Las lágrimas de Adrián Ramos

El delantero caucano ha llorado por tristezas familiares y deportivas. Buscará nuevas alegrías en América, el club que ama y con el que jugará la Copa Libertadores 2020.

Sebastián Arenas - @SebasArenas10
03 de enero de 2020 - 03:05 p. m.
Gustavo Adrián Ramos celebra uno de los goles que anotó con el Borussia Dortmund de Alemania. / Getty Images
Gustavo Adrián Ramos celebra uno de los goles que anotó con el Borussia Dortmund de Alemania. / Getty Images

Gustavo Ramos era un futbolero nato que jugaba de defensor central o volante marca. Desplegó su capacidad para marcar a los atacantes rivales con las selecciones del municipio de Villa Rica y del departamento del Cauca y con las reservas del Deportivo Pasto. Tenía claro que cuando tuviera un hijo le inculcaría el amor por la pelota, y así sucedió después de que Anayiber Vásquez se trasladara hasta Santander de Quilichao para dar a luz, vía cesárea, a Gustavo Adrián.

(Yo estuve en la estrella 14 del América)

Gustavo Adrián pateó balones desde el momento en el que sus piernas se lo permitieron, mientras don Gustavo, luego de abandonar el fútbol, realizaba diferentes labores para conseguir el dinero del sustento familiar. En ocasiones le preguntaba a Anayiber si llegaría a vivir hasta la edad de Cristo y, paradójicamente, a los 33 años su cadáver fue encontrado en La Buitrera (Valle del Cauca), una semana después de que saliera del trabajo que tenía como jardinero en el barrio Ciudad Jardín de Cali.

Gustavo Adrián tenía nueve años cuando perdió a su padre. Las lágrimas bañaron sus mejillas y la desolación su corazón. Sufría al ver que su mamá debía maltratar sus manos con la caña de azúcar y desempeñar labores domésticas en casas de familia para conseguir dinero, y le prometió que por medio del fútbol la iba a sacar adelante. Le costó cumplir con esa promesa, pues en las divisiones menores del América le decían que era muy flaco y no tenía la contextura física para triunfar en las canchas.

Sin embargo, el mayor de los hermanos Ramos demostró que en el balompié las condiciones son más importantes que el físico. Con gambetas y goles reversó el rechazo de Eduardo Lara y se ganó un cupo en la selección de Colombia sub-17 que fue cuarta en el Mundial de Finlandia en 2003. También hizo cambiar de opinión a sus formadores en el América y en 2004 debutó en la primera división del fútbol profesional colombiano. De a poco fue abandonando el trabajo que tenía en Villa Rica en un establecimiento en el que los niños iban a gastar sus monedas en videojuegos.

Adrián continuó el camino de su promesa con un breve paso por Trujillanos de Venezuela e Independiente Santa Fe, antes de volver a su amado América en 2007 y ser figura en la consecución de la estrella 13 en 2008. En agosto de 2009 el club rojo no pudo retenerlo más y el hermano de Gilber Stiven Ramos se fue al Hertha de Berlín, al que aportó anotaciones en los dos ascensos conseguidos. De la capital alemana partió al Borussia Dortmund y posteriormente al Granada español, con el que también logró un regreso a la primera división.

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En Europa, Ramos volvió a llorar como lo hizo con el fallecimiento de su padre. El 17 de diciembre de 2011 llamó desconsolado a su madre para preguntarle por qué le pasaba eso a su amada Mechita, que descendía. Desde el Viejo Continente padeció con los cinco años de América en la B, tiempo en el cual doña Anayiber Vásquez pronosticó que Adrián terminaría su carrera en el equipo escarlata. Así será.

Internacional con la selección colombiana en el camino a Sudáfrica 2010 y Brasil 2014, Adrián Ramos se despidió del Granada con unas emotivas palabras y es la gran apuesta de América para buscar la estrella 15 y realizar un destacado papel en la Copa Libertadores de este año. Es, junto a Miguel Ángel Borja (Júnior), la contratación más importante del fútbol colombiano en el actual mercado de pases.

“Fin de una etapa y solo quedan palabras de agradecimiento para el Granada y toda su gente, que aporta para que el club cada día vaya mejor. Me hicieron ser mejor persona y profesional. Solo puedo desearles lo mejor y que continúen trabajando con esa pasión. ¡Dios los bendiga! Muchas gracias”, manifestó el hombre que cumplió con su promesa de retornar al conjunto que lo ha hecho padecer y sonreír, a un América que anhela llenar de festejos en los que recuerde a Gustavo Ramos, el padre que le mostró el sendero de la felicidad.

@SebasArenas10

Por Sebastián Arenas - @SebasArenas10

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