxima cabeza de la Comisión Arbitral, cree que se debe trabajar en la profesionalización del arbitraje en Colombia, lo que les dé a los jueces una buena estabilidad y les permita dedicarse de lleno a la preparación para hacer un buen trabajo en el terreno de juego. En España, Argentina y Brasil, los árbitros reciben un salario fijo mensual por parte de la Federación de cada país, además de un bono extra por cada partido pitado. Esto les permite vivir de una manera diferente, no como en Colombia, en donde un árbitro tiene un trabajo alterno y se prepara para pitar en sus tiempos libres.

Para ayudar a los árbitros a no errar tanto, en la Dimayor están pensando en la aplicación del VAR. La idea es que en un año y medio se pueda utilizar la misma tecnología que tuvo éxito en el Mundial de Rusia 2018 y que competiciones como las ligas de España, Italia y Alemania ya están usando. “El tema de la tecnología no es difícil. Win Sports nos llevaría todo a las cabinas del VAR, que serían en Bogotá. Lo más complicado es la capacitación. Toca llevar a 100 árbitros a Paraguay. Ya comenzamos con siete, vamos paso a paso”, destacó e presidente de la Dimayor.

Por Redacción deportes

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